Habitualmente, los productos laterales a un gran lanzamiento mediático tienen como objetivo aprovechar el tirón de una campaña de publicidad ya realizada, sin mostrar un especial interés en la obra final. Por ejemplo, Avengers: Infinity War Prelude, los cómics que aprovechan el tirón de la reciente Vengadores: Infinity War sirviendo de precuela al taquillazo del año, están firmados por Will Corona y Tigh Walker, dos autores no especiamente afamados. La adaptación a cómic de Batman Forever fue dibujada por Michal Dutkiewicz, cuyo nombre acabo de ver hoy por primera vez. Y los cómics que aprovechaban el tirón de la saga de videojuegos Batman: Arkham, aunque estaban firmados por guionistas de la talla de Peter Tomasi o Paul Dini, no estaban a la altura de lo que estos escritores suelen hacer. Es por ello que cuando salió el cómic de Injustice: Gods Among Us en grapa pensé que estábamos ante otro caso de explotation descarada y ni me acerqué a él.
No podía estar más equivocado.
Van pasando los meses y me van diciendo varios amigos que cómo es que no leo Injustice. Que es lo mejor que está publicando DC en ese momento (recordemos que a esa altura, DC lleva año y pico embarcada en los no excesivamente populares Nuevos 52). Que Tom Taylor es un tío al que hay que empezar a seguir. Y me pica la curiosidad, aunque miro con recelo a la precuela de un videojuego que, además de explotation, explora el universo de un juego de tortas a lo Mortal Kombat.
Y finalmente me decido a sumergirme en el mundo de Injustice y me doy cuenta de que todas las alabanzas a esta obra eran plenamente merecidas.
Injustice
Sólo hace falta un mal día para volver loco al más cuerdo de los vivos, decía el Joker en La broma asesina. Y esa es la idea de partida con la que arrancamos Injustice. Lo que pasa es que cuando el mal día lo tiene alguien como Superman, la pérdida de cordura es algo un tanto peligroso. Mezclando la frase de Alan Moore con el aforismo de Lord Acton sobre el poder absoluto y la corrupción absoluta, tenemos que un mal día para Superman es la receta perfecta para el desastre.
La historia empieza con el Joker dándole un mal día a Superman. Le dio un mal día a Gordon, otro a Batman… parece que el Joker es el repartidor oficial de malos días del Universo DC. Pero aquí se pasa un poco. No sólo secuestra a Lois Lane estando embarazada, en uno de los días más felices de Superman. No sólo acaba con la vida del gran amor del mayor superhéroe que ha existido jamás, y con la existencia de un hijo nonato. También convierte en cenizas la ciudad en la que ha desarrollado la mayor parte de su vida. Y claro, Superman pierde los papeles en esa situación. ¿Quién no lo haría?
Superman decide en este momento que seguir las reglas le ha convertido en un hombre que lo ha perdido casi todo. Su mujer, su hijo, gran parte de sus amigos. Así que a partir de ese momento que le den a las reglas de los demás, las nuevas reglas las pone él, y se convierte, previo golpe de estado a nivel mundial, en el líder supremo del planeta. ¿Quién le va a rechistar nada al hombre que lleva los calzones por fuera porque puede? Bueno, la respuesta que se le pasa a uno por la cabeza es que nadie. Pero hay un pequeño grupo de héroes, encabezados por alguien que os podéis imaginar, que dice que no están dispuestos a pasar por una dictadura planetaria. Y ya tenemos el conflicto montado.
Lo que tenemos aquí es una serie que bebe principalmente de tres fuentes. La primera, ya mencionada, es La Broma Asesina. Pero la idea de un planeta dominado por un grupo de superhéroes con una resistencia contra los supertiranos tampoco es nueva. Kingdom Come es quizás la referencia más obvia por tener a Superman al frente, aunque no es la única. También podríamos hablar de Irredeemable, también de Mark Waid, que es la respuesta del autor a la pregunta «¿qué pasaría si Superman perdiera los papeles?«. O incluso el Escuadrón Supremo de Marvel. Y el uso de la violencia al límite cuando el héroe no encuentra ningún camino más por delante también es algo que se ha visto en un buen puñado de ocasiones, pero aquí podríamos decir que, con la muerte del Joker, despierta ecos del Regreso del Caballero Oscuro de Frank Miller.
Injustice es, por tanto, una obra que no viene a revolucionar, no cuenta nada nuevo, y además todo lo que hace lo hace fuera de continuidad, donde los autores tienen más manga ancha que en los tebeos oficiales, pero es un cómic ágil, absorbente, una lectura que, aún sonando a algo ya visto, te atrapa y no te suelta. Es lo que ocurre cuando una historia está bien escrita.
Por ponerle alguna pega, podríamos hablar de la parte gráfica de la obra. En trece números (de grapa), tenemos siete dibujantes, trece entintadores y siete coloristas. La inestabilidad estilística es innegable, por mucho que haya unos diseños de personaje que todos los autores implicados respetan, cada cual tiene su estilo. Podemos suponer que esto se debe a que para las majors el cómic digital es aún un producto de segunda, aunque haya casos como Injustice en el que su éxito y su prestigio haya superado al de muchos de sus hermanos mayores.
El formato original
Injustice: Gods Among Us, el cómic, ve la luz originalmente en formato digital apaisado, concebido para ser leído en la pantalla del ordenador o, mejor aún, en una tablet. Habitualmente, la lectura de cómic en dispositivos electrónicos no me resulta satisfactoria. En el ordenador, al estar la pantalla en una posición fija, obliga a un cierto estatismo durante la lectura que resulta incómodo. Y en tablet, si se lee en formato vertical la página aparece a tamaño reducido, y si se lee en horizontal, no se ve la página completa.
En este caso, al estar concebida la página de forma horizontal, ninguno de esos problemas existe. Además, la narrativa aprovecha la composición horizontal, haciendo que la lectura digital, especialmente en tablet, sea tan disfrutable como la física.
La traslación del formato digital original, en lugar de imprimir las páginas en apaisado, se ha hecho imprimiendo dos páginas digitales por página de papel. En ningún momento supone un problema en la lectura, quedando en algo anecdótico el hecho de que cada página de papel esté dividida en dos mitades.
El integral de ECC incluye los doce números en grapa de la edición en papel, que a su vez fueron la edición física de los primeros treinta y seis números digitales, y el primer anual de la serie.
En resumen…
¿Lo mejor de DC durante la época de los Nuevos 52? A ver, se tiende a demonizar esta época de la editorial de la misma forma que se demonizan los cómics mutantes de la Marvel de los 90, pero en los Nuevos 52 ha habido obras no sólo defendibles, sino incluso clásicos modernos. Durante los Nuevos 52 hemos podido leer la Wonder Woman de Brian Azzarello, la Batgirl de Burnside, el Grayson de Tom King o los Omega Men del mismo autor.
¿Que está entre las mejores obras que ha publicado la editorial durante esos cinco convulsos años? Sin ninguna duda. Cuando dentro de un par de años se empiece a hacer el tradicional listado de los mejores cómics de la década, el primer año de Injustice estará en más de uno. Y además viene a rellenar el hueco que dejó la desaparición de los Elseworlds en el corazoncito de los fans de las historias imaginarias. Aunque claro, ¿acaso no lo son todas?