Antes de meterme en más fregados me gustaría aclarar que creo que Killadelphia es el cómic de vampiros más interesante y, sobre todo, original que he leído en los últimos diez años. Ahora bien, me parece que estoy empezando a crear una relación de amor-odio con la serie pues el primer volumen me encantó, el segundo me dejó bastante frío, pero esta tercera entrega ha vuelto a fliparme, me he vestido el tomo de una sentada. De hecho, estoy deseando que Norma publique ya la cuarta entrega.
Killadelphia. Un viaje para revisitar la historia de los Estados Unidos
No hay que ser demasiado avispado para notar que Rodney Rames está usando esta guerra secreta para ofrecer una metáfora, además de su tajante opinión, relativa a los pilares sobre los que se erigieron los Estados Unidos de América. Es decir, racismo y esclavitud, principalmente.
Aunque no lo parezca, Killadelphia no solo es un muy buen tebeo que terror que añade elementos de otros géneros por la política, el thriller o un noir negrísimo que te llega a calar el alma. La obra también ofrece una profunda denuncia sobre la explotación humana y el mencionado racismo, un tema que lamentablemente nunca abandona la actualidad en U.S.A.
En este tercer volumen seremos testigos de toda una lección de Worldbuilding por parte de Rodney Rames, que aprovecha este puñado de episodios para coger oxígeno presentando nuevas fichas en la apasionante partida de ajedrez que es Killadelphia. Por un lado tenemos a Abigail Adams sembrando el caos en Filadelfia. Por otro lado, aparecen nuevos personajes cuya historia es abordada en algunos flashbacks de lo más curioso. La escena de Woodstock me parece sensacional.
También resulta destacable la situación en la que se encuentra Jimmy Sangster, personaje focal de Killadelphia que está sufriendo su particular transformación y descenso a los infiernos. Evitar que el alma del bueno de Jimmy termine completamente perdida será la misión fundamental que deberán acometer Sangster Sr. y Seesaw.
No obstante, que nadie espere un ritmo trepidante en Killadelphia. El equipo creativo nos está contando esta maniqueísta batalla entre el bien y el mal de forma lenta y pausada. Estamos ante un tebeo tan denso como inteligente que requiere paciencia por parte del lector.
Particularmente me parece muy original la vuelta de tuerca que se le da al género vampírico a la par que se relacionan elementos de sobra conocidos con toda la historia y liturgia de los padres fundadores de Estados Unidos. Personajes reales que a menudo han sido relacionados con todo tipo de mitos y leyendas
Sin ánimo de entrar en Spoilers, también me ha agradado cómo el rico universo de Killadelphia va ganando matices y criaturas. Así, si en el tomo previo pudimos ver cómo los Hombres Lobo se sumaban a la partida, en este se añaden deidades particulares del folklore americano. Una pista, a Neil Gaiman le gustaría.
Por su parte Jason Shawn Alexander sigue realizando un trabajo soberbio. Gran parte del encanto de Killadelphia reside en el arte de este dibujante a la hora de crear una ambientación lúgubre, opresiva y, en esencia, terrorífica. Su arte es perfectamente completado con la paleta de color aplicada por Luis NCT ¡Madre mía las escenas sangrientas!
En resumidas cuentas, el que busque una obra diferente y original puede que encuentre lo que busca en Killadelphia.