¡Hola amigos! Bienvenidos a una nueva entrega de ¡Viñetas y … acción! Hoy vamos a hablar de la que es seguramente la película más incomprendida de la historia del cine de superhéroes: Batman y Robin. Una película que es una comedia en toda regla. Sí, amigos, una comedia… Lo malo es que es una comedia involuntaria… O no, o yo qué sé, porque el pifostio montado por Joel Schumacher en la gran pantalla no hay dios que lo descifre, ¿Homenaje al Batman de Adam West? ¿Cine dogma de culto? ¿Diarrea mental?.
Poco importa, porque la película fue un fracaso en taquilla. Se gastaron 125 millones de dólares (más publicidad), y la recaudación global se quedó en 235. Ni siquiera se cumplió la regla de recaudar el doble del presupuesto para cubrir gastos. Lo mejor es que tanto Schumacher como Clooney, con sus huevos morenos pretendían hacer una quinta entrega. La Warner dijo que ni de coña y el resto ya se sabe, sin películas de Batman desde 1997 hasta 2005.
Batman y Robin es una bufonada desde el primer momento. Una cinta que divierte por lo mala que es, imposible de tomarse en serio. El nivel de disparate dispara la aguja de cualquier medidor y solo el hecho de ver a un puñado de actores que no saben lo que hacen, y que díficilmente pueden hacer creer al espectador que se hayan leído siquiera el guion, convierte la cinta en una especie de club de la comedia con efectos especiales y purpurina. Ya solo por eso, merece la pena gastar dos horas de nuestras tristes vidas.
Robin: ¡Hey, Batman! Yo también quiero un coche, es lo que enrolla a las nenas.
Batman: ¿Ves? Por eso Superman trabaja solo.
Este diálogo, que rivaliza con los momentos cumbre de Jean Claude Van Damme en Street Fighter, es el comienzo de la cinta. Si nos ponemos puretas podemos pensar: “¡Eh, tío! ¡Es la primera referencia a que haya un universo compartido en el cine de superhéroes!” Pero no, no es eso. Es el prefacio a una producción en la que lo único importante debía de ser vender muñequitos.
Digo esto, porque Barbara Ling repite como diseñadora de producción. Su trabajo es para coger un avión, ir hasta su casa, cortarle las manos y echarle ácido en los ojos (pero sin acritud). Todos los personajes tienen varios uniformes, los vehículos son sencillamente horribles (ese Batmovil con una turbina con lucecitas…), y el número de gadgets que llevan los personajes es absurdamente exagerado. Los trajes de Batman y Robin (aunque su uniforme luce como el de Nightwing) tienen incorporados patines para el hielo, calentadores de agua, tarjetas de crédito… Solo ha faltado el batirepelente para tiburones. En serio, la señora Ling debía de cobrar un porcentaje de las ventas de los muñequitos, de lo contrario… Bueno, igual es que simplemente es mala persona o un ser diabólico. Elijan ustedes.
Lo que hay que reconocer es que Batman y Robin, cosa que no eran ni Batman, ni Batman Vuelve, y que se empezó a atisbar en Batman Forever, es una película de superhéroes con mayúsculas. Para bien y para mal. Es exagerada, hiperbólica, muy loca y tiene unos villanos con grandes planes dignos de la opereta más desquiciada del todo a cien. Mr. Frío quiere dinerito, mucho. Si no se lo dan congelará Gotham con un arma tochísima. Así de malo es. Luego está Poison Ivy que quiere matar a millones de personas para que sus plantas puedan vivir. Esta vegana con esteroides mentales es casi lo mejor de la cinta, completamente divina, completamente petarda. Además tiene a Bane como secuaz descerebrado. Batman y Robin no se priva de nada, ¿Quieren un científico loco? Pues como José Luis Moreno en Noche de Fiesta: ¿Lo quieren?, ¡Lo tienen! Encarnado por el gran John Glover antes de meterse a Luthor en Smallville.
Vamos con el casting, que estoy un poco duro y recordarlo me ayudará a ir al baño. Para Bruce Wayne se contrató a George Clooney. Bien, pocas pegas, actor guapete, con carisma… Pero que no cambió el chip con respecto a Urgencias. Cuentan que el traje de Batman era como una cámara de torturas para él. Bien, me alegro, si por mi fuera le obligaría a dormir con él todas las noches. Al bueno de Bruce le pusieron una nueva novia. Alguien buscó mujer florero en el diccionario y contrataron a la top model Elle McPherson para el rol. Ni que decir que lo clavó.
En Batman y Robin conoceremos también a Batgirl. Alicia Silverstone fichó por la franquicia, en esta ocasión para ser la sobrina de Alfred, que es la única cosa sensata de la película. Sus frases son las únicas que tienen algo de lógica, y gana protagonismo con respecto a las otras entregas. De hecho, y por primera vez, habrá flashbacks de la infancia de Bruce más allá del asesinato de sus padres.
El chuache se fundió casi todo el presupuesto de la cinta. Dicen que su caché fue una burrada debido a que se negaba a hacer otra vez de villano, por miedo a que eso dañase su incipiente carrera política. Pero unos cuantos millones después pudimos verle elevar la categoría de “vergüenza ajena” a algo legendario. Sus escenas en bata y zapatillas de andar por casa, sus chistes malos o su armadura con alitas son algo que usarían durante muchos años en Guantanamo como métodos de tortura ilegales. Uma Thurman estaría considerablemente mejor como Poison Ivy, pero tampoco para tirar cohetes, aunque al menos no molestó demasiado.
Los efectos especiales estuvieron a la altura de las circunstancias (o más bien del presupuesto exagerado de la cinta), lo que nos ayudó a ver persecuciones imposibles, cliffhangers dignos de James Bond o a Batman y Robin surfeando por el aire en una primera escena para el recuerdo del museo de los horrores. En la banda sonora pudimos disfrutar del tema “The End Is The Beginning Is The End” de The Smasing Pumpkins, excelente tema que años más tarde sería ralentizado para el soundtrack de Watchmen. También estarían por ahí Los Piratas con “Mi matadero clandestino”, tema que se podrían haber metido por el ano todos y cada uno de los implicados.
Pero ojo, pese a todo, me ha gustado más que el Batman de Burton. Esta bufonada se puede ver con los colegas borracho y no defrauda. Al menos sirve para algo.
Y no, no he hablado de Chris O´Donnell. No es que me haya olvidado, es que no me ha dado la gana.