Jack Kirby presentó a Los Eternos en 1976, inicialmente sin intención de que formaran parte del Universo Marvel. En 1977 la serie fue cancelada, quedando varias de las tramas sin cerrar. Pocos meses después, el Rey abandonó Marvel ya definitivamente, y no quedaron escritas ni siquiera las líneas básicas de las ideas que el creador tenía para esta serie. Un par de años después, Roy Thomas se atrevió a darle un final a la historia de los Celestiales, integrando ya oficialmente a estos personajes dentro de la editorial. Solucionado el tema del juicio del Celestial Arishem vinculándolo al Ragnarok nórdico, era el momento de profundizar en la relación entre Eternos, Celestiales y el Universo Marvel en general. Y eso es lo que nos llega en este volumen, Liberar a los Eternos.
A diferencia de las anteriores entregas de esta colección, Liberar a los Eternos es un tomo que incluye material procedente de tres series diferentes, cuyo objetivo es la mencionada integración de las creaciones de Kirby con… con más creaciones de Kirby, vamos.
Arrancamos con las Historias jamás contadas del Universo Marvel, unas historias de complemento publicadas entre los números 23 y 30 del primer volumen de What If en 1980, que son publicadas en castellano por primera vez a color y a tamaño original en este tomo. En estas poco más de cincuenta páginas, reeditadas por Marvel en 2019 en una grapa especial, se recuenta el origen de los Eternos y, retrocontinuidad mediante, se les relaciona con otras razas de origen estelar, como los Titanes o los Inhumanos, e incluso se insinúa un posible origen para los Mutantes terrestres. Historias jamás contadas del Universo Marvel no pasa de una simple curiosidad, con un guion a tres manos, Mark Gruenwald, Ralph Macchio y Peter Gillis, para poco más de cincuenta páginas y dos dibujantes correctos pero que no emocionan, como son Ron Wilson y Rick Buckler. El mayor interés que tienen estas páginas reside en la redefinición de los Titanes de Jim Starlin como una tribu de Eternos exiliados, es más una historia de trasfondo del Universo Marvel que un cómic con auténtico interés por valores propios.
Se complementa el tomo con un par de historias extras de la primera mitad de los 80, en las que se empieza a normalizar la presencia de estos personajes en las series Marvel. Así, tenemos un anual de Iron Man de la época en la que Rhodey estaba dentro de la armadura del Vengador Dorado, con una historia que da título a este tomo en la que el protagonista de la serie se alía con los Eternos para combatir a los Desviantes. No es que tenga mucha chicha, y quizás lo más reseñable que tiene es que el escritor es Peter B. Gillis, el escritor que un par de años después sería el sucesor de Jack Kirby, encargado de escribir el segundo volumen de Los Eternos, que veremos recogido íntegramente en el sexto volumen de esta Colección.
Cierra el tomo con una historia de tres números, publicada en la serie Vengadores durante la época de Roger Stern. Quienes hayan leído la etapa de Roger Stern en esta serie ya saben qué esperarse: historias más o menos épicas entrelazadas con escenas cotidianas que dan credibilidad a los personajes. Así, entre Mónica Rambeau contando a sus padres que es la nueva Capitana Marvel, Ojo de Halcón montando los Vengadores Costa Oeste y la Visión y la Bruja Escarlata haciendo vida más o menos cotidiana, tenemos al Titán Starfox colándose en una fiesta con la Avispa. Una fiesta en la que se encuentran con Hulka y que está organizada por la Eterna Sersi. No es una historia especialmente memorable, más aún teniendo en cuenta que está dibujada por Al Milgrom, pero sirve para insistir entre las relaciones entre Eternos y Titanes.
Liberar a los Eternos no es un tomo con épicas historias como las creadas por Jack Kirby en los dos primeros volúmenes. Ni siquiera una historia hecha con oficio como los números de Thor de Roy Thomas y Keith Pollard. Es una colección de tebeos de esos que no son especialmente interesantes, pero que sirven de argamasa para dar cohesión al Universo Marvel.
