Si hubo un guionista que sobresalió en Marvel en el primer lustro de este siglo fue sin duda Mark Millar. El enfant terrible dio la bienvenida al nuevo milenio siendo el principal valedor, junto a Brian Michael Bendis, de la línea definitiva del cosmos de ficción Marvelita. De su procesador de textos salieron Ultimate X-Men (ahí tuvo su primer contacto con Lobezno) y The Ultimates, película que a la postre fue el caldo de cultivo del primer filme de Los Vengadores del MCU.

Mark Millar, antes de dejar a las grandes majors y centrarse en su Millarworld, tuvo una etapa muy productiva en la Casa de las Ideas. Nunca aceptó el encargo de una serie regular (con la salvedad de la mencionada Ultimate X-Men) y se centró en pequeñas etapas o miniseries muy contenidas. Ahora bien, por donde pasaba, tardaba en crecer la hierba. Cual caballo de Atila, Mark Millar dejó poso en un puñado de colecciones. A saber, Marvel Knights: Spider-Man, Los Cuatro Fantásticos o, especialmente, Lobezno, al que visitará dos veces: en la historia que nos ocupa y en la célebre e influyente El viejo Logan.

Lobezno: Enemigo del estado. Un poco de contexto

La etapa de Mark Millar a bordo del mutante de las garras de adamantium comenzó en el número veinte del volumen en curso por aquel entonces del personaje. Ni siquiera fue necesario sacar su historia de la colección o contar con el socorrido número uno de rigor. No se requirieron fuegos de artificio para que el arranque se colase el segundo puesto de las listas de venta en octubre de 2004 con unos sólidos 116000 ejemplares colocados. El podio lo coronó ese mes el debut de Crisis de Identidad, el crossover con el que DC Cómics comenzó a sacudir su particular universo. Un rival duro de roer, la verdad.

Lobezno venía de contar con una más que correcta etapa a cargo de Greg Rucka, que había reducido el personaje a su esencia más básica y salvaje prescindiendo de casi todos los elementos reconocibles de su mitología. Eran los tiempos en los que imperaba asemejarse al oscurantismo de las películas, con personajes cuyos uniformes estaban fundamentalmente compuestos por cuero negro.

Entonces llegaron Joss Whedon y Mark Millar para acabar con esta corriente. Para ello se contrató a uno de los mejores dibujantes de superhéroes de todos los tiempos, el genial John Romita Jr., y se le dio manga ancha al tándem creativo. El resultado es una de las historias más frenéticas y salvajes protagonizadas por Logan, tan divertida como plagada de sobradas (tras leerla nunca nunca me haría agente de Shield o de Hidra XD). Además, fue el comienzo de la relación de Millar y Romita Jr. (que no había ilustrado un tebeo tan violento en su vida), que años más tarde volvería a colaborar en Kick Ass.

Mark Millar es capaz de todo en Lobezno

Lobezno: Enemigo del estado empieza fuerte. Vemos cómo nuestro querido canijo malhumorado es asesinado por un mutante de nuevo cuño llamado Gorgón, cuyo poder consiste en tener la capacidad de matar a todo aquel con el que establece contacto visual.

Nuestros autores se sacan de la manga una alianza impía entre una nueva secta liderada por Gorgón, La Mano e Hidra. Un cocktail infalible que garantiza tiros, ninjas y acción desmedida en una historia estructurada como si fuera un gran blockbuster cinematográfico veraniego. El comienzo, el nudo y el desenlace no pueden ser más previsibles. Esto no impide que Lobezno: Enemigo del Estado carezca de cliffhangers. Tiene muchos y muy buenos, pero francamente a MIllar le da igual que el final de su historia sea exactamente el que todo el mundo piensa. Él está aquí para pasarlo bien, hacer ruido y con suerte conseguir que su historia sea recordada en mayor o menor medida.

Siempre se ha tildado a Lobezno de ser un héroe violento. Pues bien, en estas páginas su rabia se muestra completamente hiperbolizada y exagerada, siendo capaz de acabar con legiones completas de enemigos en una sucesión de páginas ilustradas por John Romita Jr. que quitan el aliento quedando de manifiesto lo mucho que también disfrutó el artista con este trabajo.

Los dos arcos que conforman el “run” de Millar y Romita Jr. en Lobezno se leen de una sentada. Estamos ante casi trescientas páginas de pura y salvaje adrenalina. No faltan los momentos en los que los diversos protagonistas se pasan de listos o van de sobrados (como el escritor, vaya) y aunque el guion tiene algunos puntos flojos, como la caracterización de algunos héroes y alguna que otra salida machista, el resultado es plenamente satisfactorio si lo que se busca es pasar un buen rato y divertirse.

Son varios los personajes que mueren en el devenir de la trama, no diremos cuales más allá de que no se trata de pesos pesados de la editorial. Una decisión bastante inteligente, porque total, en cuanto llegue el siguiente autor hot del momento con su idea de bombero que a él, y solo a él, le parecerá genial, los tendremos de vuelta otra vez.

En resumidas cuentas, no será el mejor tebeo que se ha hecho con Lobezno, pero sí que es uno de los más divertidos y espectaculares. Mark Millar y John Romita Jr. plantean un juego en el que hay que querer entrar, algo que ya depende de cada uno. En mi caso, he entrado de lleno.