En diciembre de 2021 Norma Editorial comenzaba la publicación en España de “Killadelphia”, serie independiente publicada por la todopoderosa Image Comics que venía con un nominación a los premios Eisner bajo el brazo. Su guionista Rodney Barnes se había labrado una carrera en la pequeña pantalla como escritor de shows como “Runaways” o “American Gods”. Esta última a la postre se ha mostrado como una influencia bastante destacada para el cómic que nos ocupa.

Los anteriores volúmenes de “Killadelphia” ofrecieron varias capas de lecturas. La más evidente es que estamos ante un tebeo de terror sobrenatural en el que vampiros centenarios quieren sembrar el caos en la capital del estado vecino a Nueva York. Por otro lado, y aquí es donde está la verdadera miga, la serie era una furibunda crítica a la desigualdad social, que al mismo tiempo denunciaba el racismo endémico de Estados Unidos. Pues bien, con esta cuarta entrega Barnes y Alexander aumentan la mitología de la serie y colocan las fichas sobre el tablero de cara a una encarnizada guerra que está al caer.

Killadelphia: el fin de todo o por lo menos de cualquier esperanza posible

Cuando llevamos pocas páginas de este cuarto tomo de “Killadelphia” nos encontramos con la presencia de un nuevo enemigo para el Detective John Sangster Jr. Ni más ni menos que el regreso de George Washington. Lo bueno es que si los enemigos crecen, también lo harán los aliados, con la presencia de un clan de licántropos y una panda de cazadores de vampiros que en manos de Jason Shawn Alexander tienen una maravillosa vibra al Blade setentero de Marvel que tanto bebía del héroe afroamericano Shaft.

En “Killadelphia: el fin de todo”, el equipo creativo se marca algunas escenas de acción espectaculares, pero lejos de convertir la obra en un tebeo de tollinas consiguen ir intercalando esos detallitos de corte social (la escena con los padres enfermos, por ejemplo) que ya son marca de la casa, dando como resultado un equilibrio perfecto entre ritmo y emoción del que carecía el tercer volumen, el más flojo sin duda.

En el lado negativo sí que me gustaría mencionar que hay tantos personajes, bandos, intrigas, traiciones que en algunas ocasiones la historia se vuelve algo confusa, pero nada que no se pueda arreglar con una relectura o una ojeada a los primeros recopilatorios.

La parte artística sigue siendo el punto fuerte de este cómic, Jason Shawn Alexander continúa realizando un trabajo espectacular, cuidando mucho la narrativa y la ambientación para lograr esa atmósfera lúgubre y opresiva que ya es una de las principales señas de identidad de “Killadelphia”. Rematando sus lápices, Luis NCT sigue aplicando con maestría la oscura paleta de colores con la que nos llevan de paseo de manera creíble por una ciudad en la que los muertos vivientes campan a sus anchas.

En resumidas cuentas, la obra que nos ocupa consigue restaurar completamente el interés por la historia. De todas formas, habrá que ver por dónde tiran los responsables de la misma, porque quizás sería conveniente ir fijando un desenlace en el horizonte. En Estados Unidos “Killadelphia” ha alcanzado su número 32 con la presencia de varios personajes de Image Cómics invitados. Parece que la conclusión está todavía lejos.

Postdata: La coña con la película “Una pandilla alucinante” me ha parecido impagable. Espero que alguien grite en el siguiente volumen aquello de ¡El Hombre Lobo tiene pelotas!