Una vez concluida la serie principal de DC contra Vampiros, surge un spin-off que se enfoca en un variopinto grupo de personajes, expandiendo así el peculiar universo ideado por James Tynion IV y Matthew Rosenberg. Es evidente que DC ha encontrado el éxito en esta fórmula de series ambientadas en un Universo DC enfrentado a una amenaza global, sin tener que atarse a la continuidad. A partir del evento Injustice, en el que Superman se convierte en un villano, la editorial ha descubierto lo bien que funcionan estos eventos autocontenidos, donde no hay reparos en eliminar a personajes, incluso a los más emblemáticos. Un claro ejemplo de esto fue la invasión zombie a DC, conocida como DCsos. La siguiente incursión nos llevó al Universo DC plagado de vampiros, en una serie que constó de 12 números y dos one-shot, Killers y Hunters. A pesar de la conclusión de la serie principal, quedaron cabos sueltos que requerían resolverse, para lo cual DC ha recurrido a su fórmula de series limitadas, que proporcionan además una visión global de la historia, desde múltiples perspectivas. ECC ha lanzado esta serie en un tomo en rústica, que analizamos en esta reseña: DC contra Vampiros: Guerra a Tumba Abierta.

John Constantine y Deathstroke encabezarán un grupo cuya misión es recuperar a uno de los miembros más cruciales en la lucha contra los vampiros. Su misión los conduce a las fosas de Lázaro, donde fortuitamente descubren una cura contra el vampirismo. Sin embargo, los vampiros cuentan con algunos de los superhéroes más poderosos entre sus filas, convirtiendo la misión en algo prácticamente suicida; un desafío al que Slade Wilson, también conocido como Deathstroke, está perfectamente habituado. Las fosas de Lázaro y el poder del Hechicero del Clima se convierten en los objetivos centrales de este grupo, integrado por personajes como Booster Gold, Mary Marvel, Blue Devil, Midnighter y Bane, entre otros. En su camino, se cruzarán con una serie de adversarios que van desde Azrael hasta Catman, Wonder Woman o Batwoman, lo que hace que esta misión sea tan compleja.

La serie está escrita por Matthew Rosenberg, quien conoce bien el universo en el que se mueve. Le acompaña el británico Alex Paknadel, que apenas lleva cuatro años en el mundo del cómic y que ha participado en series como Incursión de Valiant, así como algunos números sueltos en series como Joker o Darkhold. Cada número se compone de 23-24 páginas de serie principal, acompañadas por una historia corta que se centra en otro personaje y abarca de 9 a 10 páginas, con un equipo creativo invitado. La trama principal no es más que un entretenimiento puro, aunque aporta relativamente poco a la historia vista en la serie madre. Su enfoque principal es proporcionar entretenimiento, cerrar flecos sueltos y ofrecer enfrentamientos inéditos hasta la fecha.

Las historias cortas se centran en personajes como Nightwing, Relámpago Negro, Hawksmoor o Hiedra Venenosa. Con excepción de la historia de Nightwing, que se divide en dos partes y permite un desarrollo más extenso, el principal atractivo de las demás historias radica en su aspecto visual más que en su desarrollo narrativo. La trama principal de la historia está repleta de escenas de acción, que actúan como el motor impulsor de toda la narrativa. Cada enfrentamiento desencadena unas consecuencias que llevan a la siguiente secuencia de acción. Es importante destacar que este tipo de series no buscan necesariamente la excelencia narrativa en ningún momento, sino más bien proporcionar diversión y una experiencia de lectura entretenida, y en ese aspecto, sin duda, cumplen su cometido de manera sobresaliente.

Sin embargo, lo que realmente destaca en esta obra es su enfoque gráfico, que se presenta en un estilo bitono con predominio del rojo y que, en los números finales, se enriquece con tramas en tonos grises. El arte principal de la serie corre a cargo del ilustrador italiano Pasquale Qualano, conocido por su trabajo en obras como Bombshells y Harley Quinn. Su estilo añade el toque de oscuridad y suciedad necesarias para una historia sobre vampiros. Aunque es importante señalar que el dibujo de las historias cortas puede resultar aún más llamativo: Los artistas invitados aportan mucha frescura a la obra, cada uno con su propio estilo distintivo. Guillaume Singelin, con su dinámica estética manga, el chino Haining, que incorpora un toque shojo, o Acky Bright, que compensa un dibujo menos vistoso con una paleta de colores que cambia el bitono al azul, son ejemplos de lo que hace que estas historias sean especiales. Mención aparte merece la historia de Mirka Andolfo, un verdadero festín visual en la que la trama pasa a un segundo plano.

En resumen, DC contra Vampiros: Guerra a tumba abierta es un tomo que cumple su cometido al resolver algunos cabos sueltos y proporcionar una lectura divertida. Además, presenta a algunos autores con estilos prometedores que ofrecen una perspectiva fresca y única en esta historia de superhéroes y supervillanos vampirizados. El tomo no incluye ningún contenido extra, pero cuenta con las portadas normales y alternativas antes de cada número. Aunque no parece haber planes inminentes para más historias en este universo, al igual que ocurrió con DCsos, siempre existe la posibilidad de lanzar nuevas series paralelas o precuelas para seguir explorándolo. Para el lector español sí nos queda la edición en tomo de la serie principal ya publicada en grapa, que no debería tardar mucho en aparecer.

Lo mejor: Muy entretenida. Cierra algunas cosas pendientes.

Lo peor: Si no te interesa DC contra Vampiros… bueno, si no te interesa, ¿qué haces leyendo esta reseña? XD