Comentábamos el mes pasado que Jonathan Hickman decía que en Despierta a la bestia, el anterior volumen de la recopilación de Guerreros Secretos en Marvel Saga, había terminado de presentar el tablero de juego y todas las piezas que se iban a mover en él, y que a partir de este cuarto tomo empezaba ya el acto final. Y se nota. Vaya si se nota.
La entrega de este mes incluye dos arcos argumentales, El último asalto de los Comandos Aulladores, que era el título previsto originalemente para la edición de Panini pero no cabía en el lomo del tomo, y Noche, recopilados originalmente por Marvel en dos TPBs separados.
La primera mitad del tomo incluye un especial fuera de colección que relaciona a los Guerreros Secretos con los acontecimientos de Asedio, el evento de la temporada que ponía punto y final a la temporada del Reinado Oscuro de Norman Osborn. La mayor relación que tuvo esta serie con el entorno argumental en el que los malos controlaban el país fue la muerte de Ares, el padre de Alex, con lo que nos podemos imaginar quién es el protagonista de este número. El resto de esta primera parte es la mencionada historia de los Comandos Aulladores, que es posiblemente el punto más inspirado que ha tenido hasta el momento Hickman en este título. En esta historia, contada en tres momentos temporales a lo largo de dos semanas, presenciaremos la última reunión social de los Comandos, el asalto a una base de Hidra dentro de las fronteras de China, y el interrogatorio que hacen a los supervivientes de esa misión en las Naciones Unidas. En tan solo tres números, Hickman nos da una historia escrita con la maestría a la que nos tiene acostumbrados, y en la que tenemos momentos de acción, de política, de nostalgia, de honor… Sin duda, uno de los momentos más brillantes que han tenido Nick Furia y sus colegas en lo que llevamos de siglo.
Habiéndonos despedido de lo que queda de los Comandos Aulladores, en Noche ponemos el foco de atención de nuevo en los Orugas. La guerra entre Hydra, Leviatán y los equipos de Furia ya está totalmente abierta. En este momento tenemos momentos de acción desatada, personajes enfrentándose a su destino del que ya nos habían dado pistas previamente, traiciones y tipos más fríos que el hielo. Y también una de las mejores representaciones que hemos visto de Nick Furia a lo largo de este siglo. Probablemente la mejor junto a las series que Garth Ennis escribió para el sello MAX. Pero Guerreros Secretos está dentro de continuidad. Se pueden hacer historias adultas, duras y violentas sin necesidad de recurrir a universos paralelos o versiones alternativas, siendo fieles al espíritu de las versiones clásicas del personaje, y Hickman nos deja claro que sabe escribir a Furia. Cerramos con un especial autoconclusivo en el que recuperamos a Sebastian Druid, personaje descartado en entregas anteriores por no estar a la altura de las necesidades del grupo. Quizás Furia tomara una decisión demasiado apresurada cuando le expulsó de los Orugas. O quizás lo que ocurre en este número era parte de sus planes en todo momento. Quién sabe.
Al dibujo, recuperamos a Alessandro Vitti, que hace un trabajo bastante notable. Ya le tuvimos por aquí en el segundo tomo, y ya se quedará hasta el final de la serie, salvo un par de números en los que tenemos cubriendo a Mirko Colak, un dibujante con un estilo similar -ayuda tener el mismo colorista que Vitti en el resto del tomo- pero bastante más acartonado. Afortunadamente, se queda poco.
Noche es posiblemente la entrega más vibrante que hemos tenido hasta ahora de Marvel Saga: Guerreros Secretos. Un tomo en el que podemos apreciar por qué Jonathan Hickman era considerado un nuevo talento prometedor y ha acabado convirtiéndose en uno de los grandes escritores que ha tenido Marvel en plantilla durante la última década. Si se le puede poner algún pero es que quizás se nota que el ritmo se dispara muy de golpe del tomo anterior a éste, como consecuencia de la limitación de la extensión de la serie a la mitad desde sus planes iniciales. Guerreros Secretos es una serie de notable, pero si le hubieran dejado avanzar a su propio ritmo y llegar a los sesenta planificados, estaríamos hablando sin duda de una de sobresaliente.
