Hace un par de meses que llegó a nuestras manos el primer volumen de la reedición en Marvel Saga que Panini está haciendo de los Guerreros Secretos de Jonathan Hickman. Al ser una serie cerrada años atrás y de corta extensión, Panini la está reeditando en tomos de cadencia más o menos mensual, con lo que esta serie que empezó hace poco llega al ecuador con Despierta a la bestia, su tercer tomo. Así da gusto.
Hydra es una organización terrorista heredera de los grandes enemigos de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, la Alemania Nazi y sus aliados del Imperio Japonés. Pero pasado este gran conflicto, la nueva némesis de los americanos pasó a ser el Demonio Rojo, la malvada Unión Soviética. Y en este arco argumental se desvela por fin qué es Leviatán, organización de la que oimos hablar en la entrega anterior de esta serie: Leviatán es a la Unión Soviética lo que Hydra es a los nazis.
Y si tenemos tres organizaciones encima de la mesa a estas alturas, también tenemos ya los personajes principales sobre los que cae el peso de la trama. Por un lado, como no podía ser de otra forma, está Nick Furia, repartiendo su tiempo entre su papel de espía y mentor de Daisy Johnson, a la que aún le queda mucho por aprender sobre las complejidades del liderazgo. Aparece también la Condesa Valentina Allegra de Fontaine, un sombrío personaje que llevaba tiempo desaprovechada con contadísimas apariciones desde el cambio de siglo y que fue revelada como Madame Hydra en el primer volumen de esta serie. Y tiene también un importante protagonismo Gorgón, el mutante creado por Mark Millar durante su estancia en Lobezno y del que no habíamos vuelto a oir hablar desde que su creador dejara la serie del mutante de las garras.
Y con esto, según decía Jonathan Hickman en la época en la que fue publicada originalmente la serie y recuerda Julián Clemente en el interesante artículo que abre el tomo, ya tenemos todas las piezas encima del tablero. Ya están las organizaciones implicadas reveladas, tenemos a todos los personajes que van a tener una cierta importancia presentados, y a partir de aquí, según el escritor, empieza el final de la historia. Ya en este tomo empezamos a ver traiciones, agentes dobles, planes alternativos -los orugas de Daisy Johnson no son el único equipo de Nick Furia para sorpresa de… nadie- y quizás más preguntas que respuestas. Dos tomos quedan para el final de una serie que quizás podría haber dado mucho más juego pero que demostraba el talento del que estaba llamado a ser el guionista estrella de la editorial. Un detalle a tener en cuenta para planificar posibles lecturas complementarias: durante la publicación de este arco argumental vieron la luz los primeros números de la serie S.H.I.E.L.D. escrita también por Hickman.
Recuperamos en este tomo a Stefano Caselli, que hace un trabajo satisfactorio, con fuerza, pero alejado del estilo más superheroico que predominaba en otras series de la época en Marvel. El artista italiano funciona bien en las escenas de acción, pero quizás destaca más en los momentos en los que tiene que plasmar las expresiones y las emociones de los personajes. Le sustituye en el último número Gianlucca Gugliotta, que cumple y hace un trabajo en un tono similar al de Caselli, pero de calidad bastante inferior.
Aunque Guerreros Secretos surgiera como una serie derivada de los acontecimientos del Universo Marvel, a estas alturas se ha distanciado por completo de lo que están haciendo los superhéroes y va por completo por libre. Despierta a la bestia coincidió cronológicamente con el evento Asedio, que aquí ni siquiera es mencionado. Suficientes complicaciones tiene ya de por sí una de las series más densas, enrevesadas y complejas que publicó la Marvel de la primera década de este siglo. Una lectura totalmente satisfactoria para los que disfruten de historias de espías con más complicaciones que saber quién va a ganar la siguiente pelea con el supervillano de turno.
