En verano de 2017, Netflix anunció la compra de los derechos del Millarworld, el conjunto de series creado por Mark Millar desde hace más de una década. Pues bien, desde ese momento sería susceptible de convertirse en diversas series o películas de la potente plataforma de streaming. Quedaría fuera del acuerdo las franquicias de Kick Ass, Wanted, The Kingsman (que ya tenían proyectos estrenados) o Nemesis cuyos derechos ya habían sido adquiridos previamente. Como Mark Millar es un culo inquieto (y debe tener ganas de forrarse todavía más), no ha parado de publicar desde entonces, movido más bien por el ansía de crear conceptos que sean susceptibles de ser adaptados, que por ganas de dar rienda a su creatividad.
En los últimos años, Millar ha tocado todos los palos: La fantasía con Reborn (con Greg Capullo), la acción desenfrenada con MPH (junto a Duncan Fegredo), la ciencia ficción pulp con Starlight (con Goran Parlov), su particular versión de los superhéroes con Jupiter’s Legacy (con el gran Frank Quitely) que verá la luz en breve, o también la versión de Harry Potter macarruza con The Magic Order (con Olivier Coipel), que fue la primera obra publicada tras el acuerdo con Netflix. Actualmente está probando suerte con Space Bandits (con Matteo Scalera, dibujante de Ciencia Oscura), y en junio terminó de publicar Prodigy, con Rafael Albuquerque como dibujante (miniserie de seis números que en menos que canta un gallo nos ha ofrecido Panini Cómics en un bonito tomo en tapa dura).
Con Prodigy, Mark Millar nos presenta la figura de Edison Crane. Nuestro protagonista es la definición más directa, excelsa y literal de lo que sería el puto amo perfecto, así de simple. Crane posee un intelecto prodigioso, su cerebro es capaz de trabajar en 100 problemas a la vez, y no hay nada que no pueda hacer. Es experto en artes marciales, habla todos los idiomas del hombre, no olvida nada que haya visto o leído, es capaz de superar cualquier acrobacia con el vehículo que sea… es filántropo, empresario, artista… En definitiva el perfecto y llamativo protagonista para una serie de televisión. Personalmente creo que también es una plasmación del ego del propio Mark Millar, como un ente que es capaz de todo, o en este caso, un guionista todoterreno al que no hay género que se le resista.
De hecho, el peso en la trama del carisma y de la contínua demostración de las capacidades del protagonista es tal, que el argumento de Prodigy es casi un elemento secundario. Pero haberlo, lo hay. Crane debe investigar una conspiración que podría acabar con la vida en la Tierra tal y como la conocemos. Al mismo tiempo debe hallar la solución a un meteorito que se aproxima al planeta y que ríete tú del de Armaggedon. Y sí, Millar va avanzando en la historia, pero ésta casi acaba dando igual ante la sucesión de set pieces de acción y cliffhangers que nos tienen deparados los seis números de la miniserie. Pensad en una película que mezcla todas las escenas trepidantes y más flipadas de la saga de James Bond, Misión Imposible e Indiana Jones, que además va cambiando de escenario (lo que nos hace seguir a Crane por un buen número de localizaciones a lo largo de todo el globo), y ese será el resultado de lo que vais a encontrar en esta nueva miniserie de Millarworld.
Prodigy es un tebeo trepidante, muy disfrutable. El problema principal que tiene es la propia naturaleza del protagonista diseñada por Mark Millar. Crane es tan capaz, e inteligente que sabes que siempre va a salir del entuerto, que se va a salir con la suya y que al final va a ganar inevitablemente. Lo único interesante es ver qué vuelta de tuerca o Deus Ex Machina se inventa el bueno de Mark para que salga airoso. El rol de los secundarios es maniqueísta, no ofrece sorpresa alguna y su resolución se ve venir a la legua. Si que me hubiera gustado saber más sobre turbia y depravada Hermandad del Dragón, pero claro, el guionista estaba más ocupado contando cómo Crane se enfrentaba a una horda de tiburores que desarrollando al resto de personajes. Por lo menos siempre nos quedará deleitarnos con el arte de Rafael Alburqueque, que realiza uno de los mejores trabajos de su carrera con una sucesión de planchas impecablemente narradas y sumamente espectaculares.
Espero que no me malinterpreten. Prodigy no es un mal tebeo, desde luego no es aburrido, y resulta perfecto para regalar a un público que no esté demasiado iniciado en el mundo del cómic o que simplemente quiera pasar un buen rato con su lectura.