Parece mentira que hayamos tardado más de veinte años en poder disfrutar de Flinch en un solo volumen integral. Pero claro, teniendo en cuenta la historia de la serie en nuestro país podemos afirmar aquello de “nunca es tarde si la dicha es buena”.
Originalmente, Flinch fue publicada por el sello Vértigo de DC entre junio de 1999 y enero de 2001. En España supimos de ella gracias a Norma Editorial, que editó los diez primeros números en cinco prestigios de esos que le gustaban tanto (y que costaban un ojo de la cara). Los seis números restantes los publicó Recerca en un solo volumen, aunque por desgracia pasaron bastante desapercibidos.
Llegamos así al año 2005. Planeta se hace con los derechos de DC Comics…y poco importa, porque pasan olímpicamente de Flinch. No sería hasta hace unos pocos años que ECC le echó el ojo a la serie con una serie limitada de tres volúmenes. Ahora, por fin, en los últimos coletazos del 2022 podemos disfrutar de esta serie de terror en toda su gloria en un tochazo integral.
Pero, ¿Qué es Flinch?
Flinch es una rara avis dentro de su propia editorial. El sello Vértigo fue rompedor en muchos aspectos, tanto por los personajes que “robó” a la línea heróica de DC como por series del tipo 100 Balas, Predicador, The Sandman o Transmetropolitan. Sin embargo, nunca trabajaron demasiado el concepto de antología, salvo excepciones como Noches Eternas o los especiales de Vértigo al filo del invierno.
No obstante, anticipándose al revival del cómic de género que hubo a comienzos de siglo con obras como 30 días de oscuridad o Los muertos vivientes, en DC Comics/Vertigo apostaron por todo lo alto por una cabecera que incluiría tres relatos de ocho páginas en cada número. Así nació Flinch, una colección de historias cortas de terror con clara vocación de devolver los escalofríos al noveno arte pero con una peculiaridad muy grande.
Salvo algunas excepciones, las historias de Flinch intentarían causar pavor al lector con tramas ancladas en la verosimilitud. Ya se sabe que la realidad siempre supera a la ficción, que la imaginación del hombre alberga un sinfín de pesadillas o, como expresó Goya, que el sueño de la razón produce monstruos.
Por eso, no esperen ver por aquí a Drácula, el Hombre Lobo, zombis varios o diablillos haciendo de las suyas. Desde la editorial pensaron que eso era cosa del pasado, de cabeceras como Tales from the crypt oWeird Science, por lo que, siendo respetuosos con sus precedentes, prefirieron apostar por lo que años más tarde se ha denominado terror elevado.
Así pues, este integral (que es a tamaño comic book, no jibarizado) de Flinch nos regala casi medio centenar de cuentos modernos de terror de la más diversa índole y ambientación, cuya única limitación es la inmensa imaginación de sus creadores. Un plantel de autores que, partiendo de unas directrices básicas (intentando anclarse al mundo real) han logrado convencerme con sus variopintas aproximaciones a todo tipo de tópicos, perturbaciones o locuras.
Dejo para el final de la reseña mi opinión sobre el plantel de autores. Para Flinch, los editores echaron la casa por la venta. Desde autores poco habituales de este tipo de historias como Jim Lee, Frank Quality o Phil Jiménez, pasando por tótems como Richard Corben, u otros como Bruce Timm, Bruce Jones, Steve T. Seagle o Eduardo Risso. También encontraremos a una legión de autores independientes ansiosos por aportar su granito de arena a Flinch. No hay más que ver la ficha de escritores y dibujantes que aparecen en la lista de este tebeo para flipar un rato largo.
Entre las historias más destacadas encontramos las firmadas por Greg Rucka y Brian Azzarello, que funden con ingenio y eficacia el noir más oscuro con lo macabro y el humor negro. El clásico Bruce Jones firma también un puñado de cortos memorables que evidencian cuál es el terreno en el que se siente más cómodo el veterano escritor, encontrándose entre mis favoritas, especialmente, la dibujada por Paul Gulacy.
También es agradable ver a Bruce Timm completamente desencadenado o a un Jim Lee con un registro muy distinto al que nos ha acostumbrado durante toda su carrera. Luego tenemos a Garth Ennis, que nos da una versión del hundimiento del Titanic muy marca de la casa o a Bill Willingham extrapolando su trabajo en Fábulas con divertidos resultados y moraleja incluída.
En definitiva, Flinch ofrece diversión en cantidad. La calidad varía bastante dependiendo del equipo creativo pero no ha habido ninguna historia que me haya hecho torcer el gesto. Eso sí, recomiendo no leer todo el volumen de un tirón. Es mejor disfrutarlo poco a poco.
