¡Buenos días queridos amigos de los chupasangres! Hoy vamos a hablar de un tebeo de vampiros muy especial: La Tumba de Drácula. Eso es, la colección publicada por Marvel Cómics dedicada al señor de los no muertos. Un tebeo que, seguro que estáis de acuerdo conmigo, ha alcanzado la categoría de mítico, de inalcanzable, casi un Santo Grial entre la comunidad comiquera. Todo el mundo lo conocía, casi todo el mundo decía que era una pasada, pero la mayoría de gente no había podido tener acceso a él.
Drácula para todos
La Tumba de Drácula (uno de los diez mejores de los años 70 para el staff de esta web) tiene una historia muy particular en nuestro país. La primera vez que se publicó fue en los magazines de terror de ediciones Vértice. Por supuesto, se publicó incompleta, desordenada y con las traducciones creativas de la época. Más tarde Fórum lo intentó dentro de una cabecera llamada Clásicos del Terror, con formato magazine y compartiendo serie con el Hombre Lobo. Pues bien, ni veinte números duró. Con motivo del estreno de Blade se sacaron de la manga un tomito donde reeditaban seis números de la serie, y aunque ni siquiera era la primera aparición del cazador de vampiros, sí que lo era de su némesis fílmica Deacon Frost.
Tuvimos que esperar hasta el comienzo del presente siglo para que, dentro de la línea Grandes clásicos del cómic, Planeta se atreviera a publicar toda la serie pero en formato mini en blanco y negro, pero eso sí, precio asequible. Esta edición, pese a ser completa, es de las más denostadas por no respetar el formato original. En 2005 llegó Panini, que también lo intentó con la serie. En primer lugar con dos Essential (tamaño comic book, tapa blanda y blanco y negro) con los casi cincuenta primeros números. Y luego más tarde, mediante su acuerdo con SD para publicar toda la cabecera dentro de la línea Marvel Limited Edition. Ya saben, ediciones numeradas limitadas a 1500 unidades. Sorprendentemente fue todo un éxito, con todos sus números agotados y alcanzando cotizaciones absurdas en el mercado de segunda mano.
Hemos tenido que esperar hasta el presente año 2020 para tener una edición económica al alcance de todos. Ahora habrá quien hubiera preferido tomos más gordos en lugar de tomos tan finos. Pero eso es otra historia.
Bienvenidos a Transilvania
Como bien dicen en el prólogo de La Tumba de Drácula, Marvel esperó al momento adecuado para poder lanzar esta colección. En los años 70 el célebre Comics Code se relajó un poco y eso ofreció la coyuntura adecuada para que las editoriales volvieran a lanzar múltiples proyectos relacionados con lo sobrenatural y el terror. En la Casa de las ideas eso se tradujo en un aumento de personajes de estas temáticas o en el potenciamiento de la publicación de magazines en blanco y negro destinados a un público más adulto.
Vamos a decir las cosas claras. La Tumba de Drácula es un cómic de terror, sí, pero un terror muy blandito. Puede que fuera publicada en tiempos más tolerantes pero aún con todo el público objetivo de Marvel Comics seguían siendo los niños y adolescentes. Por lo tanto el tono de las historias está lejos de lo que se podía ver en las publicaciones de la Warren o EC Comics o en cualquiera de los cómics de terror publicados en los años 50. Casi me atrevería a etiquetar La Tumba de Drácula como un thriller de suspense, con unas pinceladas de horror y también algo de aventura. Nada que objetar por mi parte, la verdad.
Hola, Drácula!
La historia de La Tumba de Drácula bebe mucho de lo contado en la mítica novela de Bram Stoker, pero no puede ser considerada una continuación canónica ni por asomo. Todo comienza cuando Frank Drake, descendiente del mismísimo conde, la lía parda. Y es que al reclamar su herencia (un pedazo de castillo) libera del sueño eterno a Drácula. A partir de aquí comenzará un juego de atrapa al ratón, donde la posición del gato se intercambiará según sea el caso entre Drácula y el mencionado Drake, además de otros personajes descendientes de los protagonistas de la novela como son Quincy Harker (que va en una silla de ruedas armado hasta los dientes!) o Rachel Van Helsing (una protagonista femenina, un avance para la época).
Pese a todos estos protagonistas, lo destacable es que el protagonista absoluto y auténtico no deja de ser el villano, o sea Drácula. La serie nos ofrece una visión de los vampiros bastante sobria y romántica, con todos los tópicos que han perdurado durante décadas. Pero este viaje alrededor del mundo con Drácula cazando, y siendo cazado, es una gozada. Drácula siembra el terror y la muerte por donde pasa, dejando una estela de destrucción, donde su figura queda impregnada para eternidad. Como hemos dicho, la dosis de terror es muy sutil, aunque en ocasiones recuerda a los viejos filmes de la Hammer.
A lo largo de los diecisiete tebeos incluídos en estos dos volúmenes conoceremos a víctimas, lacayos, aliados de Drácula. Con algunas historias que sí ponen los pelos de punta, pero más por la descripción de la naturaleza humana que hace Gerry Conway que por los vampiros en sí. Desde el relato en que una richachona está dispuesta a todo por gozar de la vida eterna (o la belleza eterna en su caso) hasta la avaricia de quienes quieren echar el guante encima al buen Conde con oscuros motivos. De terror más al uso sí que me gustaría destacar el capítulo “La casa de los gritos” o la particular versión de Los chicos del maíz donde todos los niños del pueblo están bajo la influencia de nuestro protagonista. Pequeñas perlas de genialidad, oigan.
De todas formas lo que ha quedado a fuego y a la postre, ha sido la aportación más celebrada de La Tumba de Drácula a la mitología Marvelita: la aparición de Blade. El mítico cazavampiros con su pelo a lo afro y sus pintas a lo shaft, no deja de ser una exploitation del mítico policía del Bronx llevada al terreno sobrenatural. Resulta curioso ver lo expeditivo, violento y cruel que es, al no reparar nunca en posibles alternativas que no pasen por clavar una estaca al vampiro de turno.
Pese a los titubeantes inicios con hasta cuatro guionistas, es Marv Wolfman el encargado de escribir las peripecias de Drácula, llevando a cabo un trabajo excelente con un guion donde no paran de pasar cosas pese al ritmo pausado de la historia. Wolfman retrata al rey de los vampiros como una figura solemne, casi divina que desprecia la vida humana. Por su parte el dibujo de Genen Colan es para quitarse el sombrero, sobre todo gracias a la ambientación que consigue, dotando a sus páginas de un aura angustiosa, casi opresiva. Sin duda el mejor trabajo de su dilatada carrera y por el que será más recordado. Y ello sin olvidar su magnífica recreación de Drácula basada en el actor Jack Palance.
Si le dais una oportunidad a la colección, cosa que os recomiendo de todas todas, debéis saber que es un cómic hijo de su época. Un tanto sobredialogado, con un toque de ingenuidad, pero que, si entras en el juego, te enganchará mucho.
La edición de Panini es excelente. Cartoné, papel poroso que ayuda a la reproducción correcta del color de los cómics de los setenta, múltiples extras, buen precio… lástima algunos errores de traducción que te pueden llegar a sacar un poco de la lectura.
Sobre estas líneas tenéis una lista de reproducción con canciones sobre Drácula y los vampiros. Que ustedes la disfruten.