Hablaba precisamente en la reseña de la serie limitada DC contra Vampiros: Guerra a tumba abierta, hace ya un año, de lo bien que le sientan a DC estas series fuera de continuidad que ponen a los superhéroes y supervillanos en una tesitura diferente que los expone a una amenaza tan poderosa que se acaba llevando por delante a medio universo. Tras la edición en grapa por parte de ECC de la serie principal nos llega por fin la edición en tomos, concretamente dos. DC contra Vampiros vol. 1 (de 2) nos trae los primeros 6 números de la serie junto con el especial Hunters, dejando la otra mitad junto con el especial Killers para el tomo 2, que a estas alturas también tenéis disponible en tiendas. La serie se complementa con la citada serie limitada que se publicó en rústica y que cronológicamente se ubica entre este tomo y el siguiente. No sería de extrañar ver en el primer semestre de 2025 uno de esos tomos integrales con los 18 números y 2 especiales en un solo tochal, aunque… tal vez sería mejor esperar un poco dado que ahora mismo se está editando en EE.UU. otra nueva miniserie.
James Tynion IV y Matthew Rosenberg escriben esta serie en la que los vampiros acaban por plantar la guerra a los humanos infectando a algunos de los personajes más poderosos de la Tierra que provocará una suerte de Guerra Civil entre ellos, eliminando la barrera entre héroes y villanos como la conocíamos hasta ahora. Andrew Bennett, el conocido personaje de la cabecera Yo, Vampiro, será quien ponga sobreaviso a la Liga de la Justicia de la inminente e inevitable amenaza que se levanta, con un misterioso personaje que se hace llamar el Rey Vampiro, dirigiendo desde la sombra el ataque.
Lo mejor que tienen este tipo de series, y que las convierte en tales éxitos de venta, es la absoluta libertad con la que gozan sus autores. Si uno echa un ojo a Injustice, Marvel Zombies o DC contra Vampiros nos encontramos con series, a priori, con premisas hasta cierto punto bobas, en las que los populares héroes de la editorial se tienen que enfrentar a amenazas estereotípicas: el superhéroe que cambia de bando, zombies, vampiros, hombres lobo, o cualquier amenaza que se os pueda venir a la cabeza. ¿Qué diferencia esta serie al típico megaevento en el que los héroes se pelean entre sí por un acta de registro de superhéroes, un devorador de soles que deje la Tierra sin su principal fuente de radiación electromagnética o el final del Multiverso conocido? Pues fundamentalmente la libertad para convertir al mayor superhéroe en un villano, zombie o vampiro, y la posibilidad de matar a un peso pesado sin que te tiemble el pulso. Y eso, demonios, suele tener un efecto narrativo abrumador, especialmente para los que estamos acostumbrados a leer estas historias en las que sabemos que los héroes van a acabar resolviendo la amenaza, sea de la magnitud que sea. Aquí no. Sabemos que el mundo ya no va a volver a ser el que era… y eso tiene un morbo añadido para los lectores.
Es el caso de esta serie que nos ocupa, en la que como suele suceder, ya en el primer número nos muestra a algunos de los héroes más importantes que han sido vampirizados y otros que son destrozados por uno de los ataques. Es lo que podríamos llamar el efecto «Juego de Tronos» serie que popularizó el dejar al espectador boquiabierto porque se habían llevado por delante al protagonista en los primeros compases de la historia. Aunque en literatura y cómic eso no era nada nuevo, hay que reconocer que la adaptación de HBO de los libros de George R. R. Martin popularizó ese recurso y desde entonces lo hemos visto mucho en otros medios. En este caso concreto, tenemos a Green Arrow y a Batman como aparentes portadores del mayor peso de la historia, y serán los que intenten desbaratar los planes de los vampiros y, sobre todo, descubrir la identidad de su líder.
Otro de los grandes aciertos que tiene esta serie es su dibujante: Otto Schmidt tiene un trazo muy elegante y dinámico, y su estilo funciona muy bien con el tono tan cercano al terror que tiene la serie. Es capaz de combinar la acción sin que pierda la ambientación macabra y temible que proporcionan los vampiros. Lástima que, a medida que avanza la serie, parece que no llegaba a cumplir los plazos y tuvieron que buscar a otros autores como Simone Di Meo o Daniele Di Nicuolo que, sin hacer un mal trabajo, tienen un tono bastante diferente que, en mi opinión, contrasta demasiado. Al menos, la participación de estos se limita a líneas argumentales concretas (la del Escuadrón Suicida).
Con DC contra Vampiros tenemos una serie que no descubre la pólvora, pero resulta endiabladamente divertida y cuenta con un dibujo fabuloso. A pesar de contar con Tynion IV en los créditos, y viendo el posterior trabajo de Rosenberg en la serie limitada, algo me dice que el guionista de Hay algo matando niños o El departamento de la verdad ha participado más en el concepto y algunos diálogos, pero el peso recae más en su compañero de créditos. Esta serie, además, cuenta con la ventaja añadida de su extensión limitada, que se aleja de otras similares que se han alargado mucho más aunque, a tenor de la publicación de DC contra Vampiros: Guerra Mundial V, cuyo sexto y último número se publica en enero, tal vez acabemos teniendo otra de esas series que parece no acabar nunca con una miniserie tras otra. Mientras siga funcionando…
Lo mejor: Tremendamente divertida. A pesar de que siguen saliendo series relacionadas, no parece tener una extensión inasequible. Green Arrow siempre viene bien a una historia…
Lo peor: El hecho de que jueguen tan maliciosamente con los pesos pesados puede no gustar a los más puristas.