Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Marvel Must-Have. Secret Wars: Guerras Secretas

Marvel Must-Have. Secret Wars: Guerras Secretas
Guion
Jim Shooter
Dibujo
Mike Zeck, Bob Layton
Tinta
John Beatty, Jack Abel, Mike Esposito
Color
Christie Scheele, Nelson Yomtov
Formato
Cartoné, 344 páginas
Precio
32 €
Editorial
Panini Comics. 2023
Edición original
Secret Wars 1-12 USA

Casi cuarenta años han pasado desde el primer número de Secret Wars, un tebeo enfocado a un público infantil que vio la luz el 24 de enero de 1984. Su primera edición española, en grapa mensual, llegó de la mano de Cómics Fórum en junio de 1985. Desde entonces, es un tebeo que ha marcado la historia de Marvel y, en cierto modo también, de todo el género superheroico. Y ahora volvemos a tenerlo disponible una vez más, dentro de la línea Marvel Must-Have de Panini.

secret wars guerras secretas pg1

Sí, una vez más. Porque, sin contar retapados, esta serie se edita periódicamente en el mercado español: dos veces en grapa (1985 y 1991) y un tomo en cartoné (en 2003) de la mano de Fórum, y ya con Panini tenemos una edición en dos tomos en los primeros tiempos de Marvel Héroes (2011), una edición integral en la época en la que Marvel Héroes fue reconvertida a tomos de mayor extensión (2015), posteriormente reeditada con la portada de Alex Ross (2021), a la que se une esta de Marvel Must-Have en 2023 haciendo un total de siete ediciones. No son muchos los cómics de superhéroes que pueden presumir de tener siete ediciones en castellano, y menos aún si son tebeos de acción superheroica sin pretensiones. Secret Wars fue un tebeo que se reeditó en la época en la que no era normal que los tebeos se reeditaran. Con este historial, un podría pensar que estamos ante uno de los tebeos más memorables de la historia del cómic… y la verdad es que nada más lejos de la realidad.

La historia de Secret Wars, tanto dentro como fuera de las viñetas impresas, es de sobra conocida. Estamos ante un trabajo de encargo, pero no de encargo de un editor, que es una forma de trabajar habitual en el mundo del cómic, sino de una compañía juguetera. La todopoderosa Mattel (Barbie, Masters del Universo, Monster High…) había negociado la creación de una línea de juguetes de los personajes de Marvel, pero quería una colección de cómics para promocionarlos. Que tuviera las palabras «secret» y «wars» en el título, que según un estudio de mercado, eran palabras que gustaban mucho a los niños a los que iban enfocados los juguetes. Que tuviera vehículos para poder venderlos como extras. Y fortalezas o algo parecido, para vender dioramas. Después de todas estas imposiciones, contra todo pronóstico, el cómic fue un exitazo de ventas, siendo cada uno de sus números el tebeo más vendido del mes correspondiente de 1984. Inesperadamente también, los muñecos fueron un fracaso.

La trama del tebeo también es conocida a estas alturas. El Todopoderoso (una traducción bastante chusca de Beyonder, a la altura de Imposible por Uncanny) es una entidad cósmica que coge a un puñado de superhéroes y supervillanos de la Tierra y los lleva a un planeta recién creado por él a partir de retales de otros planetas preexistentes para que se zurren, con la promesa de un deseo a elegir para los vencedores. Así como punto de partida es bastante risible para un lector adulto, pero la idea de alguien cogiendo muñequitos y poniéndolos a pegarse sin más es una historia muy del estilo de lo que haría un niño de la época. Niños que, por cierto, bordearán a estas alturas los cincuenta años ya, si es que no los han pasado.

 

secret wars guerras secretas pg3b

El caso es que no sólo la trama es bastante simplona, una mera excusa para el recital de tortas que son estos doce tebeos. Es que además, el guión, la forma en la que está contada la historia, es tremendamente mediocre. La calidad como escritor de Jim Shooter, editor jefe de Marvel por aquella época, nunca ha estado ni remotamente a la altura de su ego. Así, tenemos una enorme cantidad de textos sobreexplicativos, artificiales y forzados que hacen parecer que Chris Claremont juega en la liga de Frank Miller. Pero no sólo es que esté literariamente mal escrito, es que la forma en la que los personajes se relacionan entre ellos no es coherente. Tenemos a Spiderman derrotando a la Patrulla X al completo, a Magneto diciendo que su sueño es la coexistencia pacífica entre humanos y mutantes… y a la Avispa respondiendo a esa frase que es la escoria más vil desde Hitler. Sorprendente.

