Si me dicen hace unos años que Mark Millar iba a conseguir entusiasmarme otra vez con sus tebeos del Millarworld, no lo habría creído. Tras algunas obras muy medianías (o directamente mediocres) como “Sharky Cazarrecompensas”, las secuelas de “The Magic Order” (cuya primera parte ya fue durilla), “Prodigy” o “Space Bandits”, el escocés ha vuelto al camino de la molonidad con una ristra de blockbusters comiqueros de la talla de “Nemesis Reloaded”, “El Rey de los espías”, “Night Club” o, la que nos ocupa, “The Ambassadors”. Con su última obra, el escritor vuelve a tocar un tema que le gusta mucho: la existencia de superhéroes en un mundo “real”.
Además, sospecho que esta serie puede tener mucha más miga de la que parece y entroncar con “Big Game” (todavía no la he leído) y con el resto del Millarworld, en concreto con “Wanted” y con “Nemesis”. Si alguien recuerda el cómic de “Se busca”, en él se decía que los supervillanos acabaron con todos los héroes en los años 80. Ahora en “The Ambassadors” tenemos nuevos justicieros en pleno siglo XXI. Como he dicho, todavía no le he echado el guante a la serie dibujada por Pepe Larraz, pero fijo que hay alguna referencia.
The Ambassadors: superhéroes reales para un mundo real
Pero a lo que iba. Los superhéroes en un contexto realista es algo que llevamos viendo desde hace décadas. Alan Moore dio una lección sobre la materia en “Watchmen”. También podríamos hablar del Escuadrón Supremo primigenio y por supuesto de la mayoría de los tebeos independientes de J.M. Straczynski, desde “Rising Stars” para Top Cow hasta “The Resistance” para AWA. De hecho, el propio Mark Millar ya ha coqueteado muchas veces con esta idea y quizás sea “Kick Ass” uno de los máximos exponentes de este subgénero. Si bien es cierto que el protagonista no tiene habilidades especiales y recibe más hostias que Takemichi de “Tokyo Revengers”.
La premisa de “The Ambassadors” es simple y precisa. La doctora Choon-He ha dado con la tecnología para otorgar superpoderes a gente normal y decide crear una convocatoria para que todo el mundo que desee convertirse en un “super” se presente. Ella será la que decida quién es digno y quién no lo es. Y ya está. Millar no se complica tratando de explicar cómo se inventó la maquinaria necesaria ni le da más trasfondo a la idea principal de la miniserie. Él ha venido a jugar, a desplegar su espectáculo y hacer que nos divirtamos. Y vaya si lo consigue. Estamos ante un tebeo que se devora de una sentada, dejando con ganas de más.
La idea de “The Ambassadors” de hacer una historia de superhéroes de alcance global, alejándose de la habitual saturación del género con historias centradas en Estados Unidos, Inglaterra, Japón y poco más, es algo que Mark Millar lleva haciendo desde hace décadas. Ya en sus Ultimates presentó personajes como el Capitán España (aunque su presencia fue testimonial). Incluso en “The Authority” ya nos mostró un equipo de superhéroes de carácter proactivo, que es lo que pretende Choon-He con.
Ahora bien, el autor hace trampas para que no todo valga. Los miembros de “The Ambassadors” tienen a su alcance un catálogo de medio centenar de superpoderes, pero solo pueden cargar tres a la vez y nunca puede haber dos miembros usando la misma habilidad al mismo tiempo. Pequeños detalles en pos de hacer más complicados los desafíos de estos nuevos luchadores por el bien y la libertad.
Otros de los puntos destacables de “The Ambassadors” es que cada uno de los seis números está ilustrado por un dibujante distinto y ambientado en un país diferente, lo que priva a la obra de homogeneidad gráfica, pero le otorga una variedad de estilos que le sienta muy bien al constante cambio de ubicación. Ahora bien, Millar escribe cada episodio con el A,B,C de su plantilla: presentación del potencial miembro, exploración del motivo que le hace digno, reclutamiento y un plot twist que se va alimentando hasta llegar al explosivo clímax que peca de ser demasiado tópico. Aunque si se ha seguido la trayectoría del autor es algo a lo que uno ya está acostumbrado.
Siguiendo con los dibujantes, en “The Ambassadors” disfrutaremos del arte de Frank Quitely (Corea), Olivier Coipel (Brasil), Kark Kerschl, Matteo Scalera (México), Matteo Buffagni y Travis Charest (Francia). Lo de Charest es especialmente ilustrativo, porque fue contratado para este trabajo hace dos años, así que parece que la creación de la obra viene de lejos. Pongo el país de reclutamiento en los casos que me han parecido más destacables. Dependiendo del “aspirante” nos encontramos historias donde se tira más de la acción, en otras del corazón y otras apuestan por los chistes. Mi favorita a nivel de dibujo es la de Coipel (con un buen Twist final marca de la casa). A nivel de guion me quedo con la de Francia y Charest, al ser una versión desenfadada del Batman y Robin de Grant Morrison.
Lo único que me ha hecho torcer un poco el gesto son algunas bromas sobre temas sensibles cual peli mala de acción de la era Reagan. En fin, supongo que aunque Millar trate de evitarlo, su vena derechona tiene que aflorar por algún lado.
En definitiva, “The Ambassadors” nos muestra al Mark Millar bueno. El que, sin dejar de apostar por la acción, es menos flipado y más contenido en una obra con unos diálogos muy buenos, pinceladas de humor y bastante mala leche con unos comentarios sobre Marvel y Disney muy acertados. Habrá que ver si la historia continúa o no. Todo apunta a que sí, pero cuando se trata de un tebeo del Millarworld nunca se sabe.
La edición de Panini viene presentada en tamaño oversized, como todos los cómics del Millarworld, incluyendo pequeñas biografías de todos los implicados, así como una galería de portadas alternativas.