La línea Marvel Premiere parece que va como un tiro. Los Vengadores, Daredevil, Doctor Extraño, Spider-Man o Veneno están viendo cómo sus etapas recientes a cargo de autores punteros son reeditadas en un formato económico (aunque no tan económico como cuando fueron lanzadas) y a un ritmo bastante bueno. De hecho, con este volumen titulado La Guerra de los Reinos son tres las entregas dedicadas a nuestro Protector Letal preferido, teniendo programadas una cuarta en agosto y una quinta en noviembre. No está nada mal.
Para este Marvel Premiere de Veneno, Panini optó por empezar a publicar a partir del relanzamiento comandado por Donny Cates, cuya historia río dedicada al Dios Knull ha sido el eje sobre el que han girado todas las tramas. Curiosamente, de los cuatro tebeos americanos recopilados en el tomo que nos ocupa, ninguno lleva su firma. Vayamos por partes.
Los especiales que enriquecen la lectura de Veneno
El pistoletazo de salida viene marcado por el especial Web of Venom: Cult of Carnage. Curiosamente este es el primero de los especiales publicados en esta nueva andadura editorial del Veneno de Donny Cates. Con anterioridad llegaron Ve’Nam, Carnage Reborn y Venom Unleashed. Esperemos que Panini dedique algún volumen a los mismos, porque si son tan interesantes como el que menciono al principio del párrafo merecen mucho la pena.
Cult of Carnage está escrito por Frank Tieri, guionista que gozó de cierta fama en Marvel a finales del siglo pasado o principios de este, pero que lleva unos años dedicándose a proyectos menores. Este especial ha sido incluído porque siembra las bases de lo que será Matanza Absoluta, el primero de los eventos de Cates y que veremos por aquí en unos meses.
La acción se sitúa en el pueblo de Doverton. Aquel lugar apacible que fue tomado por el alter ego de Cletus Cassidy en el transcurso de la miniserie Matanza U.S.A. En dicha historia Matanza convertía a la mayoría del pueblo en avatares suyos. Pues bien, ahora Frank Tieri conduce a Misty Knight junto a John Jameson a investigar la misteriosa Iglesia de Knull que se ha formado, además de una serie de crímenes cuyas víctimas tienen todas la columna arrancada.
Estamos ante una historia que adquiere tintes de terror rural en la línea de lo que suele contar Stephen King en sus novelas. Tiere sabe dar una atmósfera inquietante y turbia a un especial que se lee con ganas y deja con ganas de más, en parte por el estupendo dibujo de Danilo S. Beyruth que, con unas reminiscencias un tanto cartoon que a priori no pega demasiado con el tono impuesto por Tieri, logra unos resultados excelentes. Está claro que si conoces un poco la premisa de toda la etapa de Cates en Veneno la sorpresa no es tal pero eso no quita para que el desarrollo sea sumamente cautivador e inmersivo.
Llegamos ahora a los tres números que Marvel coló en Veneno como tie-ins de La Guerra de los Reinos. El crossover que debería haberse cocinado y servido solo en el Thor de Jason Aaron pero que acabó salpicando a todo el Universo 616. Dicho cruce fue aprovechado por Cates para tomarse un break (aunque meses más tarde se vengó con el Rey de Negro y sus chorrocientos cruces) siendo sustituido por Cullen Bunn en los guiones e Iban Coello a los lápices… Exacto, el equipo creativo de Universo Veneno y sus secuelas.
Es de agradecer que Bunn pase de dejar huella o crear conceptos o sub argumentos que no irán a ninguna parte, limitándose a cumplir con el expediente. En el transcurso de este mini arco nos encontramos con Eddie huyendo con su hijo en una Nueva York que está siendo asediada por las fuerzas de Malekith. No tiene poderes, pues perdió su conexión con el simbionte en números pasados.
“Con el simbionte o sin él sigo siendo un idiota”
Pues bien, una bruja de Malekith se aburre y le da una gema que, y no diremos cómo, le permite ser Veneno o al menos algo muy parecido. Se peleará con un viejo villano que ha pasado por mil reescrituras este siglo y chimpún. Bunn trata de ofrecernos un relato que ahonda en el heroísmo innato de Eddie y su sentido del deber pero sin profundizar demasiado. No matan, pero tampoco molestan, siendo una lectura agradable y entretenida embellecida por un Iban Coello que se nota que se lo ha pasado en grande dibujando estas páginas llenas de monstruos.
En resumidas cuentas, tras este irregular alto en el camino que sirve para valorar más todavía el trabajo de Donny Cates, tengo muchas ganas de que llegue el próximo mes de agosto para saber cómo le va al bueno de Eddie.
