Hay que reconocer que, aunque comercialmente funcionaban muy bien, las colecciones mutantes estaban atravesando un momento creativo no especialmente inspirado a principios de este siglo. Las dos series principales de la franquicia, X-Men y Uncanny X-Men, estaban en manos de Scott Lobdell, y los escritores del resto eran de un nivel similar. En algún momento a principios del año 2001, a alguien de la editorial se le encendió la bombilla y decidió que para hacer tebeos buenos de verdad había que contratar autores de primera fila, y en el histórico mes de mayo de 2001 tomaron el relevo escritores como Grant Morrison, Joe Casey o Peter Milligan. El tiempo ha demostrado que esa decisión fue la correcta, y a día de hoy muchos de esos tebeos siguen siendo reeditados regularmente.

Tres años después, llegó una nueva era, de características similares pero quizás no tan revolucionaria. Uncanny X-Men pasó a manos de Chris Claremont, que volvía al título en el que firmó los mejores trabajos de su carrera, y Alan Davis. A X-Men, tras unos números de transición firmados por Chuck Austen, llegaron Peter Milligan y Salvador Larroca. Y además se abrieron varias series nuevas. Un tercer volumen de Excalibur, también por Chris Claremont, una serie que reutilizaba la cabecera New X-Men de Morrison pero protagonizada por una nueva generación de mutantes, con Nunzio DeFilippis y Christina Weir, y La Increíble Patrulla X, con el potente equipo formado por Joss Whedon y John Cassaday, serie con la que Panini arranca una reedición de esta época dentro de la línea Marvel Must-Have y de la que hablamos ahora.

Pequeños spoilers adelante, por cierto. De un tebeo de hace casi veinte años, pero avisados quedáis.

El tercer volumen de Astonishing X-Men, título que ya había sido usado en un par de series limitadas previas, sale a la venta en 2004. En ese año, Joss Whedon había alcanzado un cierto estatus de culto con Buffy la cazavampiros y su spin-off Angel. Whedon había dicho en varias ocasiones que Kitty Pryde había sido una gran influencia en la creación del personaje de Buffy, lo que le llevó a aceptar la oferta de escribir una colección mutante para Marvel condicionada a poder utilizar a Kitty en su serie. Este personaje y el rechazo del escritor a participar en macroeventos editoriales fundamentan el espíritu de La Increíble Patrulla-X durante  los casi cuatro años en los que estuvieron al frente de esta serie Whedon y Cassaday.

Podríamos decir que La Increíble Patrulla-X sucede a los Nuevos X-Men de Grant Morrison como serie central de la parcela mutante de la editorial, pese a su ausencia de los múltiples crossovers que poblaron esos años, como Dinastía de M, Civil War o Complejo de Mesías. Se aprecia esta posición en la alineación de este equipo: a Kitty Pryde la acompañan Lobezno, la Bestia y la nueva pareja formada por un recientemente viudo Cíclope y Emma Frost. Cinco meses había pasado desde la muerte de la mujer de su vida. No le duró mucho el duelo, al amigo Scott.

Los veinticinco números que firmaron Whedon y Cassaday se reparten en cuatro arcos argumentales de seis números, que Panini publica en dos tomos de Marvel Must-Have. En este primero, que inaugura la recuperación íntegra de esta época, se incluyen los dos primeros, El don y Peligroso. Ambos tienen características similares: Un ritmo narrativo impecable, un dibujante en el punto álgido de su carrera -esta serie coincide en el tiempo con los últimos nueve números de Planetary- unos diálogos brillantes pero unos giros argumentales que pretenden sorprender al lector y lo que realmente consiguen es hacerle torcer el gesto.

El don ha dejado huella en la historia mutante. Esta historia gira alrededor de una cura para el gen mutante, descubierta por la doctora Kavita Rao y trata a las particularidades genéticas del Homo Superior como si fueran una enfermedad. Esta idea vuelve sobre el concepto fundacional de los  X-Men como metáfora del racismo y la discriminación, pero también plantea la idea de que ciertas mutaciones no tan útiles como la telepatía o la capacidad de vuelo puedan ser un hándicap en la vida diaria de quienes las sufren, y algunos mutantes, en lugar de sentirse orgullosos de serlo, pueden querer deshacerse de ese rasgo. El don sirve de punto de partida para la película X-Men: La decisión final, que podría haber sido mucho más interesante de lo que fue con las ideas que trataba si hubiera estado en manos más capaces que las de Brett Ratner. ¿Y qué es lo malo que tiene esta historia? La resurrección de Coloso, que había muerto pocos años antes, sacrificándose para curar el Virus del Legado. Esta resurrección es una de las peores vistas en el género superheroico, con una excusa que hace que el lector no pueda evitar imitar el legendario facepalm de Patrick Stewart en Star Trek.

Tenemos en estos primeros números la aparición de varios personajes nuevos. Tenemos a Armadura -especialmente conocida por los jugadores de Snap-, a Abigail Brand y S.W.O.R.D., que aún siguen apareciendo por las series mutantes, y al archivillano Ord, que ha caído en el más absoluto de los olvidos.

Peligroso, el segundo arco, tiene las mismas virtudes y  los mismos defectos que El don. Aquí, el antagonista de la historia es la Sala de Peligro, que ha cobrado consciencia y se enfrenta a los X-Men, que la han estado utilizando como un electrodoméstico más. El problema aquí es la revelación de que Charles Xavier sabía de la consciencia de esta inteligencia artificial, convirtiéndole en un esclavista no tan lejos moralmente de su archienemigo Magneto. Pocos años antes se plantea -en Tierra X– la idea de que Magneto era consciente de qué tipo de persona era Xavier, autoasignándose el rol de diabólico para forzar a Xavier a tomar partido del lado del bien. Pocos meses después, llegaría Génesis Mortal, haciéndonos dudar definitivamente de que Xavier fuera realmente un héroe con el mismo ejercicio de retrocontinuidad que Peligroso.

Es innegable que La Increíble Patrulla-X es una lectura ágil y entretenida con un artista al que hay que aplaudir por su trabajo. Pero también es innegable que las ganas de Joss Whedon de hacer historia eran mayores que la calidad de los sorpresivos giros argumentales que planteó en estas dos historias. Aún así, es un tebeo de una de las épocas más destacables de la franquicia mutante tras la primera partida del Patriarca Chris Claremont.