Se dice con frecuencia -y con razón- que los tebeos más interesantes de Superman desde hace tiempo son los que están fuera de continuidad. No aquellos en los que se nos cuentan sus andanzas mensuales por el Universo DC, en solitario o con la Liga de la Justicia, sino aquellos en los que lo que se pretende no es contarnos una historia del personaje, sino reflexionar sobre quién es y qué es lo que le hace ser lo que es. Por qué, además de ser el primer superhéroe, sigue siendo uno de los iconos en los que se mira el medio. Entre este tipo de obras nos encontramos, además de la legendaria ¿Qué fue del hombre del mañana? de Alan Moore, las no menos recomendables Identidad secreta o Kingdom Come. Y en esta misma liga viene a jugar Superman: American Alien, de Max Landis acompañado de siete ilustradores diferentes.

Cuando una obra viene publicitada por el nombre de un autor que es una figura mediática ajena al mundo del cómic, es imposible no sentir un cierto temor ante qué nos vamos a encontrar.  No sería la primera vez que la decepción es notable, pero en ocasiones nos llevamos agradables sorpresas, como el Umbrella Academy del cantante Gerard Way o el Masacre del actor Brian Posehn. En American Alien, el nombre que aparece en el lomo del tomo es Max Landis, hijo del director de cine John Landis pero que se ha hecho un nombre propio en el sector audiovisual como guionista de las películas Chronicle y American Ultra o la serie de televisión Dirk Gently: Agencia de investigaciones holísticas. Al menos, siendo Landis un guionista, aunque procedente de otro medio, se presupone que sabe cómo contar una historia, con lo que la estructura del producto final va a ser, como mínimo, correcta. Pero American Alien es el primer cómic largo escrito por este autor, tras un par de historias cortas en Adventures of Superman y un anual de Action Comics, con lo que, aunque el cómo se da por sentado, no sabe uno qué esperar del qué nos vamos a encontrar.

Y tras la lectura de este tomo (reedición ampliada del publicado en 2016, con treinta y dos páginas de extras adicionales), lo primero que nos queda claro es que Max Landis entiende muy bien al personaje y sabe cómo hacer un cómic. Eso sí, a esto último le ayuda venir ayudado por una lista de dibujantes de altísimo nivel, como son Nick Dragotta, Tommy Lee Edwards, Joëlle Jones, Jae Lee, Francis Manapul, Jonathan Case y Jock, gente que conoce el medio y sus técnicas narrativas al detalle y han ayudado a que American Alien sea una historia bien contada además de interesante.

American Alien no es una historia serializada. Es una colección de estampas de la vida de Superman (de un Superman, no del de continuidad actual, ni de ninguna de las continuidades previas), breves pinceladas de momentos dispersos que irán marcando su personalidad, haciendo que el chaval de un pueblo agrícola de Kansas se convierta en el mayor superhéroe del mundo. En ese aspecto, estamos ante una obra con una estructura similar a la mencionada Identidad Secreta, pero con una intención más dirigida a contar el proceso de evolución del personaje, una colección de puntos de inflexión en la vida del joven Clark Kent. También podríamos hacer una comparación con la película Batman Begins de Christopher Nolan: tanto en la película como en este cómic es el superhéroe el que aparece en el título, pero es la persona que está debajo del traje el auténtico protagonista de la historia. De hecho, en American Alien no llegamos a ver en ningún momento a Superman con su traje icónico, aunque sí que le vemos dando pasos en esa dirección.

Así, el primero de estos momentos clave, todos ellos titulados como seres voladores, nos lleva a la pubertad de Clark y el despertar de sus poderes, con Nick Dragotta al dibujo. Unos años después, en plena adolescencia, Tommy Lee Edwards nos lleva al que puede ser el primer momento en el que Clark hace frente a un delincuente. Ya como adulto, Joëlle Jones lleva a un aún inexperto Kent a una fiesta en un barco lleno de ricachos en el que, además de interactuar con otros personajes del Universo DC, percibe de primera mano las desigualdades sociales que lleva combatiendo desde los años 30. Jae Lee nos muestra el primer enfrentamiento entre Clark Kent, el periodista, y Lex Luthor, el empresario, seguido por el choque entre Luthor, el villano y un primer boceto de lo que acabará siendo Superman, ilustrado por un siempre espectacular Francis Manapul. Jonathan Case nos lleva a un momento en el que nuestro protagonista ve los problemas de compatibilizar su vida humana y la superheroica, su pasado y su futuro. Y termina el tomo con Valquiria, dibujado por Jock. Un número en el que Superman, ya con una imagen casi definitiva, tiene un combate casi a muerte por las calles de Metrópolis, en el que Lobo toma el papel de Juicio Final, mandando a Superman al hospital después de que éste haya completado su camino iniciático tras comprender la necesidad de sacrificarse hasta donde haga falta para proteger a las personas a pie de calle. Que el título haga referencia a las deidades que llevaban al Valhalla a los caídos en combate nos deja claro el paralelismo de este número con La muerte de Superman, marcando aquí, más que el final, el principio del superhéroe.

La verdad es que American Alien no está en ese clásico top de obras del personaje donde se encuentran las que mencionábamos al principio, además de All Star Superman de Grant Morrison y Frank Quitely o El hombre de acero de John Byrne, pero iría justo después. Es uno de los mejores tebeos del personaje de la última década, y resultaba interesante saber lo que este escritor podía aportar a la mitología del Universo DC. Algo que parece que no ocurrirá a corto plazo: resultó que Max Landis es una persona horrible y ha sido acusado por un buen número de mujeres de abusos sexuales y malos tratos físicos y psicológicos. Desde 2019 su nombre ha desaparecido del cine, la televisión y el mundo editorial. Afortunadamente, en esta obra no hay indicios de su personalidad misógina y abusadora y se puede leer sin sentir ganas de vomitar, porque es un cómic fabuloso.