Buenos días, amigos. Bienvenidos a Miedo Encarnado, el evento de Marvel Comics publicado en 2011 y que Panini nos ofrece en su línea Marvel Must-Have, pese a que todavía no se ha llegado al momento correspondiente en lo que sería el landscape denominado “La edad heroica”.
Hagamos un poco de historia. En el momento en que fue publicado originalmente Miedo Encarnado, el Universo Marvel se encontraba viviendo un periodo de calma como llevaba años sin verse. Desde que Brian Michael Bendis sacudiera los cimientos de la editorial con Vengadores: Desunidos y Dinastía de M, los héroes más poderosos de la Tierra vivieron en un continuo tour de force. Primero se enfrentaron entre ellos en la Guerra Civil, más tarde no sabían en quién confiar por culpa de la Invasión Secreta de los Skrull, y de ahí pasaron a un periodo de oscuridad con Norman Osborn al mando del cotarro que finalizó con la destrucción de Asgard en Asedio.
Desde luego, pasaron cosas, pero he aquí que en un retiro editorial, a Matt Fraction se le ocurrió la idea de Miedo Encarnado y Axel Alonso decidió que era buena idea. Así que pa’lante. Personalmente, creo que más que una buena idea, fue la única que se presentó.
Antes de nada, debo aclarar que Miedo Encarnado es un evento inferior a sus predecesores, pero muy superior a otros más modernos como Vengadores VS X-Men, Civil War II o Pecado Original. El principal problema de esta saga es que llegó de improviso, sin prepararse. Las mencionadas Civil War o Invasión Secreta fueron el resultado de ir dejando pistas aquí y allá, lo que provocó que en el momento de publicarse las series principales las expectativas fueran enormes.
No obstante, esto tuvo su parte positiva, puesto que, al no haber mucha información sobre lo que podría pasar, Matt Fraction podría jugar al despiste. La presente recopilación de Miedo Encarnado incluye los siete capítulos de la miniserie original, así como el prólogo llamado “Book of Skull”, que a la postre es lo mejor del volumen.
Miedo Encarnado comienza con una escena situada en la Segunda Guerra Mundial, con Cráneo Rojo viajando hasta una región recóndita donde se encuentra un gran hallazgo que podría cambiar el curso del conflicto, y de la historia de la humanidad, para siempre. Estoy hablando de un martillo encantado. Este prefacio entronca muy bien con lo que se vio en el primer filme del Capitán América, estrenado precisamente en 2011. En ambos casos, el artefacto misterioso tiene naturaleza asgardiana.
Miedo Encarnado. La mitología de Thor es la clave
Matt Fraction conocía bien el mundillo del Dios del Trueno gracias a una serie de especiales que había guionizado ambientados en diversas eras. Además, aprovechó la debacle de Asgard (su destrucción llevó a la ruina a la pequeña ciudad de Broxton) para sembrar las únicas semillas sobre las que se sustenta este evento.
Si bien es cierto que la premisa es interesante, la ejecución es algo chapucera, con un guionista que parece que quiere jugar a ser Jeph Loeb en su etapa de Hulk (que llenó todo de monstruos gammas). Para esta ocasión, si un martillo no fuera suficiente, Fraction se saca de la manga siete martillos que son otorgados a personajes como Pecado, Hulk, Juggernaut o Attuma.
Pero como siete martillos no son suficientes, pues habrá que crear otras tantas armas para hacerles frente. Le añadimos a esto páginas y páginas de tollinas con héroes magullados y ya tenemos Miedo Encarnado finiquitado.
Otro aspecto “negativo” de la obra es que la lectura independiente de la miniserie principal deja muy coja la historia, dejando la sensación de que nos estamos perdiendo muchas cosas. Todo resulta muy artificial, en ningún momento llega a ser creíble (sin perder de vista que estamos hablando de tebeos de superhéroes, ojo) que héroes como el Capi, Luke Cage o Spider-Man tengan miedo de los nuevos villanos de turno. Las muertes también te dan un poco igual porque sabes que, más pronto que tarde, todo el mundo volverá. Al menos, la primera de ellas resulta salvaje y contundente.
En Miedo Encarnado hay algunos momentos muy buenos. Pequeñas perlas de genialidad protagonizadas por Tony Stark (no en vano, Fraction se encargaba de sus aventuras junto a Salvador Larroca) que suman pequeños enteros. Hay épica a raudales con algunas batallas que logran transmitir al lector la violencia, incertidumbre e intensidad que se presupone a una pelea entre seres que tienen el poder de los dioses.
De todas formas, hay algo que da muchos puntos de calidad incuestionable a Miedo Encarnado. Me estoy refiriendo, como no, al excelso dibujo de Stuart Immonen, cuyo trazo, en su mejor estado de forma, nos regala algunas escenas para el recuerdo que más tarde veríamos inmortalizadas en algunas de las películas más importantes del MCU. El sensacional artista consigue que nos olvidemos de cualquier inconsistencia argumental para centrarnos en disfrutar de toda su galería de recursos narrativos.
En definitiva, Miedo Encarnado es un crossover tan divertido como imperfecto, tan superficial como dinámico. No obstante, su ritmo endiablado hace que cojas el tomo para consumirlo de una sentada. Y para conseguir eso, amigos, los autores tienen que tener un talento contrastado.
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