Es la hora de las tortas!!!

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¡Viñetas y… acción! 16: X-Men La Decisión Final de Brett Ratner

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¡Hola amiguitos! Bienvenidos una quincena más  a Viñetas y … acción! Corre el año 2006 y el gigante del Universo Cinematográfico de Marvel empieza a avistarse en el horizonte. Mientras tanto, New Line cerró su trilogía de Blade, Fox hizo lo propio con X-Men y Sony tardaría un año en acabar su relación con Sam Raimi, y esté, con Spider-Man.

A la Fox le cayeron muchos palos por X-Men: La Decisión Final: muchos injustificados, pero si que es cierto que viéndola en caliente y pensando lo que podría haber sido en manos de Singer (luego hablaremos de esto), el resultado final queda muy deslucido. Estamos ante una gran película de acción, siendo esta tercera entrega la más superheroica de toda la franquicia mutante junto con X-Men Apocalipsis. Pero su tono, mucho más “happy” y optimista, no ayudó.

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X-Men: La Decisión Final pese a tener la calificación deseada de PG-13, fue sin lugar a dudas la película más “para todos los públicos” de la trilogía. Las garras de Lobezno nunca habían salpicado menos sangre (bueno, quizás en X-Men Orígenes: Lobezno) y prueba de ello son los Morlocks. El grupo de mutantes “feos” aquí no son tales y la iglesia donde se reúnen con Magneto bien podría ser una pasarela de modelos de algún diseñador trasnochado.

215 millones de dólares se fundieron en este cierre de trilogía, muchísimo más que cualquiera de sus predecesoras. La jugada salió bien puesto que recaudó 456 millones, pero no tan bien como se esperaría del mayor presupuesto de la historia del cine hasta ese momento. Además, quitando algunos momentos, no se nota especialmente el aumento de capital. La película es sumamente pobre en cuanto a localizaciones y el hecho de que Magneto y su Hermandad (ahora sí que tiene un ejército y no cuatro pringados) estén alojados en un bosque y durmiendo en tiendas de campaña es algo que me sigue dando bastante grima, ¿Dónde están las cloacas y túneles de los Morlocks?

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Siempre se ha criticado a Brett Ratner como responsable de todos los males de esta entrega, pero teniendo en cuenta que el pobre se encontró con el cocido a medio hacer hay que reconocer que la cosa le salió medio decente. Ratner supo realizar una película cuyo ritmo no decae, donde pasan muchas cosas (demasiadas) y que está plagada y sobrexplotada de personajes sacados de las viñetas. Esto último es culpa del deleznable guion de Zak Penn y Simon Kinberg que, posiblemente bajo mandato de la Fox, esperaban sembrar semillas de posibles spin-offs. De hecho,  en su momento se habló de cintas baratas para explotación reducida o V.O.D de Magneto, Tormenta o Juggernaut. Salen muchos, y aun así se pretendía que salieran más como Gambito, Dazzler o que repitiese Rondador Nocturno.

Dolió que Bryan Singer se marchase a dirigir la más que potable Superman Returns. Su marcha se notó en el reparto, pues James Mardsen se fue con él y como castigo (eso dicen) su papel en X-Men: La Decisión Final fue un visto y no visto. Salió poco y salió mal, porque tal era el tono de su personaje (emo hasta la náusea) que daban ganas de suicidarse. Menos mal que Jean lo mató. Ese detalle de la muerte de un héroe fue un gran golpe de efecto, pues con ello se establecía que estábamos presenciando un fin de ciclo y de hecho, así fue. A Singer se le trató de sustituir con Joss Whedon, pero también estaba liado con DC (esa película de Wonder Woman que nunca pasó) o con Matthew Vaughn, que al final pasó de ésta, pero se encargó de X-Men: Primera Generación.

Ahora analicemos la película por partes.  Empezamos por el comienzo: un flashback nos retrotrae al pasado con un Charles Xavier, que camina junto a un Magneto, ambos visitando a Jean Grey. Para no liarse demasiado, aquí el Fénix nada tiene que ver con entidades cósmicas. Aquí es el potencial de Jean desatado, que fue reprimido por Xavier (saliendo así a coalición que el bueno de Chuck era capaz de lo que fuera por preservar la especie mutante y, de paso, salvar el mundo). Molan mucho los efectos de rejuvenecimiento digitales de dos carcamales como Patrick Stewart e Ian McKellen, que son de lejos los mejores actores de la franquicia. De hecho, sus escenas juntos o el respeto con el que Magneto habla de Xavier para echar la bronca a Pyros, nos brindan algunos de los mejores diálogos de la cinta.

