Allá por junio de 2004, Spiderman estaba viviendo un momento creativo tremendamente dulce. En la serie principal, Amazing Spider-Man, estaba Joe Michael Straczynski a la mitad de su larga etapa, aún con un espectacular John Romita Jr. a los lápices y lejos aún de darnos los sustos que fueron Pecados del pasado o Un día más. En Spectacular Spider-Man estaba un Paul Jenkins que, aún haciendo historias pequeñitas, nos ha dejado momentos que han pasado a la historia. Y en Ultimate Spider-Man seguían, y seguirían durante mucho tiempo más, Brian Michael Bendis y Mark Bagley. Las tres series del personaje además estaban entre los treinta tebeos más vendidos del mes, así que tenía todo el sentido del mundo que Axel Alonso, editor de la franquicia arácnida por la época, decidiera lanzar un nuevo título del trepamuros, englobado dentro de la línea Marvel Knights. Y para inaugurar la nueva serie, contó con un equipo creativo de lujo: Mark Millar y Terry Dodson estuvieron durante los primeros doce números, que son una vez más recopilados en un tomo. Con todos ustedes, Entre los muertos.
Entre los Muertos es una historia cerrada publicada en doce números, separada en tres arcos argumentales con el único motivo de facilitar su reedición en tomos recopilatorios. El planteamiento de la historia es de sobra conocido a estas alturas: un villano ha descubierto la identidad secreta de Spiderman y ha secuestrado a la Tía May para amargarle la vida. ¿Que esta historia nos suena familiar? Sí, por supuesto. Es el eje de la legendaria Daredevil: Born Again de Frank Miller y David Mazzucchelli, se utilizó también en Spiderman: Back In Black y es uno de los puntos en los que se basa Civil War, también de Mark Millar. En pocas palabras, es un argumento típico del género superheroico. Como típica es también la estructura de esta historia: cuando un autor afamado entra para hacer una historia de duración limitada en un personaje de primera línea, es bastante habitual que haga un planteamiento, un desenlace al final, y entre medias haga un recorrido por la galería de villanos del héroe protagonista. ¿Que nos viene a la cabeza Batman: Silencio con esa descripción? Pues la verdad es que es una comparación bastante apropiada, son dos historias que tienen muchos puntos en común.
Lo hemos dicho en más de una ocasión: Mark Millar no es precisamente el autor más original ni más creativo del medio, pero sabe hacer blockbusters que funcionan comercialmente. Es cierto que esta historia tiene una pizca de Born Again, otra de Silencio, un toque de Hannibal Lecter en el retrato que hace del Norman Osborn encarcelado y una pincelada edgy a lo Ultimates para hacer más molona la historia… pero es una colección que, diecisiete años después de su publicación original, se sigue reeditando: además de la edición original en grapa, ha sido reeditado en Marvel Deluxe, en Marvel Integral, en el coleccionable Spiderman: La colección definitiva, y ahora en Marvel Must-Have. No es ni de lejos la mejor historia de Spiderman ni la más memorable, pero Millar sabe darle al público lo que quiere leer. La comparación que se suele hacer entre el escritor escocés y Michael Bay no es gratuita.
En el dibujo tenemos a Terry Dodson y Frank Cho entrando de suplente en un par de números, con un dibujo en la línea de lo que esperamos de ambos autores. Un trazo elegante, pero quizás demasiado luminoso para el pretendido tono oscuro de una historia en la que Peter Parker es llevado al límite. Y como no puede ser de otra forma, cada vez que hay superheroínas -o supervillanas o lo que sea que esté en disfraz de licra- en manos de Terry Dodson, quedan hipersexualizadas hasta el extremo.
Entre Los Muertos en una historia que se deja leer y es el complemento perfecto a un cuenco de palomitas. No es nada nuevo, no cambia nada en el entorno del personaje más allá que un nuevo portador temporal del simbionte de Veneno y tiene momentos en la caracterización del Trepamuros que nos hacen torcer un poco el gesto, pero como historia adrenalínica para pasar el rato, cumple de sobra. Exactamente lo que esperamos de Mark Millar.