Que el pelotazo de X-Men hace más de veinte años fue el disparador definitivo para que en Marvel Comics siempre hubiese series regulares basadas en sus películas, es algo que resulta obvio. No obstante, no siempre ha sido una empresa llevada con éxito por parte de la editorial. No en vano, ni una trilogía como la de Blade consiguió que el personaje tuviera una serie que pasase del número doce, por no hablar de las dos entregas del Motorista Fantasma, apoyadas como mucho con una miniserie. Sea como fuere, el próximo mes de septiembre se estrena la cinta protagonizada por Shang-Chi, y con la publicación de esta miniserie se allana el camino a su presencia continuada en las tiendas.
Shang-Chi, tortuoso es el camino del guerrero
Haciendo un rápido repaso en los últimos años, hemos visto a Shang-Chi ser Vengador Secreto y Vengador a secas, miembro de los Héroes de Alquiler, mentor de Spider-man y parte de unos remozados y asiáticos Agentes de Atlas. Todo esto choca directamente con el origen solitario arraigado en la corriente Pulp del personaje. No en vano, en sus orígenes fue hijo de Fu Manchú (ahora Zheng Zu), el mítico villano creado por Sax Rohmer, que contó con muchas adaptaciones al medio audiovisual, lo que lo popularizó dentro de la cultura Pop.
La pérdida de los derechos del personaje por parte de Marvel provocó que se tuviera que reescribir parte de su historia de cara a seguir contando las peripecias del agente secreto del servicio británico Shang-Chi. Esta faceta es, sin duda, la más característica de este experto luchador marcial. Además es la que mejor ha sido explotada, pese a que no la vemos en el papel desde la miniserie de la línea Max editada en 2001.
Un Shang-Chipara los nuevos tiempos
Ahora, en pleno siglo XXI y con una Marvel Comics que abraza más que nunca la diversidad entre sus propiedades intelectuales, le llega el turno de volver a brillar con luz propia a Shang-Chi. Para ello se ha contado con el autor completo (aunque solo se encarga del guion) Gene Luen Yang. Yang es responsable de la versión asiática de Superman que debutó en el landscape de Renacimiento en DC Comics, y también se ha encargado de muchos tebeos basados en Avatar (la serie animada, no el truño de James Cameron), pero sin embargo, sus mayores éxitos han sido novelas gráficas orientadas a un público young adult como Chino Americano o Superman contra el Klan.
Para la concepción de Shang-Chi: Hermanos y Hermanas, Yang ha barrido la casa haciendo breves referencias al pasado del personaje de manera muy inteligente en plan: “lo conozco, no voy a usar rico bagaje, pero tampoco lo voy a contradecir”. Con esto, el autor no pretende partir de cero, sino contar su historia sin ser víctima de las molestas miradas de los continuity cops.
En esta serie limitada de cinco números nos encontramos con un Shang-Chi que quiere llevar una vida tranquila, trabajando en un restaurante a cambio de un techo. Por supuesto, sus deseos no serán en absoluto respetados cuando una conjunción de amenazas de su pasado y de nuevos retos se pongan en su camino.
El escritor hace más hincapié que nunca en las raíces asiáticas del personaje, presentando toda una pléyade de familiares en una trama que volverá a implicar a su maléfico padre. Por el camino se las apaña para meter infinitas dosis de acción en cada número y momentos tan surrealistas como batallas contra fantasmas chinos vampirizados. Yang se detiene también para echar una mirada varios siglos antes para dar algo de consistencia a sus tramas en la forma de mostrarnos rituales y ceremonias ancestrales, lo que en parte enriquece el contexto de la serie, pero en parte lo ralentiza. Y es que el ritmo es un problema en esta historia, pues es tal el batiburrillo de ideas que Gene Luen Yang quiere contar, que parece que no se ha parado demasiado en darles orden y forma.
Con estos mimbres, Yang establece un nuevo status quo para Shang-Chi que puede ser interesante. Esta miniserie, pese a sus errores, tiene bastante potencial. Habrá que ver cómo sigue la serie regular y si las ideas del guionista dan para tanto sin necesidad de estirar el chicle. Comento esto porque aunque he disfrutado de la lectura de la obra, tengo la sensación de que el autor nos está contando un relato que ya tenía en la cabeza, y cuyo protagonista podía ser Shang Chi o uno de los personajes de la mencionada Avatar.
La parte artística de Shang-Chi: Hermanos y Hermanas viene firmada por Dike Ruan y Philip Tan, que logran un resultado espectacular pese a sus carencias narrativas, haciendo que muchas escenas de acción sean sumamente confusas. No obstante, sus diseños son llamativos y eficaces y la paleta de colores aplicada por Sebastian Cheng (todo el equipo es asiático) logra un acabado más que aceptable.
Disfrutable y recomendable para fans de las artes marciales y para aquellos que quieran echar un vistazo a uno de los nuevos personajes del MCU. Los fans de la versión canónica de Shang-Chi mejor se abstengan.