Es habitual en los últimos años de Marvel que, cuando una serie está recibiendo una especial notoriedad, alguno de sus puntos álgidos argumentales se saca de la colección en la que debería haber aparecido y se convierte en un evento global más o menos amplio. Así fue, por ejemplo, con La guerra de los reinos del Thor de Jason Aaron o Matanza absoluta del Veneno de Donny Cates. No era de extrañar que con el Daredevil de Chip Zdarsky, una de las etapas más reputadas del Diablo Guardián en el último par de décadas, se hiciera algo similar. Y eso es lo que ha ocurrido con El reinado del Diablo, un importante punto de inflexión para los personajes de la serie que tiene consecuencias para el resto de los héroes de Nueva York.

Llevo diciendo desde que empecé a leer la etapa de Chip Zdarsky en Daredevil -gracias a la recopilación en Marvel Premiere- que hacía años que no disfrutaba tanto con la serie del Cuernecitos. El autor canadiense ha entendido como pocos las contradicciones intrínsecas que lleva dentro Matt Murdock, y es el escritor que mejor ha comprendido a Elektra desde que su creador la dejara en manos de la editorial. Y uno de los grandes villanos de su galería, Bullseye, hacía tiempo que no era tan peligroso como en estos últimos años. Pero claro, estaba por llegar el momento de gloria de la némesis definitiva del personaje, tanto en su faceta legal como en la superheroica. Hablamos, por supuesto, de Wilson Fisk, el antiguo Kingpin y ahora alcalde de Nueva York, el auténtico protagonista de El reinado del Diablo.

En los últimos números previos a este evento, veíamos que Fisk se daba cuenta de que, tiempo atrás, había sabido quién era la identidad secreta de Daredevil. Y quedaba claro que, antes o después, iba a conseguir recordarlo, siendo este el eje argumental de El reinado del Diablo: Fisk quiere recordar, y quiere saber por qué no recuerda. Ha llegado a todos los puestos a los que ha escalado con dos características principales: una amoralidad absoluta que hace que ningún obstáculo personal se interponga entre él y sus objetivos, y una inquebrantable voluntad que, del lado de los héroes, podría haber hecho mucho bien. Y, por supuesto, recuerda.

Esto tiene consecuencias, por supuesto. Y también muchas inspiraciones. El lector veterano reconocerá aquí y allá historias antes vistas, ya sea como guiños y homenajes o como inspiraciones o reciclaje de ideas. Por supuesto, la primera referencia que nos viene a la cabeza es el legendario Born Again de Miller y Mazzucchelli. La historia de la identidad de Matt Murdock fue el eje de aquella, y es también el desencadenante de El reinado del Diablo, que funciona enlazando la historia clásica con la etapa actual pasando por la de Mark Waid. Ya hemos contado en alguna ocasión que Zdarsky está haciendo una etapa muy deudora de la de Frank Miller, pero también siendo consciente de lo que ha ocurrido con el personaje a lo largo de los últimos treinta y tantos años.

Pero no solo de Miller vive el guionista de Daredevil. En este evento nos encontramos un repaso conceptual a los últimos años de la editorial. Lo de Kingpin ilegalizando a los héroes de Nueva York es claramente una referencia a Civil War. Y el equipo de villanos a sus órdenes, los Thunderbolts villanos bajo el control de otro villano que representa la ley en ese momento, es un nuevo Reinado Oscuro sin disimulo. Y las variantes multiversales de Otto Octavius las hemos visto tanto en la serie de televisión de Loki como en tebeos varios, incluso de alguno de los personajes que vemos por estas páginas. Pero no sólo tenemos referencias a highlights de Marvel. El discurso que da Wilson Fisk para justificar su ley anti superhéroes, con ese “no sois mejores que nosotros”, nos presenta a un hombre que, aún buscando retorcer el sistema para que todo salga como él quiere, realmente cree en lo que hace. Así, podemos estar ante una versión Marvel de lo que hizo Brian Azzarello con Lex Luthor.

Chip Zdarsky ha estado alternando momentos más intimistas con otros más adrenalínicos. en los años previos a este evento. Pero cuando llega aquí, aún dedicando momentos a la caracterización psicológica de los personajes -es brillante cómo consigue retratar a Tony Stark o a Luke Cage con poco más de una frase-, se centra sin complejos en la acción, en las batallas campales y en los momentos molones. Incluso aprovecha este momento para cerrar tramas abiertas de la serie -alguna de ellas, heredadas de la olvidable etapa de Charles Soule- y para hacer un punto y aparte en la serie que, sin ser totalmente innovador, nos hace mirar con interés hacia el futuro.

En el plano artístico tenemos aquí a la estrella gráfica de la serie, el italiano Marco Checchetto. Es un artista excepcional, pero que tiene el problema de que es bastante más lento de lo que pide el ritmo de publicación de una serie mensual. Por ese motivo, en el arco argumental anterior, Encierro, sólo pudo dibujar un número: para poder dibujar todos los de El reinado del Diablo y dejarnos con la boca abierta en cada una de sus páginas.

Los que estamos leyendo Daredevil en Marvel Premiere vamos con un cierto retraso respecto a los que la leyeron en grapa en su día, pero tenemos que decir que, al menos hasta este momento -y con éste van ya ocho tomos- la serie se merece todas las alabanzas que ha ido recibiendo con el tiempo. El octavo tomo de esta serie, con los tie ins de este evento protagonizados por Elektra, llegará en junio, con el noveno, que empieza el tramo final de la era Zdarsky, para septiembre. A los que no se subieran a tiempo a esta edición les recomendaría que no dejen escapar alguno de los futuros formatos en los que esta serie será recopilada, porque seguro que lo será. Lo merece.