Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Goya. Lo Sublime terrible

Goya. Lo Sublime terrible
Guion
El Torres
Dibujo
Fran Galán
Formato
Cartoné. 19,5 x 27,5 cm. 120 páginas. Color
Precio
25€
Editorial
Dibbuks. 2018

Que la razón produce monstruos (al menos el sueño de ésta) ya nos lo dijo Goya hace más de doscientos años, pero aún se nos olvida y Goya. Lo sublime terrible es un buen ejemplo en más de un sentido.

Con tan sólo haber leído algún comentario y haber visto algunas imágenes previas de este tebeo, los fantasmas empiezan a asomarse por nuestras cabezas. Me explico: Si conocemos la obra de El Torres, ya sabemos que aunque este señor hace de todo y la gran mayoría bien, es en el terror donde vemos lo mejor de sí mismo. A Fran Galán lo tenemos menos ubicado. Tan sólo se puede leer otro cómic largo con su nombre, Relatos del bosque de los suicidas, y alguna historia corta como la publicada en Digital Nemo, pero basta haber estado un poco al tanto de las redes sociales y haber visto alguna de las previas para ponernos los dientes largos. Y por el otro lado tenemos a Goya, uno de los pintores más grandes de la historia y también uno de los más populares entre los que son sólo ocasionales del Arte. Particularmente sus pinturas negras tienen algo siniestramente hipnótico que cautiva a expertos y profanos. Por si fuera un poco, vivió en una época políticamente convulsa, con lo que las posibilidades narrativas se multiplican. La razón nos dice que 1 más 1 son dos, pero cuando uno ve estos ingredientes de autores y premisa de partida, no se puede evitar que uno más uno serán 9 o 10.

Lo que tenemos aquí es un juego muy inteligente donde El Torres lleva a Goya a su terreno. Sin caer en la licencia histórica gratuita, pero sin dejar que el rigor biográfico anule una buena historia de terror, toma como premisa las brujas, las conspiraciones y los problemas de salud de Goya para contarnos un relato donde vida y obra se entremezclan.

Lo primero que llama la atención es que no estamos ante un protagonista amable. Sorprende el desapego con el que trata a su mujer y a su hijo y hasta llega a resultar hosco en muchas ocasiones. Son los pequeños detalles como éste los que El Torres maneja con sutileza y precisión. La cima profesional tiene un precio y la frustración personal y creativa que arrastra nuestro protagonista será el hilo conductor hacia la historia de terror que siempre se mueve en esa fina línea entre la realidad y la ensoñación. Cuando la sordera y la enfermedad aíslen aún más a Goya, no habrá marcha atrás para los monstruos. Es este momento en el comienza nuestra historia a modo de flashforward en toda una declaración de intenciones absolutamente escalofriante.

Con todo esto, urde un planteamiento donde su vida alimenta su obra y viceversa. Puede recordar en cierto modo a un Providence menos centrado en la metatextualidad con el relato de terror como fin en sí mismo. Del mismo modo que en la obra de Moore, el protagonista se encuentra también superado en todo momento por la naturaleza de cuanto le rodea y es a la vez mensajero de ésta.

Tenemos una magnífica labor de caracterización, un cuidado de documentación exquisito, una pasmosa habilidad para elegir qué fragmentos de la vida y la obra apoyan la historia, un juego muy inteligente con el momento intelectual de la época donde la razón ilustrada se abría al Romanticismo y un ejercicio de reconstrucción de la vida y sobre todo la leyenda de Goya a través de su obra que es lo mejor de este libro.

No obstante, querer abarcar todo esto en 120 páginas da como resultado que en Goya. Lo sublime terrible se echa profundamente en falta un desarrollo de trama en su sentido más convencional. Prácticamente toda la obra es la presentación de una idea. Hablamos de una realmente potente, astutamente incluida en la vida y la obra del pintor y encajada con el componente sobrenatural y terrorífico, pero se echa en falta una argumento lineal que termine de enganchar.

De algún modo El Torres ha salido más que airoso en todo el subtexto y la preproducción, pero se ha quedado algo escaso en lo que es el desarrollo más elemental de una trama, con elipsis quizá excesivamente amplias que dejan al lector un tanto desamparado con una cierta sensación de empezar una historia nueva por cada capítulo.

Es una pena que la obra no termine de resultar redonda en ese aspecto, ya que el dibujo de Fran Galán también está completamente a la altura de la minuciosidad del resto de facetas. El estilo de Fran Galán es difícilmente ubicable y cuesta adivinarle influencias. Quizá podríamos arriesgarnos ver en él algún atisbo de Carlos Gimenez, de Frank Robbins, de Kyle Baker o hasta Hugo Pratt, pero proviniendo principalmente del mundo de la ilustración, probablemente su referentes vengan en gran medida de fuera del cómic. De algún modo también consigue incorporar el estilo del propio Goya al suyo propio pero sin mimetizarlo y consiguiendo que funcione en un medio como el cómic.

Galán consigue incluso variar de registro, muchas veces incluso de viñeta en viñeta, en función de lo que requiere el momento, pero manteniendo una línea de coherencia gráfica cohesionada. Puede ser en gran parte por el uso de la paleta y la textura con la que trabaja el color, que no solo fusiona los registros, sino que dota a Goya, lo sublime terrible de una atmósfera única que une el ambiente de época con el terror.

La verdad es que es difícil achacar cualquier tipo de fallo a esta obra pero de algún modo, hablamos de dos monstruos como El Torres y Fran Galán abordando algo como las pinturas negras de Goya. Por mucho que la razón nos diga que 1+1 son 2 es inevitable soñar con más.