Tres años después del anterior tomo de la edición integral de una de las etapas más memorables del Capitán América, y conociendo cómo funciona el mercado editorial en España, a algunos se nos encendieron las alarmas temiendo que quedara inconclusa como había sucedido con Investigaciones Factor-X, por poner un ejemplo. Desde Panini se encargaron de tranquilizar a los lectores asegurando su continuación para cuando llegase la siguiente película del UCM. ¿Cuál fue nuestra sorpresa cuando, sin previo aviso, apareció en el boletín de novedades para el mes de julio este Marvel Integral. Capitán América: El juicio del Capitán América? Con este son ya cinco tomos y queda solo material para un previsible sexto y último omnibus con el que se recopile toda la etapa de Ed Brubaker al frente de la serie.
Como ya hace tanto tiempo del anterior tomo, recordemos que estábamos en ese punto donde el Capi ya estaba nuevamente entre los vivos, pero había tomado la decisión de dejar en el cargo al que había sido más que un digno sucesor durante el tiempo en que había estado «muerto». Pero Brubaker no es un guionista cualquiera, y sabía que su propia idea para la serie tenía sus propios flecos. Cualquier otro guionista, probablemente habría obviado el hecho de que Bucky Barnes, durante sus años como el Soldado de Invierno, había cometido una serie de crímenes que habían quedado impunes. Y como Brubaker no es cualquier guionista, va encarrilando ya la serie para su salida de la colección, y decidió que era el momento de cerrar esos flecos con una historia tan coherente y planificada como todo lo anterior.
De hecho, llaman la atención esos dos arcos con los que abre este tomo (aunque uno de ellos sea la miniserie paralela Steve Rogers: Supersoldado) en los que la serie adopta un cariz mucho más cercano al cómic de superhéroes al uso, pero bastante alejado de todo a lo que nos había acostumbrado el guionista en los números anteriores. Esto es, tramas de espionaje, estrategias políticas y una acción al servicio de la trama y no al revés. En los primeros números del tomo veremos aparecer personajes del pasado como el Capitán América loco o El forjador de máquinas, personajes de las etapas de Steve Englehart o Roger Stern (aunque el segundo fue creado por Stan Lee para Daredevil). Se trata de dos arcos argumentales muy al uso, con un plan del villano de turno que habrá que desmontar. En su día recibieron ciertas críticas por el cambio de tono aunque no deja de ser un interludio bastante entretenido que servía para tomar aire y prepararnos para lo que vendría a continuación.
Porque desde entonces, la serie empieza a encauzarse por los caminos habituales y a retomar esas tramas en varias líneas argumentales que van abriendo nuevas vías narrativas, sin permitir que el lector recobre el aliento en ningún momento. Así, comenzamos el arco Sin salida, en el que el Barón Zemo urde un plan con el que acabar con el actual Capitán América, pero planificándolo en varias fases que permitan que, incluso consiguiendo superarle en los primeros compases… tenga preparado lo que llegará a continuación. Para esto se rodeará de personajes conocidos y villanos muy secundarios que llevaban tiempo desaparecidos, pero que encajan a la perfección con esos planes premeditados hasta las últimas consecuencias y que pondrán en jaque al héroe.
Todo desemboca en la consecuencia lógica: El lanzamiento a la luz pública de la identidad del actual Centinela de la Libertad y cómo tomará la decisión de someterse a un juicio para evitar problemas con la justicia y poner en una posición difícil a sus compañeros Vengadores o incluso a cargos más altos en el poder. Brubaker construye una trama muy interesante, porque además de conseguir interesar al lector por su protagonista, plantea una serie de dudas morales que no son necesariamente fáciles de responder. ¿Quién es responsable cuando una persona sometida a control mental o de cualquier otro tipo comete un crimen atroz? El tomo concluye con unos números que nos recordarán a la propia etapa de Brubaker al frente de Daredevil y con un tie-in con el evento Miedo Encarnado, que conduce a lo que pudimos ver en el tomo Marvel Omnibus. El soldado de Invierno de Ed Brubaker.
En este tomo, el peso artístico recae en Butch Guice, quien también dibujaría la serie de Bucky junto a Natasha, con ese estilo sucio y realista tan cercano a Michael Lark y que encaja tan bien con el tono de espionaje con el que impregna Brubaker sus guiones. Pero si echáis un vistazo a los créditos, veréis que no es el único dibujante, y tenemos invitados de la talla de Dale Eaglesham (que se encarga de Supersoldado), Daniel Acuña o Chris Samnee, quien se encargará de una de las subtramas con la que Brubaker divide la serie en el tramo final de este tomo, dividiendo la serie en la trama de Bucky, la de Steve Rogers y la de Viuda Negra con Sharon Carter.
En definitiva, Marvel Integral. Capitán América: El juicio del Capitán América es un deleite para cualquier lector de cómics de superhéroes. Brubaker demuestra cómo hacer que una serie que había alcanzado cotas muy elevadas de calidad, puede seguir funcionando a pesar de haber resuelto ya los grandes motores emocionales de la trama. Con un Steve Rogers abocado a recuperar su identidad heróica, y un Bucky que había cumplido un papel más que digno, la serie se mueve en un tipo de historias que hace que, incluso los que tenemos muchos tiros dados en esto de los superhéroes, llegáramos a dudar si Steve volvería a recuperar su identidad algún día. Un tomo que, pese a sus casi setecientas páginas se lee haciendo difícil aparcar la lectura, cargado de extras muy interesantes como entrevistas al equipo creativo o artículos importados de publicaciones americanas o de cuño propio a cargo de David Aliaga.
Lo mejor: Lo bien que funciona la serie a pesar de haber «resuelto» el desencadenante narrativo con la que empezó la serie. Butch Guice. Que Brubaker no olvide que, pese a sus actos heróicos, Bucky no había pagado por sus crímenes.
Lo peor: La espera hasta el último tomo de esta edición.