Es muy habitual que haya crossovers que, una vez terminados, queden totalmente olvidados y no tengan absolutamente ninguna consecuencia. Que no hayan servido para nada más que la muerte de tal personaje que resucitará en unos meses o para que tal otro entre o salga de tal supergrupo. En ese aspecto, si no hubieran ocurrido Civil War II o World War Hulk, el Universo Marvel no habría sido muy diferente. No es el caso con X de Espadas: tras el reciente (en Marvel Premiere) evento, Apocalipsis ha abandonado de forma más o menos permanente Krakoa, tenemos una isla nueva y hay un trasfondo pasado que va a tener consecuencias. Tras los combates de Otromundo hay consecuencias, y el entorno no es el mismo que en Amanecer de X: ha llegado Reinado de X.
A lo largo de lo que hemos visto hasta ahora en la Era de Krakoa, los mutantes han conquistado la muerte, y han conquistado la independencia territorial en Krakoa y la aceptación y el reconocimiento como una especie diferente. Ahora ya poco les queda por conquistar en la Tierra sin lanzarse a la invasión de los territorios del homo sapiens, lo cual les habría dado un aspecto bastante cuestionable tras haber aceptado, al menos en parte, los postulados supremacistas de Magneto. Entonces, lo que les queda es mirar hacia fuera y conquistar el espacio como la gran civilización avanzada de nuestro planeta, y con esa idea surge la nueva encarnación del S.W.O.R.D. de Abigail Brand (a la que conocimos en La Increíble Patrulla-X) como centro del programa espacial de la nación de Krakoa, y como muy apropiada primera consecuencia de X de Espadas. Al Ewing y Valerio Schiti nos presentan una nueva organización y una nueva serie que nos deja claro desde el primer momento que tiene objetivos a largo plazo. El segundo volumen de S.W.O.R.D. duró un total de once números que nos acompañarán durante todo Reinado de X y su continuación, Juicios de X.
El número de X-Men pone en manos de Jonathan Hickman, la Cabeza de X, plantear las consecuencias de X de Espadas. Y la principal es… ¿qué va a ocurrir con Arakko? Tiempo atrás, Arakko y Krakoa fueron una sola entidad, pero llevan demasiado tiempo separadas y han evolucionado en diferentes direcciones. Y, además, el Consejo Silencioso necesita una reforma. El sistema político de Krakoa empieza a recordar a la Unión Europea: se abren elecciones a cierto organismo de la nueva nación, pero la población no tiene ni voz ni voto en el Consejo, que es donde se toman las auténticas decisiones.
La segunda mitad del tomo está centrada en dos series secundarias. La primera es el Factor-X de Leah Williams y el siempre bienvenido David Baldeón, que sigue con las investigaciones de asesinatos de mutantes. En este caso recuperamos a Danza del Viento, un personaje que en los últimos más de diez años sólo habíamos visto morir y que había perdido sus poderes tras Dinastía de M. De nuevo, se explora el perturbador concepto del reseteo de los problemas físicos a través de la muerte y los Protocolos de Resurrección -algo que ya se tocó en alguna serie en Amanecer de X-, y tenemos más muertes. Pero con los mencionados Protocolos, la muerte importa menos de lo que tradicionalmente ha importado en el Universo Marvel. O empiezan a hacer algo con ese tema o va a empezar a resultar aburrido.
Cerramos el tomo con dos números de los Infernales de Zeb Wells, que también exploran las consecuencias de las resurrecciones. En este caso, con las muertes en Arakko de Nanny y Chico Salvaje. En el caso de Nanny, tenemos también alguna pincelada de información sobre su origen, relacionado con Cameron Hodge, al que tenemos por partida doble en estos momentos. Por un lado, aquí, en Reinado de X, y por otro, en la cercana reedición de Proyecto Exterminio.
Este primer tomo de Reinado de X no es un relanzamiento adrenalínico de la franquicia mutante tras el reciente crossover, pero sí que nos plantea ideas interesantes que veremos desarrolladas en los próximos meses. Y, sobre todo, nos da la sensación de que, aunque lentamente, la trama global avanza.
