Que alguien le corte las manos a Jason Aaron… O bueno, casi mejor que lo manden a DC o a una independiente a hacer lo quiera, pero que deje tranquilos a Los Vengadores. Cuando se anunció que el guionista de la maravillosa Scalped se encargaría de escribir la serie de los Héroes más poderosos de la Tierra con motivo del último relanzamiento de Marvel, yo fui de los que dio saltos de alegría. Lamentablemente, ese júbilo inicial se ha ido desinflando mes a mes, al ver una serie que va dando tumbos buscando hacer ruido mediático y cuyos resultados están siendo ínfimos. Pero con Heroes Reborn directamente ha enterrado cualquier expectativa que se pudiera tener.
En los más de tres años que llevamos de serie de Los Vengadores, Jason Aaron ha dado evidentes signos de cansancio, haciendo gala de una escasez de ideas que a menudo tienen un resultado creativo cercano a su anterior evento: Pecado Original. El escritor está abordando la colección como una especie de huida hacia delante donde todo vale con tal de que el resultado pueda calificarse de cool o molón. Casi tengo la sensación de que se ha transmutado en el Jeph Loeb de series como Superman/Batman o Hulk. Curiosamente dos series en las que también estuvo involucrado su compañero de fatigas en Vengadores: Ed McGuinness.
Heroes Reborn, un batiburrillo de ideas sin gracia
Vamos a comparar este Heroes Reborn con un cocido madrileño. Imaginad que al plato de legumbres por excelencia le quitáis la carne, la verdura (quién se la eche) e incluso los garbanzos. Al final nos queda un plato de sopa, que sí, que está muy rica, pero para lo que prometía el banquete inicial el resultado se antoja insulso, dejando con ganas de más. Pues esto, amigos, es esta saga narrada a lo largo de una serie de seis números y un especial de cierre, además de en diez one-shots de los que hemos hablado aquí y aquí.
Un mundo sin Vengadores
Esta es la premisa de Heroes Reborn, que, a la postre, tiene muchas más semejanzas con la Era de Apocalipsis o con Dinastía de M que con la Heroes Reborn original (y a Dios gracias). Así, nos encontramos con una realidad alterada en la que el Capitán América nunca fue encontrado tras quedar congelado en la II Guerra Mundial y con la figura de Hiperión y su Escuadrón Supremo de América como máximos defensores de este mundo.
Hasta aquí todo bien. Lo malo es que la torpe ejecución de la trama hace que estemos ante un evento cortito, que se hace pesado y aburrido, con un ritmo irregular por culpa de la escasa habilidad con la que Jason Aaron hace las veces de showrunner, ya que mide el espacio que le da a cada subtrama o personaje de manera lamentable.
Salvo el primero y el último, cada número de Heroes Reborn nos cuenta una historia de un miembro distinto del Escuadrón Supremo en un intento de darle trasfondo a este nuevo mundo que se ha sacado de la chorrera Aaron, variando en cada número la longitud de la historia. Esto no sería reprochable en el caso de que no hubieran existido los diez one-shots que acompañaron a la miniserie principal, que cumplían exactamente esa función.
Pero es que tras leerlos la sensación que dejan es que no aportan nada más allá que una interminable sucesión de chascarrillos y homenajes al Universo DC. Vale que Roy Thomas concibió al Escuadrón Supremo como una versión de la Liga de la Justicia en Marvel, pero lo que no es de recibo es que contando con un espacio, en teoría, reducido, lo reparta tan mal, consiguiendo que el tan cacareado homenaje se acabe convirtiendo en una triste parodia, en un chiste que solo le hace gracia a él, dejando coja la historia principal. Eso sí, menudos compañeros de aventuras se ha buscado para estos rellenadores de background: Dale Keown, R.M. Guera o Jason Stokoe entre otros.
Heroes Reborn o como la culpa la tiene siempre el grupi
La sombra de Yoko Ono es muy alargada. Tanto que Coulson hace lo propio con sus Beatles particulares: Los Vengadores. Lo poco positivo que podemos arañar de Heroes Reborn es la justificación de la creación de este loco mundo por parte del “entrañable” ex agente de Shield, que en el nuevo mundo ejerce de Presidente de los Estados Unidos. No obstante, nuestro gozo queda en un pozo porque estas motivaciones son dejadas de lado a las primeras de cambio.
La historia principal (cuando Aaron se acuerda de que debe contar una) se centra en Blade como único ser vivo que recuerda el mundo como debe ser. El motivo por el que Blade tiene este conocimiento es realmente absurdo y su justificación no puede obedecer a nada más que ha sido lo único que se le ha pasado por la cabeza al autor y que ya que la, pésima, idea de incluir al cazador de vampiros en sus filas es porque él lo metió en la serie principal y le mola el personaje. Una cosita Jason, Blade dejó de molar en cuanto Wesley Snipes dejó de interpretarlo.
Siendo justos, la refundación de los Vengadores llevada a cabo por el alter ego de Eric Brooks resulta divertida al dejar varios momentos cachondos como, por ejemplo, ver a Thor trompa en un bar vistiendo una camiseta de Amon Amarth.
La traca final que supone el especial Heroes Return es uno de los peores desenlaces que he leído en años. Cuarenta páginas repletas de hostias al servicio de un Ed McGuinness que trata de tapar sus evidentes carencias narrativas en planchas con pocas viñetas, atiborradas de escenas de acción. Ni siquiera el pie en el acelerador consigue endulzar la abrupta narrativa de un crossover que pasará a la historia por motivos bastante amargos.
Recomendado para completistas de Los Vengadores y para fans, poco exigentes, de los tebeos de acción.
PD: Lo mejor, sin duda, los teasers y variant covers de Carlos Pacheco.
