Masacre mata al Universo Marvel otra vez. El equipo del baño de sangre original, reunido de nuevo para la secuela más deseada. Prepárate para un relato de muerte y destrucción del Mercenario Bocazas. ¡No creerás lo que verán tus ojos!
La tetralogía iniciada con Masacre mata al Universo Marvel, y que continuó en Masacre Matalustrado y Masacre mata a Masacre, se cierra aquí con una historia en la que Masacre vuelve a matar al Universo Marvel casi al completo (dejemos los personajes cósmicos para otra ocasión). Si bien en la primera historia Masacre era repentinamente consciente de su condición de personaje de cómic y, como tal, sujeto a las directrices marcadas por sus creadores, aquí es convertido en una marioneta por una pléyade de supervillanos mediante un mensaje autosugestionable implantado en su memoria. Masacre se convierte así en un asesino implacable que va eliminando metódicamente a los héroes de la Tierra.
Nos olvidamos en este tomo del Masacre alegre y dicharachero, y lo vemos aquí convertido en un personaje atormentado, consciente sólo a ratos de que ha sido convertido en una marioneta. Son estos breves pero reveladores momentos de ocasional lucidez los que le dotan de ese aura de héroe trágico que está abocado a un destino más poderoso que su propia voluntad. Sí, Masacre es un asesino, pero eso no quiere decir que esté predispuesto a asesinar a cualquiera que se le pase por delante, amigo o enemigo. Es un asesino implacable, pero hemos leído suficiente de él para saber que tiene sentimientos, que hay gente que le importa, y estos asesinatos están haciendo mella en él.
El guionista Cullen Bunn (Universo Veneno: Prólogo, Marvel: Generaciones) arrastra al protagonista a un infierno de muerte y aniquilación, que destruye tanto a los personajes del Universo Marvel como a él mismo. Las muertes de los héroes no son asesinatos divertidos e ingeniosos, sino matanzas crueles y despiadadas. Bunn se recrea en algunas de ellas, como las de Spiderman y Caballero Luna, mientras que otras, como las de Daredevil o La Patrulla X, están resumidas en una sola viñeta. Incluso niños, como Power Pack o Moon Girl, caen víctimas de sus balas y espadas. No se puede decir que sea una lectura agradable.
En la torturada mente de Masacre, en los momentos en que está siendo controlado por la sugestión posthipnótica de los supervillanos, la realidad es mucho menos cruel. En su cabeza, Spiderman y él participan en un concurso de comer pastelitos (homenaje a los antiguos anuncios de dulces que solía haber en las páginas de los cómics USA), Spiderwoman le deja al cargo de su bebé, y Power Pack y el resto de niños juegan al escondite con él. Nada que ver, por supuesto, con la cruda realidad. En los escasos momentos en que escapa al control mental, Masacre envía mensajes pidiendo ayuda a los héroes que se han reunido para encontrarle y detenerle. Castigador, Caballero Luna, Jessica Jones, Misty Knight, Kate Bishop y Cable forman equipo para detener al asesino. Se inicia una carrera contrarreloj en la que Masacre va siempre varios pasos por delante. Sólo con la ayuda de Masacre-Gwen podrán localizarle y descubrir por qué está haciendo esto.
Acompañando al tétrico guion de Cullen Bunn están los dibujos del croata Dalibor Talajić (Foolkiller, Red Wolf), ayudado por las tintas y el color de sus compatriotas Goran Sudžuka (Daredevil: Identidad, La Historia Oculta) y Miroslav Mrva (Ghosted, Bullseye: The Colombian Connection), respectivamente. Los dibujos son oscuros y rudos, sin concesiones, con la excepción de aquellas páginas en las que lo que vemos son las ensoñaciones de Masacre, que beben de diversas fuentes, como los tebeos infantiles o el manga. Esta profusión de estilos, aparte de aliviar un poco la tensión ambiental, ayuda a meternos en la cabeza del protagonista y vemos el mundo (y los asesinatos que comete) como lo ve él.
Panini ha publicado esta miniserie de 5 números de 2017 en su colección Las Minis de Masacre en formato 100% Marvel, incluyendo como extras las portadas alternativas y una entrevista a Cullen Bunn. No es el Masacre que estamos acostumbrados a leer, pero se trata de una historia interesante, dura e intensa. No apta para lectores sensibles o estómagos delicados.