No es el primer evento que sacude el universo Valiant ni será el último y he de admitir lo bien planificados que están a nivel editorial. Tanto este Stalinverso como, antes de él, Armor Hunters o Book of Death, están estructurados de un modo muy inteligente. Por un lado son eventos muy contenidos, y por otro nos da una visión suficientemente diversa del universo Valiant como para picarnos la curiosidad por esos rincones que quizá no están entre nuestras compras mensuales.

El caso de Stalinverso es un buen ejemplo. Bastaría con leer Divinity III: Stalinverso para seguir el evento. Existe además una serie de tie-ins que, si bien no son imprescindibles, complementan y dan una visión más global. Medusa muy acertadamente los ha recopilado en un solo tomo bajo el título Divinity III: Héroes del glorioso Stalinverso, con lo que el evento completo estaría en dos tomos. Sin embargo, si no has leído Divinity y Divinity II, aunque en Divinity III: Stalinverso están todas las explicaciones pertinentes, tal vez te apetezca profundizar un poco más en lo que nos ha traído aquí. Además, dado el protagonismo central de Ninjak y Toyo Harada, tal vez te sientas tentado a picotear su series… así está orquestado Valiant. Cada historia, cada etapa o evento es autónomo, pero se cuidarán mucho de dejarte el cebo adecuado creando sensación de universo compartido.

En este caso la sensación es completa, ya que hablamos de un evento global. Comenzamos in media res y el universo Valiant no es el que conocíamos. La Unión Soviética resulta la vencedora absoluta de la Segunda Guerra Mundial y nunca hubo dos bandos equilibrados como para una Guerra Fría, con lo que el mundo es dominado por un gran imperio socialista. Los héroes que conocemos en el universo Valiant también existen en este mundo, pero sus lealtades son para con la madre patria. Sin embargo, unos pocos tendrán recuerdos de cómo era todo antes de esta reescritura de la realidad y harán todo lo posible por descubrir de dónde viene todo y restaurarlo.

A priori, el primer referente que nos viene a la cabeza es El hombre en el castillo, la ucronía de Philip K. Dick, donde los nazis ganaban la guerra y el mundo se sumía bajo su dominio. Las principales diferencias son que esta ocasión el gran enemigo son los soviéticos y que los lectores sabemos que estamos ante una realidad alterada. Teniendo en cuenta esto y que jugamos en el terreno de los superhéroes, otros referentes que nos vendrían a la cabeza La era de Apocalipsis, Dinastía de M, Flashpoint o, aunque no sea exactamente una alteración de la realidad, quizá el primer referente en superhéroes a una historia de estas características lo tengamos en la novela gráfica Emperador Muerte o hilando muy fino, aquella historia de la Patrulla-X con Kulan Gath que se recopilo en su último omnigold.

Cuando te enfrentas a una historia como ésta lo más habitual es optar por poner el foco en el atractivo de pasear por un mundo donde todo es conocido y todo es nuevo al mismo tiempo. En estos casos la amenaza y el modo por el que la realidad se ha torcido suelen ser excusas que tienden a lo fantástico, dejando que el juego sea otro. En el caso de Stalinverso, la mayoría del evento gira en torno a la amenaza comunista, el modo en el que hemos llegado hasta ahí y cómo volver atrás. El enfoque en sí mismo no tiene porque ser erróneo, pero sin duda es mucho más difícil de abarcar.

Estos aspectos se toman normalmente de forma más ligera por varios motivos. Por un lado, lo exótico de la transformación de los personajes y ambientes que ya conocíamos suele ser más interesante que las causas por las que hemos llegado hasta allí o el oponente. Por otro lado, normalmente se suele minimizar la importancia de la causa por la que se ha llegado al momento de la ucronía y es que si te detienes a dar explicaciones (que realmente no eran necesarias), hacer que encaje algo así suele dar problemas. Si encima como en este caso, tratas de darle una base histórica, será mejor que la documentación sea impecable o, como sucede en Stalinverso, estará plagado de incorrecciones, anacronismos, mezclas de churras y merinas y explicaciones cogidas por los pelos.

Quizá en este tipo de historias es mejor no dar demasiadas explicaciones sobre el adversario si se quiere que sea diabólico de verdad, pero los comunistas son caracterizados por Matt Kindt con una suerte de tópicos un tanto trasnochados y fruto de las películas de la última fase del cine de la guerra fría. Habría sido muy interesante aprovechar la perspectiva que da desarrollar Stalinverso en el siglo XXI o bien si no, saltar al extremo opuesto y hacerlos increíblemente diabólicos. En cualquier caso, lo que prometía un escenario lleno de posibilidades, se queda en unas medias tintas que ni sorprenden ni complacen.

Nos queda entonces el tercer aspecto, que como decíamos es la exploración global de cómo afecta la situación al universo Valiant en concreto. En este aspecto Stalinverso también cede terreno en favor de construir una historia en continuación de Divinity tratando de explicar una vez más cómo y por qué se ha reescrito la realidad (o algo así). Es en este caso cuando tiene que acudir al rescate Divinity III: Héroes del glorioso Stalinverso, un total de 4 tie ins que complementan lo que apenas queda sugerido en la historia central.

De los cuatro tie ins, destaca el de Bloodshot donde Jeff Lemire y Clayton Crain saben usar una sencilla premisa, como es una misión de ataque, para repasar a base de guiños cada contrapartida en Stalinverso de la galería de secundarios y enemigos de Bloodshot. Una muestra de hacia dónde podría haber ido este evento tenemos con el tie in de XO Manowar, que opta por el blockbuster y no deja de ser curioso el giro al drama (aunque un tanto mojigato) que nos dan con los personajes de Archer y Armstrong, Sin embargo, de nuevo cuando sobreexplican ideas o tratan de ponerse excesivamente trascendentes como en el especial de Shadowman, toda la potencia inicial queda diluida.

La verdad es que las prioridades de Matt Kindt no están muy claras en Stalinverso. Se esfuerza demasiado en aclaraciones que no requiere una historia de tipo blockbuster. Pasa de soslayo otros aspectos que podrían plantear preguntas interesantes, si lo que quieres es optar por algo más cercano a la ciencia ficción. No se detiene suficiente para que veamos como la potente premisa afecta a aquello que sólo el universo Valiant es. Además, insiste en alargar la trama de Divinity que ya en su segunda entrega había perdido fuelle. Afortunadamente en Valiant la regularidad en lo gráfico suele ser una constante y si bien hay algún trabajo más flojo como el de Robert Gill, lo compensan otros como Francis Portela, CAFU o el propio Trevor Hairsine en la historia principal.

Al parecer, todo esto tendrá su continuación en Eternity, donde reanudaremos la saga de los cosmonautas rusos regresados como dioses, pero mientras tanto, este Stalinverso deja una sensación de oportunidad desaprovechada y de haber querido abarcar demasiado sin terminar de redondear nada.