Pero… algo bueno tendrá este tebeo para haber pasado a la historia de la forma que lo hizo, ¿no? Sí, por supuesto. Pero también habría que señalar que sus principales virtudes son ajenas a la obra en sí. La idea de juntar héroes variados de distintas colecciones ya la estaba haciendo DC (bueno, National) desde los años 40, y en el Universo Marvel era el pan nuestro de cada día desde su creación en los años sesenta. Y lo de una serie limitada en la que entidades cósmicas hacen que los superhéroes de la Tierra se peguen unos con otros… bueno, eso era Contest Of Champions dos años antes, ¿no?

secret wars guerras secretas pg4

Y sí, es cierto que ni la historia es gran cosa ni está bien escrita. Pero también es cierto que tiene unos momentos de molonismo exagerado que a un niño (recordemos, público objetivo) le van a dejar con la boca abierta. El Doctor Muerte diseccionando a Klaw. Hulk aguantando el peso de una montaña, aunque la imagen de la portada sea mucho más potente que la escena del cómic interior. La presentación de Julia Carpenter, la nueva Spiderwoman. El Doctor Muerte contra todos. Y, sobre todo, los acontecimientos de las series mensuales. En enero de 1984, los personajes implicados entraron a través de un portal que les llevó al Mundo de Batalla en sus respectivas series. Después, salió el primer número de Secret Wars. Y en febrero, los personajes salieron por el portal, de nuevo en sus propias series, con notables cambios. Spiderman tenía un extraño traje negro. En los 4F, Hulka había sustituído a La Cosa. Coloso ya no estaba enamorado de Kitty Pryde. ¿Qué había ocurrido? Si querías saberlo, tendrías que leer los once siguientes números de Secret Wars. Como decíamos antes, ni los team ups, ni los enfrentamientos entre héroes eran ideas nuevas, pero lo que sí es totalmente nuevo es el concepto del macroevento, que se da en esta serie por primera vez. Una serie que afecta a las colecciones regulares y que tiene consecuencias a largo plazo en ellas. En ese aspecto, Secret Wars sí es una serie revolucionaria que merece ser mencionada en toda historia del género superheroico que se precie.

A nivel artístico, tenemos a un pedazo de dibujante como Mike Zeck, que nos ha dado obras legendarias como La última cacería de Kraven, la primera miniserie del Castigador o una recordada etapa en Capitán América. Pero hay que decir que en Secret Wars no está especialmente inspirado. El nivel de detalle que le hemos visto en otras obras aquí no está presente. El exceso de personajes en prácticamente todas las páginas de la obra hace que no pueda dedicarse con el mimo habitual a cada número y mantener el implacable ritmo mensual que tuvo la serie. Por ello, en los números 4 y 5 se encargó de los lápices Bob Layton, y en el último número hay claramente otros dibujantes (no acreditados) que vienen a echar una mano. Hay una viñeta hacia el final, con Hulka y La Cosa, en la que el trazo de Arthur Adams es claramente reconocible.

guerras secretas pg5

Cuando Carol Kalish, directora de ventas de Marvel en la segunda mitad de los años 80, anunció Secret Wars II lo hizo diciendo explícitamente que la primera parte, que tenemos en nuestras manos, fue una mierda. Y es cierto que no es un buen tebeo, por mucho que pueda llegar a maravillar a un niño pequeño. Pero también es cierto que es imposible entender el cómic superheroico actual sin Secret Wars. El legado que ha dejado esta obra en las formas y códigos del medio es imborrable, y es curioso, pero siendo una obra objetivamente mediocre, se merece totalmente el apelativo Must-Have que encabeza todos los títulos de esta colección, aunque sea más por motivos históricos más que artísticos.