¡Para volverse loco! Al fin, Masacre está listo para pasar una temporada en el Instituto Ravencroft. Ya sabes: donde llevan a los criminales dementes. Matanza también estará allí dentro… y no te esperes una pacífica terapia de grupo. ¡Es el choque que querías ver!

Los fans de las macarradas de los noventa están de enhorabuena con el evento arácnido de principios de este año, Matanza Absoluta, que también tiene sus tie-ins con otros personajes como Los Vengadores, Hulk y… sí, Masacre. Después de todo, Masacre es el único personaje del Universo Marvel que se ha fusionado con cuatro simbiontes. Y claro, eso para Matanza, que busca alimentarse de los restos de código simbionte que han quedado en las médulas de las personas que fueron infectadas, es todo un festín. Un “$%#@ unicornio”, en sus propias palabras.

La miniserie Matanza Absoluta vs Masacre, que entronca con la serie original de Donny Cates (Marvel Knights: 20 años, Motorista Fantasma Cósmico) y Ryan Stegman (Spiderman Superior, Spiderman: Veneno Inc.), consta de tres números que aquí han sido publicados dentro de la serie regular de Masacre, a razón de dos números USA en el número 46, más el tercero en el 47. ¿Que por qué no se han publicado los tres juntos? Porque si no hicieran estos experimentos editoriales, no sería Panini. Pero al grano… Si bien los nostálgicos noventeros (que los hay, y muchos) hacen palmas con las orejas ante un nuevo evento protagonizado por el simbionte más desquiciado conocido, también se alzan voces discordantes ante la ubicuidad de esta nueva deidad llamada Knull (que ya ha aparecido hasta en la colección de Estela Plateada). Aunque no estoy siguiendo la serie principal, soy de la opinión de que cuanto menos mística y cósmica sea una historia, más fácil me resulta meterme en ella. Por tanto, en el momento en que en un cómic empiezan a aparecer dioses y personajes y aventuras galácticas, desconecto. Sin embargo, en este tie-in con Masacre predomina el humor cafre y gamberro por encima del misticismo, lo cual es de agradecer. La historia empieza con Masacre y Spiderman huyendo de la galería de villanos de este último, invitados por Masacre a la fiesta de cumpleaños de Peter. Sólo a Masacre se le podría ocurrir semejante locura, y es a causa de esta falta de cordura que Spiderman “invita” a Masacre a seguir tratamiento psiquiátrico en el Instituto Ravencroft, dirigido por John Jameson (ex-astronauta, ex-marido de Hulka e hijo de nuestro director de periódico favorito). Allí se encontrará con toda la corte de simbiontes alrededor de Matanza, que no dudarán en darle caza para hacerse con su médula espinal y comérsela.

Frank Tieri (La Vieja Harley, Masacre: Agente de Arma X) ya cuenta con abundante experiencia escribiendo personajes desquiciados como Harley Quinn y Masacre, con lo que esta miniserie le viene como anillo al dedo. Masacre es aquí más bocazas y está más chalado que nunca, y nada como un ejército de simbiontes para sacar las espadas y la artillería pesada y descargar un poco montón de adrenalina. La presencia de abundante código genético simbionte en la médula espinal de Masacre no es más que el detonante para un delicioso buffet de disparos con guarnición extra de katanas y puñales, y muy bien regado con multitud de chistes para sacar de quicio al villano más pintado. Al dibujo tenemos al brasileño Marcelo Ferreira, que antes de fichar en exclusiva para Marvel había trabajado en franquicias como Regreso al Futuro o Transformers. Con la ayuda de las tintas de Roberto Poggi (Masacre: Asesino) y el color de Rachelle Rosenberg (La Guerra de los Reinos), el trabajo de Ferreira está lleno de acción y dinamismo, justo lo que este tipo de historia requiere.

Pese a que me esperaba más bien poco de este cómic (la mayoría de los tie-ins me suelen parecer sacacuartos insustanciales), me he divertido muchísimo con esta primera entrega de Matanza Absoluta vs Masacre. Pese a no haber seguido la colección principal, el texto de introducción de la primera página es más que suficiente para meternos en situación y no sentir que estamos más perdidos que un otaku en un burdel. Mucha acción, diálogos desternillantes y un dibujo excelente son los ingredientes necesarios para un cómic que, para mí, ha dado la campanada.