Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

American Vampire. Volumen 1

American Vampire. Volumen 1
Guion
Scott Snyder, Stephen King
Dibujo
Rafael Albuquerque, Mateus Santolouco
Color
Dave McCaig
Formato
Cartoné, 384 páginas. A color.
Precio
37 EUR
Editorial
ECC Ediciones. 2022
Edición original
American Vampire núms. 1 a 11 USA

Astuto, despiadado y malo como una culebra, Skinner Sweet es un pistolero completamente corrupto. Cuando los vampiros europeos llegan al Viejo Oeste americano, convierten a Skinner en una auténtico monstruo: el primer Vampiro Americano. Skinner se convierte en algo completamente nuevo: una raza de vampiro más fuerte e inmune a la luz del sol, que odia a todos y cada uno de sus aristocráticos ancestros europeos.

Como bien dice el escritor Stephen King en el prólogo de este volumen, el cine moderno ha convertido a los vampiros en melancólicos caballeros sureños y adolescentes anoréxicas. En Entrevista con el Vampiro (Neil Jordan, 1994), el maligno Lestat y la insaciable Claudia molaban mil veces más que el pamplinas de Louis. Y por favor, no me hagáis hablar de Crepúsculo (sobre todo porque no he visto ninguna película de la saga, hasta ahí podríamos llegar). Tanta historia romántica pretende hace olvidar que los vampiros son, en esencia, crueles cazadores y depredadores, cuyos poderes e inmortalidad les ponen en el extremo superior de la cadena alimentaria. El vampiro carece de moralidad; los conceptos humanos del bien y el mal dejan de aplicárseles en cuando dichos humanos nos convertimos en, esencialmente, comida para ellos. Por eso resulta tan refrescante un cómic como American Vampire, en el que el protagonista es malo de verdad. Más malo que la carne de pescuezo.

american vampire

En 1880, Skinner Sweet era un forajido de los que le roban el caramelo a un niño y luego disparan al niño. No es de esos criminales carismáticos que te acaban cayendo bien y se convierten en antihéroes, como Pablo Escobar o Tony Soprano. No, Sweet es de esos malos a los que deseas que ahorquen en la silla eléctrica dentro de la cámara de gas. Y justo cuando consiguen apresarle y llevarle ante la justicia (para, ya sabéis, ajusticiarle), consigue escapar con la ayuda de su banda. Pero durante la fuga, en medio del tiroteo, Sweet resulta infectado con la sangre de un banquero vampiro (disculpad el epíteto) de origen europeo, y se convierte así en el primer vampiro americano. Esta nueva raza de vampiro cuenta con diferentes poderes y debilidades, entre ellos una mayor fuerza física y resistencia a la luz solar. Cuatro décadas después, en 1925, Pearl Jones es una joven aspirante a actriz quien, en una fiesta organizada por un productor cinematográfico europeo, es entregada junto a otras chicas como comida a una camarilla de ricos vampiros, imaginamos que a cambio de financiación para nuevas películas. Sin embargo, Pearl sobrevive a la cena (ya me entendéis) y es convertida en vampiro por… sí, el mismísimo Skinner Sweet. Pearl, al contrario que Sweet, mantiene su buena naturaleza y decide vivir su nueva vida (o no-vida) sin tomar vidas humanas, en compañía de su amante Henry.

Skinner Sweet y Pearl Jones se convierten en los protagonistas de las dos historias que discurren paralelas en este primer volumen, y que se extienden a lo largo de varias generaciones. Así pues, la viuda y la hija del agente de la Agencia Pinkerton James Book se convierten en cazadoras de vampiros, y sus investigaciones les harán cruzarse con las vidas de Skinner y Pearl en repetidas ocasiones. Además, por el camino seremos testigo de la creación de nuevos vampiros americanos, y de la aparición de razas vampíricas que se creían extintas, como el Strigus Gaelic-Prime, de origen irlandés, que se han mantenido ocultas en los EEUU. El guionista Scott Snyder (El resurgir, El Batman que ríe), cuyas obras más interesantes suelen estar fuera de las franquicias más mainstream de DC Comics, crea un universo de vampiros y cazavampiros que se desarrolla a lo largo del primer cuarto del siglo XX. Un universo plagado de grises en el que chupasangres y lanzaestacas son a la vez protagonistas y antagonistas de una lucha de la luz contra las sombras a la que asistimos en un continuo claroscuro.

Los cinco primeros números, que conforman el primer arco argumental de la historia, contienen como complemento la historia del origen de Skinner Sweet, escrita nada más y nada menos que por el gran novelista de terror Stephen King, cuyas historias Apocalipsis y N. han sido llevadas al cómic, entre muchas otras, pero que supone tan sólo su segunda incursión en el cómic como guionista, tras su otra única obra, Creepshow, de 1982. El dibujo de los nueve primeros números incluidos en este volumen es obra del artista brasileño Rafael Albuquerque (Prodigy, Huck), mientras que los números 10 y 11 corren a cargo de otro artista con un estilo no muy diferente, Mateus “Matt” Santolouco (Hungry Ghosts, Las Tortugas Ninja). Si nos ponemos exquisitos, el terror que transmite esta obra no proviene tanto de los vampiros como de la humanidad que le precedía. Skinner Sweet es un vampiro que acojona, cierto, pero no es menos cierto que ya en vida era un pedazo de cabrón con los cuernos retorcidos. Al igual que el suero del supersoldado, el vampirismo en su caso no hizo más que potenciar lo que ya llevaba dentro. Y lo mismo podríamos decir de la élite de ricos vampiros europeos que son los que ostentan el verdadero poder. Si les quitaras su condición de vampiros, seguirían siendo la misma reala de hijos de puta. Como dijo aquél, “no me dan miedo los muertos, me dan miedo los vivos”.

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Este primer volumen de American Vampire, publicado por ECC Ediciones, recoge los once primeros números, de un total de veintisiete (más la miniserie American Vampire 1976, que supone el desenlace de la historia). American Vampire es una saga que se extiende a lo largo de casi cien años, con unos protagonistas que, pese a resultar odiosos (como Skinner) y adorables (como Pearl), se complementan y nos guían a través de la historia de los Estados Unidos del último siglo y medio. Una fascinante mezcla de géneros que se devora (je) de una sentada y deja con ganas de más.