De un tiempo a esta parte parecen haber cobrado en los USA nueva relevancia las series antológicas que parecían dormir en los años anteriores. Ya hemos hablado de algunas de las antologías de terror independiente más candentes y hace muy poco hasta se anunciaba el regreso de EC, una de las editoriales más míticas y representativas de las revistas-contenedor. Sin embargo y tal vez sin hacer mucho ruido, ha sido DC tal vez la editorial que más ha reverdecido en este sentido con el regreso de cabeceras como The Brave & The Bold, de donde procede este Superman: La orden de la lámpara negra.
En este sentido, bien es cierto que en DC prácticamente nunca ha abandonado la fórmula y si no era con los especiales navideños, era con Batman: Black & White, Wednesday Comics o la singular Bizarro Comics. Sin embargo, posiblemente derivada de la multitud de aniversarios desencadenada en los últimos años desde el Action Comics 1000, la correspondiente multitud de especiales antológicos no se hizo esperar y llegarían, por ejemplo, Detective Comics 1000, el 1027, los especiales octogenarios de Wonder Woman, Green Lantern, Green Arrow o Robin o el centenario de Kirby. La buena salud de la fórmula derivaría también en un resurgimiento de la antología albinegra de Batman y una serie de compilaciones tricolores de Superman, Wonder Woman o Harley Quinn.
Y con todo esto llegaría por fin lo que nos ocupa, el resurgimiento de títulos como Legends of the Dark Knight o muy especialmente Batman: The Brave & The Bold o Relatos de los Titanes, que se acabará pasando por esta vuestra web. Estas dos últimas representan a un tipo muy concreto de revista antológica, que alterna historias cortas autoconclusivas con historias seriadas en capítulos cortos, doce páginas en el caso de Superman: La orden de la lámpara negra. En los tiempos que vivimos y con los ritmos de producción actuales, este formato resulta ideal para captar autores de primer nivel a los que es más complicado atar a una serie regular. Así, además del equipo de lujo de este tomo, los primeros números de Batman: The Brave & The Bold americanos nos han dejado una historia seriada de Batman con Tom King y Mitch Gerads, que seguro que no tardará en ver la luz, una de Authority con Ed Brisson y Jeff Spokes e historias cortas con nombres como Dan Mora, Joelle Jones o Bruno Redondo.
Y esto nos lleva a Christopher Cantwell y sobre todo, al asturiano Javier Rodríguez, motivo por el cual ECC ha decidido extraer Superman: La orden de la lámpara negra de su revista antológica para brindárnoslo en un tomo cartoné tan impecable como de discutible pertinencia. No se me ocurre ni por un momento poner en duda la calidad de esta historia, pero para 36 páginas de historieta (más extras) tal vez no fuera preciso un formato que repercute de forma tan patente en el precio.
En cualquier caso, la historia que nos dejan Cantwell y Rodríguez resulta tan refrescante como cargada de un poso que no asociamos normalmente a este tipo de seriales — por más que existan ejemplos como Arma-X, que demuestran lo contrario —. Superman: La orden de la lámpara negra es una historia de aventuras envuelta de un cierto aroma pulp ligero, pero también nos habla de la memoria, de lo caprichoso y manipulador de los recuerdos e incluso del fenómeno de la generación de narrativas, tan en boga en nuestros días.
Superman recibirá por correo un anillo decodificador, un juguete de una vieja serie que Clark veía en la tele de niño. Junto con el juguete, una nota de socorro que llevará a Superman a embarcarse en la empresa de encontrar una ciudad mítica excavada en las montañas, en pos del legado de su héroe de la infancia.
Como curiosidad, el héroe que se cita en Superman: La orden de la lámpara negra, es un personaje de la Edad de oro, Hop Harrigan, que en su día, al igual que Superman, tuvo seriales de radio y TV, pero que hoy en día casi nadie recuerda, lo cual resulta deliciosamente adecuado para la historia que nos quieren contar.
Y es que bajo aire aventurero y pulp, bajo las ciudades imposibles, los esbirros extravagantes y los robots gigantes, Superman: La orden de la lámpara negra es una obra que comienza hablándonos del olvido para de ahí llevarnos a reflexionar sobre la naturaleza de constructo de los recuerdos, un fluido al que de algún modo le damos la forma del contenedor. Cantwell y Rodríguez nos dejan de algún modo su visión de la sociedad de las narrativas, la manipulación de la memoria y los efectos Mandela. La única pega a este respecto es que al tratarse de una historia tan corta, tienen que terminar por explicarnos en diálogos algo que, con un dibujante como Javi Rodríguez y en un poco más de espacio, podría haber sido aún más arrebatador contado en imágenes.
Y es que pese a que es uno de los trabajos más interesantes que le he podido ver a Cantwell en viñetas, los focos de esta historia apuntan al dibujo. Su Superman es a la vez cándido y poderoso y está resuelto en trazos incluso más escuetos de lo habitual para Javier Rodríguez y con un trabajo de color mucho más extremo de lo que sugiere la ligereza con la que se digiere. Todo esto nos lleva a ese aire de aventura tan repleta de franqueza inocente como de mítica, con esa magia que solo se siente siendo un niño. Exceptuando además páginas muy concretas donde si se pone narrativamente más juguetón, observamos a un Javier Rodríguez tal vez más contenido de lo habitual, muy en la onda del tono sin dobleces que trata de haceros llegar, pero para nada exento de sutileza.
Con semejante despliegue gráfico, se agradecen esos extras con sus impresionantes layouts, pero se me antoja que para una historia de esta naturaleza, que evoca aquellas novelas pulp baratas o tebeos de 10 centavos, tal vez se hubiera hecho más oportuno un formato más acorde, pero en cualquier caso, y dado que en USA no se ha recopilado, degustar esta historia de forma autónoma y completa en un solo volumen — sea del tipo que sea— no deja de ser una pequeña gozada.