Que el manga es el tipo de cómic que más vende en España (y en todo el mundo) es algo que es bien sabido desde hace mucho tiempo. Por ese motivo, no es de extrañar que muchas editoriales hayan creado sus propios sellos para publicar tebeos japoneses. Lo hemos visto con Yermo y Arechi, con Random House y Distrito Manga, y desde hace unos meses la siempre mutable editorial Hidra lo viene haciendo con un catálogo que ahora crece con la incorporación de Pygmalion.

Pygmalion es la ópera prima de Chihiro Watanabe. Publicada originalmente en Japón desde el año 2016, está comprendida por tres volúmenes que Editorial Hidra lanzará de manera consecutiva en mayo, junio y julio. Y antes de entrar al turrón, desde aquí les doy un toque para que retomen Pétalos de reencarnación, jeje.

Pygmalion, ese nombre me suena

El título Pygmalion hace referencia al relato de la mitología clásica en la que el escultor homónimo se enamora de una de sus creaciones. En concreto de Galatea, estatua que cobra vida. De manera simplificada y resumida, esto es lo que tenéis que saber si queréis entender de dónde viene el título de la obra.

Ahora bien, Pygmalion es la historia de dos hermanos huérfanos llamados Keigo y Makoto, que acuden al festival nacional de las mascotas regionales. Se trata de una fiesta en la que miles de personas salen disfrazadas a la calle con trajes de los más diversos animales. Durante la celebración, y sin previo aviso, las personas disfrazadas se convierten en monstruos sedientos de sangre. Estos son denominados como galateas y a partir de este momento protagonizarán escenas dantescas llenas de gore.

Esta es la premisa con la que Chihiro Watanabe convierte Pygmalion en un manga curioso, frenético y que deja con ganas de más al ir fragmentando con sabiduría la información referente a las galateas. Lo cierto es que Pygmalion combina con efectividad elementos propios del cómic de terror en su modalidad de “survival” con otros relativos al shonen de acción más típico y tópico. La jugada le sale bien, porque el hecho de que solo sean tres tomos me hace suponer que irá directo al grano, teniendo la historia bien pensada.

Pygmalion engancha desde el primer momento gracias al suspense con el que es narrada la historia. Un halo de misterio muy bien llevado centrado en la figura de los dos hermanos, sobre todo del más pequeño, Makoto, que protagoniza el gran cliffhanger de este primer volumen. No obstante, no es el único foco de interés en una trama que probablemente sea más compleja de lo que parece, incluyendo el típico drama familiar salpicado por misterios del pasado que tan de moda ha funcionado en otros mangas del tipo de Attack on Titans.

De todas formas el gran aliciente de esta serie son las escenas protagonizadas por las galateas en las que Watanabe ha echado el resto, creando todo un ejército de bizarros y repulsivos monstruos que muchas veces parecen inofensivos hasta el momento en que se ponen en “acción”, protagonizando algunas páginas dantescas en las que el propio autor reconoce que se le ha podido ir la mano un poco con el gore, aunque lo ha hecho pensando en el público joven. Personalmente, no creo que la cantidad de hemoglobina sea tan excesiva, pero como gancho para lectores que busquen una lectura liviana y adrenalínica creo que es una buena estrategia.

El trazo de Watanabe es fresco y dinámico pese a que se muestra algo descuidado en lo referente a dibujar personajes que sean meros “humanos”. Quitando este detalle, Pygmalion invita a ser releído para fijarse más en las curiosas galateas.

En definitiva, un manga para pasar el rato hecho con oficio que te deja con ganas de más. En unas semanas sabremos cómo sigue.