En su día tuvo gracia el chiste del calcador en Persiguiendo a Amy , pero en nuestros días, muy cerca de pasar la página del primer cuarto del siglo XXI, cuando estamos viendo cómo paulatinamente desaparece la figura del entintador, tan tradicional en el comic-book del siglo pasado, parece oportuno que tebeos como Biblioteca Marvel Los 4 Fantásticos 9 nos recuerden la importancia capital que tuvieron.

Aunque le daremos alguna que otra vuelta a lo largo de esta reseña, es difícil precisar qué parte de responsabilidad tuvo Joe Sinnott en fulgurante ascenso que llevó en este época a Los 4 Fantásticos a convertir aquello de «el mejor cómic del mundo» en la cabecera de su revista en algo más que una de las fanfarronadas de Stan Lee. No conviene menospreciar los números anteriores, en los que lo crearon prácticamente todo, pero en estos que recoge Biblioteca Marvel Los 4 Fantásticos 9 y concretamente desde la llegada de Joe Sinnott a las tintas, daría comienzo lo que probablemente sigue siendo a día de hoy la mejor etapa en la historia de los 4F y una de las más grandes de los más de sesenta años de andadura Marvel.

Sin embargo, por más que la llegada de Sinnott y la saga de los Inhumanos sean el plato fuerte de Biblioteca Marvel Los 4 Fantásticos 9, esto abarca sólo cuatro de los seis capítulos recopilados en este tomo y también los dos primeros están cargados de no pocos hitos.

Aunque sea más una curiosidad que un hito, no deja de ser destacable que este es el primer tomo de Biblioteca Marvel Los 4 Fantásticos que comienza procedente de un «continuará». No es la primera vez que una historia se extiende por varios números americanos, pero sí la primera vez que lo hace por varias entregas de Biblioteca Marvel. Obviamente es pura coincidencia, pero es como si la providencia quisiera decirnos que esta historia ya es más grande de lo que Panini es capaz de reunir en un solo tomo.

Pero lo que sin duda es mucho más relevante es el segundo capítulo de este entrega, que recoge el Annual 3 y si en anteriores reseñas hablábamos de cómo en este época cada annual era un gran evento, este no podía ser menos. Tenemos aquí por fin la boda entre Reed y Sue, una boda a la que acudirá de un modo u otro absolutamente toda la plana mayor del universo Marvel, sean héroes o villanos. Sin duda, se trata de un acontecimiento inolvidable que, hablando de entintadores, ni el infame Vince Colletta puede arruinar.

Estamos en una época en la que Marvel no había alcanzado aún ese tiempo de inmovilidad perpetua del último medio siglo y todo podía cambiar y evolucionar. Reed y Sue se casaban, Johnny estaba a punto de encontrar un nuevo amor y Ben lo acababa de hacer un poco antes… incluso le cambian el peinado cincuentero a Sue por algo más acorde con los tiempos, que puede parecer un detalle insustancial, pero era un paso de gigante para los dos varones cuarentones que eran en los sesenta Stan Lee y Jack Kirby.

Sin embargo, todo estalla cuando aterriza Sinnott en la serie de la primera familia. Sinnott no era ni mucho menos un recién llegado y llevaba ya desde principios de la década anterior trabajando en los cómics. Incluso había estado aquí antes, ya que fue el encargado de entintar el quinto número, en el que se presentaba al Dr. Muerte. Sin embargo, ni aquel Kirby era el mismo Kirby, ni aquel Sinnott era el mismo Sinnott. Insisto en qué es difícil determinar el grado de responsabilidad en grado de eclosión que sufrió esta serie a partir de este momento, ya que fueron muchos los factores que lo motivaron. Sin embargo, sí tengo muy claro que Joe Sinnott no estaba simplemente allí. Estoy convencido de que su influencia fue vital.

Los números 44 al 47 de Los 4 Fantásticos conforman la histórica saga de los Inhumanos o bueno, no exactamente porque de algún modo continuará en el siguiente tomo a la vez que empieza la mítica trilogía de Galactus. Y es que, por encima incluso del resto de series Marvel, Los 4 Fantásticos era ya algo más grande de lo que podían contener los esquemas que utilizaban hasta el momento. Nos íbamos olvidando de las historias autoconclusivas en una grapa e incluso las historias en varias partes se quedaban pequeñas. Era la hora de ese no parar que sería Marvel y muy especialmente esta colección.

Como adelantábamos, fueron muchos los factores que condujeron a este punto y, como comenta Sergio Aguirre en la introducción, la expansión de Marvel al levantar la limitación de series por parte de la distribuidora tuvo algo que ver. De ahí llegó el mandato de Martin Goodman de crear nuevos personajes para protagonizar nuevas series y de ahí surgirían estos próximos antagonistas que no son exactamente villanos, como los Inhumanos o los inminentes Silver Surfer o Black Panther.

Ampliaremos el ejemplo de Silver Surfer en la siguiente entrega, pero baste saber por ahora que fue iniciativa por completo de Jack Kirby para agarrarnos al crucial hecho de que, por uno u otro motivo, Stan Lee era cada vez más escueto y vago con sus plots y esto otorgaba un mayor control creativo al Rey. La cada vez menor ausencia de límites permitía a Kirby llevarse a sí mismo más allá de lo que había llegado nunca, dejarse expandir hasta los niveles que terminaremos viendo y siempre con la confianza de que sus lápices estaban ahora en buenas manos.

Tal vez se le pueda achacar a Sinnott que embellece en exceso los lápices de Kirby, pero en una época de expansión y desarrollo artístico del Rey, hacía falta esa red de seguridad que eran las tintas de Joe Sinnott, contundentes, elegantes y definitivas. Es como si el relativo paso atrás de Stan Lee y el apoyo de Sinnott le dieran a Kirby el impulso que le faltaba para desatarse como la fuerza creadora que demostró ser. La acción es cada vez más descomunal, las composiciones se vuelven más extremas y arriesgadas, todo puede ser ahora más grandioso que nunca. E incluso con esta citada implicación de Stan Lee más de soslayo, tal vez por contagiarse de la efervescencia creativa o simplemente por los años de trabajo con los personajes, los 4F parecen tener más que nunca su propia voz. Siguen siendo exagerados y melodramáticos, como es marca de la casa, pero asoman ya más que nunca esos caracteres únicos que los harán inmortales y raro sería que a estas alturas un lector no haya desarrollado ya un cierto apego, una cierta pertenencia a esta primera familia.

Es en esta saga de los Inhumanos cuando comenzará a gestarse ese caldo primigenio, fruto de mil circunstancias que convergen en un mismo momento y unos talentos creativos únicos. Nos presentan esta raza oculta y voluntariamente aislada del mundo, casi como una suerte de amish cuasidivinos kirbyanos que serán el modelo — junto con la peculiar mitología asgardiana desarrollada en Thor — para el futuro Cuarto Mundo o Los Eternos. Con esa personalidad única del Rey que mezcla extravagancia y majestuosidad, los Inhumanos dan inicio en esta Biblioteca Marvel Los 4 Fantásticos 9 a una de las etapas más gloriosas de la mitología Marvel.