El 11 de septiembre de 2001 tuvo lugar el doble atentado contra las Torres Gemelas en Nueva York. Casi tres mil personas perdieron la vida en un ataque que cambiaría el mundo para siempre. El mundo que vivimos y también el Universo Marvel. La Casa de las Ideas siempre se ha jactado de que sus personajes habitan en un mundo real, como el nuestro, por eso a la hora de reflejar los dramáticos acontecimientos escogieron hacerlo a través de los ojos de su héroe urbano por excelencia: Spider-Man.

Dicho número, el 36, se publicó interrumpiendo de manera abrupta la saga en curso en la que Spider-Man se enfrentaba a Morlun. Este hecho no importó lo más mínimo. La ocasión requería que que Spidey y el resto de superhéroes de la Tierra 616 reaccionasen a la tragedia. Para ello el guionista J.M. Straczynski sacó pecho para escribir unas líneas que fueron ilustradas a la perfección por el artista John Romita Jr.

El capítulo de Spider-Man relacionado con el 11-S abre con una secuencia desoladora, parca en palabras, recayendo en John Romita Jr. la responsabilidad de reflejar el drama, el caos y la desolación. A partir de ahí, seremos meros testigos de una historia en la que el lanzarredes queda relegado a un segundo plano para ceder el protagonismo a los verdaderos héroes del día: policías, bomberos, sanitarios… Nuestro querido héroe es uno más de los voluntarios que ayudan con los heridos, los escombros…

En tan solo 24 páginas los autores realizan un alegato a la esperanza, a la necesidad de encontrar la paz sin usar para ello la violencia y al heroísmo más puro que podía encontrarse hasta ese momento en un cómic de Marvel y DC. Sí, es cierto que la escena en la que aparecen los villanos resulta forzada, rompiendo parte de la magia de la historia. Pero quitando esta viñeta, estamos ante uno de los tebeos más importantes publicados por Marvel en sus ochenta años de historia.

Con Spider-Man a veces sobran las palabras

Bueno, con Spider-Man y con el resto de sus compis de Marvel, porque una de las primeras ocurrencias de Joe Quesada como jefazo de Marvel fue el mes Nuff Said, en el que todas las series regulares contarían con un número mudo, sin bocadillos o cuadros de texto. Por lo general las historias fueron un tanto lamentables, salvo casos como X-Statics, el Peter Parker de Jenkins (con Spidey contra una banda de mimos!), New X-Men o Amazing Spider-Man.

Curiosamente las últimas dos series mencionadas hicieron trampa. Los mutantes de Morrison tuvieron texto en la última página para anunciar el terrible secreto de Cassandra Nova y Charles Xavier. En el Asombroso Spider-Man, JMS fue algo más cuco, mostrando texto en pantallas de ordenador, cartas, etc… El número mudo de Spidey se centró en la Tía May, personaje que nunca antes había tenido tanta atención o había estado tan bien escrito hasta la llegada de JMS. En 24 páginas, nuestra querida tita May trata de afrontar (o cambiar dentro de sus posibilidades) la percepción que los medios de comunicación tienen de la faceta superheroica de su sobrino. Al igual que el número que abre el tomo, estamos ante una historia brillante donde vuelve a lucir la capacidad de John Romita Jr. para brillar gracias a una narrativa prodigiosa.

Una vez pasados estos dos excelsos números toca retomar la vuelta a la grandeza de Spider-Man por obra y gracia de J.M. Straczynski. Lo primero que me parece llamativo es que hasta los últimos capítulos de esta segunda entrega no aparece el primer villano clásico del trepamuros. Ni más ni menos que Otto Octavius, con una de las mejores aproximaciones que se ha hecho nunca del villano (y breve reencuentro con May incluido).

Más allá de esto, los autores siguen presentando villanos nuevos que gustarán más o menos, pero no dejan de suponer un soplo de aire fresco para la plantilla. Lo mejor de todo es que lejos de limitarse a servir de sparring para Spider-Man, son usados con inteligencia para seguir enriqueciendo el trasfondo social como profesor de un Peter Parker que, preso más que nunca de su sentido de la responsabilidad, no dudará en ayudar a un puñado de niños con problemas.

Pero sobre todo, lo que nos ofrece “Hasta que las estrellas se congelen” es la consagración del triángulo familiar Peter-May-MJ (estupendamente recuperada para la función) como verdadero motor y sustento de la laureada etapa de JMS en The Amazing Spider-Man. Si en el primer volumen ya vimos como Peter maduraba y su relación con la Tía May marchaba por senderos inexplorados, ahora le toca el turno de “crecer” a MJ.

Me ha parecido impresionante la manera en que MJ afronta su complicado futuro con Peter Parker, pues ha llegado a un punto en el que se ha visto obligada a madurar (sí, ella también) dejando de lado una relación que estaba llegando a peligrosos niveles de dependencia tóxica. Nos encontramos con un personaje femenino de fuerte carácter, determinada, que quiere centrarse en sí misma y en su carrera como actriz.

Los tres personajes protagonizan una serie de diálogos emotivos, divertidos y ocurrentes en una trama que adquiere un jocoso nivel meta en todo lo referente a la película que iba a rodar nuestra pelirroja preferida.

En definitiva, la edición de El Asombroso Spider-Man en Marvel Saga TPB es una ocasión excelente para recuperar una etapa definitoria del personaje que aguanta perfectamente el paso del tiempo y que debería ser una guía de estilo sobre la manera de escribir superhéroes con problemas reales.