Seguimos con flashbacks: el que nos presenta al Ángel. Ben Foster (que ya había salido en Punisher) es Warren Worthington III y ya, vuela un par de veces (por fin un puñetero mutante vuela en esa saga) y apenas habla. El que parecía que iba a ser el motor de la película se queda en mera anécdota y no aporta mucho más. Y por fin vamos a la primera escena en el presente, una que mucha gente esperaba: ¡centinelas! Bueno, casi. Una escena en la sala de peligro donde se ve a los X-Men juntos, y que es puro fan service con Coloso (Daniel Cudmore dice un par de frases en tres películas, ¡tres!), hace una bola especial con un Hugh Jackman excesivamente cableado y conocemos a Ellen Page como Kitty Pryde, un personaje que ha salido en todas las entregas y que ha tenido una actriz distinta en cada una. Decía que casi vemos un centinela porque a la hora de la verdad tan solo vislumbraremos su silueta y veremos su cabeza. Vuelvo a decirlo ¿215 millones? Vete a cagar, Fox.

X-Men: La Decisión Final apenas dura cien minutos, muy poco para desarrollar todo lo que pretende y que todos los personajes tengan su propia voz. Si X-Men 2 adaptaba a su manera Dios ama, el hombre mata de Chris Claremont, X-Men 3 a su manera nos ofrece una visión descafeinada de La saga de Fénix Oscura de Claremont y Byrne y de El Don de Joss Whedon y John Cassady. Dos tramas totalmente distintas y que, para bien, no se mezclan en el desarrollo del filme. Cada una de ellas tiene sus propios protagonistas, todas las tramas confluyen en un climax espectacular en la forma de la batalla de Alcatraz, y es aquí donde se nota el pastizal con Magneto haciendo volar el puente de  Golden Gate. Lamentablemente la batalla fue un batiburrillo indescifrable donde Lobezno lanzaba garrazos, Coloso pegaba y el Hombre de Hielo congelaba cosas, pese a que su inevitable encuentro con Pyros fue bastante chulo, pero corto.

X-Men: La Decisión Final fue la puerta de entrada para muchos personajes. El más destacable fue La Bestia, interpretado por el solvente Kelsey Grammer y con un maquillaje excelente de Rick Baker (el Stan Wiston de los potingues). Está clavado e incluso entona su “barras y estrellas”. Tras esto… vamos a mal. Vinnie Jones se interpreta a si mismo, pero aquí lo llaman Juggernaut, es mutante y nada tiene que ver con Xavier. Lo hace bien en las dos escenas que sale, ya que básicamente tiene que correr hacia adelante… Seamos sinceros, a Vinnie no le podemos pedir mucho más. También aparece Jamie Madrox que literalmente no hace nada y no aporta nada. Menos aún Calisto, que se pega con Tormenta en una coreografía lamentable, Arco Voltaico o Mariposa Mental. Sí amigos, sale Mariposa Mental usando su poder de fundirse con las sombras, pero aquí no debéis matar al guionista de la cinta, debéis cargar con Scott Lobdell, él fue quien se inventó esto.

Por desgracia los personajes conocidos tampoco se lucen mucho a excepción de Lobezno. Hugh Jackman protagoniza todas las escenas potentes y remata la faena al más puro estilo de Grant Morrison en un final algo forzado con todo desapareciendo a su alrededor al más puro estilo del chasquido de Thanos en Vengadores Infinity War. Tormenta cambia de peinado, dice un par de frases chungas y todavía no ha aprendido a volar. Por último tenemos a Pícara, que de ser la causa de la existencia de la primera entrega aquí apenas asoma el hocico. No obstante, hay varios elementos interesantes a nivel de culebrón que son netamente claremontianos, esos momentos de drama de amorío adolescente y el triángulo entre Pícara-Bobby-Kitty son muy resultones.

Terminamos el repaso a los personajes con Famke Jansen. El personaje que debería continuar el soberbio culmen de la entrega anterior está totalmente desdibujado. Además el equipo de producción comete un par de errores de raccord bastante serios con ella y también someten al personaje a tonterías como ponerle un vestido corto y tacones cuando está siendo inspeccionada médicamente en la mansión… todo esto solo para que quedase más sexy su momento lujurioso con Logan. Innecesario, absurdo y todo lo que se os ocurra.

Otro detalle que palidece, en comparación con el resto de la saga es la banda sonora de John Powell que se basa demasiado en sonidos sinfónicos y carece de la fuerza de John Ottman, quien se fue de la manita con Bryan Singer y James Mardsen a Warner/DC.

Ya como detalles finales, destacar que en esta despedida si tenemos a Stan Lee haciendo un cameo, acompañado del gran Chris Claremont, y que hay una escena post-créditos por primera vez en el cine Marvel. Escena que daba a entender que Charles Xavier no estaría muerto.

No es la tercera entrega que esperábamos, no es la que queríamos, pero el tiempo está dejando en su lugar a una película mucho más apañada de lo que apreciamos hace trece años.

No fue el final ni de lejos para la franquicia: tres películas más de X-Men, tres de Lobezno, dos de Masacre, dos series de televisión y los futuros estrenos de New Mutans y Dark Phoenix. No está nada mal para una saga por la que nadie daba un duro en 2000.