Durante el exitoso relanzamiento de los mutantes que supuso X-Men Reload a mediados de la primera década de este siglo, uno de los autores que más llamaban la atención a priori era Peter Milligan. Este autor inglés no sólo tenía un buen puñado de obras legendarias dentro del sello Vertigo de la Distinguida Competencia, como Enigma, El Extremista o Shade, el hombre cambiante. Es que también era el responsable de X-Force/X-Statix, una de las cumbres de la franquicia mutante desde su inauguración allá por 1963. Pero su paso por X-Men, una de las series centrales de los Hijos del Átomo en la época, no llegó a darnos las luces que esperábamos mirando su brillante bibliografía previa. Quizás el motivo se debiera a que Milligan se mueve en terrenos más experimentales y aquí estaba obligado por exigencias editoriales a producir un material más convencional. O quizás es que esta etapa fue demasiado corta, y no llegó a asentarse. Arresto Domiciliario es el segundo tomo Marvel Must-Have de un total de tres en los que se recopila la totalidad de su etapa.

Al igual que en Golgotha, aquí tenemos  dos arcos argumentales completos. El primeros de ellos, Reino Salvaje, es un crossover con la Pantera Negra de Reginald Hudlin (una serie que acaba de terminar de ser reeditada en formato 100% Marvel HC), una historia más importante para T’Challa que para los residentes en el Condado de Westchester. En Niganda, la beligerante nación vecina de Wakanda, están apareciendo unas bestias mutadas que llaman la atención de la Patrulla-X. Menos gracia aún le hacen a Pantera Negra, que las tiene a la puerta de su casa. Hacen equipo juntos para combatir al científico responsable, mientras aparecen, un poco metidos con calzador, el Fantasma Rojo y sus Super Simios comunistas. En este cruce se deja caer que Ororo y T’Challa tienen un pasado juntos (que se mostró en el Marvel Team-Up nº 100 de 1980) y se siembran las semillas para la futura boda entre los dos principales héroes africanos de la editorial, trama que se vería desarrollada posteriormente en la serie de Pantera.

Arresto Domiciliario, la segunda historia del tomo y que le da título, es un arco argumental de tres números ambientado después de Dinastía de M. Como vimos en Diezmados, un especial incluido en el cuarto Marvel Must-Have de la Imposible Patrulla-X, un escuadrón de centinelas había aterrizado a las puertas de la Mansión X. En estos tres números vemos con qué objetivo han llegado y quién los dirige. Y también, quiénes son los miembros de este equipo que han perdido los poderes. Como era de esperar, ninguno de los principales.

En el primer arco argumental, nos encontramos con una historia que está a caballo entre las dos series en las que se desarrolla sin terminar de encajar por completo en ninguna de ellas. Quizás lo más interesante en lo que a mutantes toca sea el constante conflicto sobre el liderazgo que se respira en el grupo, una idea que también se trata en el segundo, Arresto Domiciliario. En esta segunda parte, se explora, de forma bastante coherente, los primeros momentos posteriores al Día M y cómo se lo toman los mutantes. Estamos ante una obra de encargo, de franquicia de primera línea y en mitad de las consecuencias de un evento: cualquier parecido entre lo que nos encontramos aquí y las ideas que suele plantear Peter Milligan en sus obras más personales son absoluta casualidad. Lo único que parece quedarnos claro de lo que deja caer aquí el autor es que Kaos le provoca una profunda antipatía.

En el plano gráfico, seguimos teniendo a la mejor versión que hemos visto de Salvador Larroca, como ya comentábamos anteriormente. Los lectores a los que les guste el estilo del autor valenciano se le encontrarán aquí con un trazo mucho más depurado que en sus primeros años y un estilo mucho más personal, pero con un dinamismo que con el paso de los años y su evolución hacia un estilo más fotorrealista ha ido perdiendo.

Arresto Domiciliario funciona mejor como contextualización de lo que estaba ocurriendo alrededor de los mutantes en 2005-2006 que como una obra atemporal en sí misma. Sea como sea, son una lectura que sin llegar a emocionar, no supone un suplicio. Eso sí, fueron unos tebeos simplemente correctos de un autor que nos tiene acostumbrados a un nivel sobresaliente.