Con este Nuevas aventuras del Guerrero del Antifaz Vol 4, Dolmen alcanza ya el primer tercio de la colección con la que Manuel Gago recuperase al personaje por el que será eternamente recordado. Este cuarto tomo mantiene el tono de las historias, ya algo más asentadas que en esos primeros números en los que los sucesos se iban agolpando uno detrás de otro de manera que el escenario cambiaba continuamente. Gago sigue manteniendo el dinamismo marca de la casa, pero ya sigue una línea más coherente en la que la acción tiene cambios de escenarios, pero generalmente dentro de una misma localización.

Así, recuperamos la historia donde había quedado, con el Guerrero rumbo por fin a reunirse con su amada Doña Ana María, habiendo arrebatado el control del barco capitaneado por Ben Jerifaz. Lo que no sabe es que su esposa ha sido secuestrada por un falso monje inquisidor que busca sacar provecho a la situación. En los once números que se incluyen en este tomo (se incluye un número más a cambio de sacrificar cantidad de extras) veremos al conde de Roca enfrentarse a otomanos, inquisidores, o bandidos montañeses, aunque lo que no abandona el primer plano son las intrigas amorosas, anhelos de unos y otros, engaños y tretas para conseguir el objeto de deseo.

Aunque lo que llama la atención en este tomo es el descenso de calidad de algunos acabados en determinados momentos. Lo explica muy bien Eduardo de Salazar en el prólogo: Gago se encontraba en un momento en que la editorial, alentado por las buenas ventas, aumentó la periodicidad de mensual hasta semanal, y el autor completo tenía que compaginar su trabajo en esta colección con los continuos viajes promocionales para dar salida a los álbumes de cromos que había publicado en la nueva editorial familiar MAGA, por lo que esos pequeños bajones que se ven claros en algunas páginas son hasta cierto punto comprensibles. Y ojo, que a pesar de ser evidentes, no suponen un descenso en la calidad del resultado final, pero sí hay viñetas con proporciones desafortunadas o rostros que saltan a la vista no han sido muy trabajados.

También llama la atención cómo esas eternas acusaciones de promover valores cercanos al franquismo, de las que ya hemos hablado en anteriores reseñas consiguen hacer mella en Gago quien, una vez se ha podido deshacer de la censura (estábamos acabando los años 70), comienza a proponer tramas en las que el ataque a la Iglesia es cada vez más agresivo en portadas y tramas que llegó a ser «censurado» por la propia editorial, que veía excesiva la imagen de crueldad que se le daba a la Inquisición.

En todo caso, como en tomos anteriores, lo que tenemos ante nosotros es un mero entretenimiento en el que la abundancia de personajes y subtramas se combina en perfecta proporción con peleas y escenas de acción. Mirándolo como lo que era, una revista juvenil, el producto final es impecable, puesto que Gago sabe mantener el tono en todo momento, sin derivar por la opción más fácil que sería la de desarrollar las tramas interpersonales y románticas, que llevarían la serie a páginas con diálogos interminables, pero seguro que más asequibles para el autor, que no tendría que planificar y coreografiar tantas peleas.

En definitiva, Nuevas aventuras del Guerrero del Antifaz Vol 4 es un tomo que seguirá encandilando a los que ya han llegado hasta este punto, puesto que mantiene con igual frescura la fórmula que se repite desde los primeros números: historias de aventuras, que entrecruzan los intereses de diferentes personajes, pero que avanza en su estructura lineal que no deja hueco a hipotéticas historias sucedidas entre número y número, algo que ya comentaba en las reseñas de esas historias de nuevo cuño que está publicando también Dolmen como El impostor o El tesoro de Motamid.

Lo mejor: Historias sin tanto cambio de localización, manteniendo el dinamismo y la aventura como elementos imprescindibles en todo momento.

Lo peor: En estos números salta a la vista lo corto de tiempo que andaba Gago, con algunos acabados un poco deficientes.