Pues ya tenemos en casa el último manga de Gou Tanabe. Como no podría ser de otra forma se trata de una adaptación de la obra del mítico H.P.Lovecraft. Con este son ya ocho volúmenes en los que el mangaka sabe captar como nadie ese terror cósmico e hipnótico que caracterizó la obra obra del escritor. Algún día tendré que hacerme con “Mr. Nobody”, el único manga de Tanabe publicado en España que no tiene que ver con el papá de Cthulhu.
Hoy toca hablar de “El horror de Dunwich”. Relato corto escrito por Lovecraft en 1928 y publicado un año más tarde en la revista “Weird Tales”. Su adaptación al manga, que vio la luz en el año 2021 de la mano de la editorial Enterbrain, contó con tres tomos en formato Tankoubon. En esta ocasión, al contrario de lo que pasó con “Las montañas de la locura”, Planeta ha optado por respetar el modelo de publicación original y la obra verá la luz en nuestro país en otros tres tomos. Esto provoca que estemos ante una entrega con menos páginas de lo habitual y que, por muy satisfactoria que sea, acabe sabiendo a poco.
“El horror de Dunwich” nos hace viajar a un pueblecito de Nueva Inglaterra al que llega un profesor de la Universidad de Miskatonic en busca de un ejemplar en buen estado de cierto libro maldito. Pero más allá de esto, los verdaderos protagonistas son la familia Whateley. Un padre, su hija albina y su nieto (se desconoce quién es el progenitor de la criatura). Hasta aquí todo normal, pero si añadimos que el niño tiene un crecimiento acelerado y que su abuelo está empeñado en enseñarle artes arcanas, pues bueno, digamos que tenemos todos los ingredientes para una historia en la que el suspense y la tensión están presentes en cada página.
Tanabe sabe captar a la perfección la esencia de “El horror de Dunwich”. En esta historia, se deja un poco de lado el terror cósmico de alguno de los relatos más célebres de Lovecraft para ofrecer al lector una buena dosis del denominado Folk Horror. ¿Y cómo se las apaña Tanabe para conseguir provocar en el lector esta sensación de desasosiego y mal rollo? Pues muy sencillo, con un dibujo magistral que roza la perfección.
Esta primera entrega de “El horror de Dunwich” abre con una secuencia muda que alterna planos generales de parajes desolados con el punto de vista del viejo Whateley. De esta manera, Tanabe nos mete del todo en la escena. Con un estilo muy cinematográfico, el mangaka consigue crear una atmósfera malsana e inquietante usando para ello dos pilares sobre los que cimenta el terror de su adaptación.
En primer lugar, la imponente y perturbadora presencia de los Whateley, que enrarecen el ambiente con solo aparecer en una viñeta. Después, la obsesión por el detalle (que roza el horror vacui) de Tanabe es fundamental para mostrar la podredumbre de la casa donde vive la disfuncional familia. En sus páginas se puede apreciar cada madera podrida, telaraña o mota de polvo que se desprende al pisar un escalón. Estamos pues ante un tebeo que conviene leer con atención para no perderte nada, para disfrutar de cada elemento, por pequeño o insignificante que pueda parecer.
Ahora bien, como hemos dicho más arriba, al ser tan solo la primera entrega de tres, acaba sabiendo a poco. El comienzo de “El horror de Dunwich” apenas araña la superficie de lo que llegará a ser esta historia. Lo bueno es que uno se queda con ganas de más. Lo malo es que hasta febrero no se publica la continuación.
Mientras tanto podemos amenizar la espera leyendo los relatos originales o alguna de las adaptaciones o aproximaciones a la obra de Lovecraft que realizaron autores como Richard Corben, Alberto Breccia o Alan Moore. Material de calidad hay. Sí, el que no se consuela es porque no quiere.