Se suele hablar de los años 90 como la época en la que el tono oscuro y violento, aliñado con una buena dosis de molonismo poochie, se adueñó del cómic superheroico. Pero esa época no llega de un día para otro: la evolución es progresiva, y con la perspectiva del tiempo podemos ir apreciando señales de cambio a lo largo de los años. En caso particular de Spiderman, los primeros síntomas de que llegaban lo que hemos acabado llamando los 90, así en genérico, llegan en 1988, con el debut de un dibujante en Amazing y la creación de un villano nuevo: Todd McFarlane y Veneno. En 1991 llegó la presentación en sociedad de Cletus Kasady, que venía a convertirse en una versión aún más violenta y psicótica de Veneno y adoptaría el nombre de Matanza al fusionarse con el simbionte rojo. Y en 1993 llegó la primera gran historia -por extensión- protagonizada por este nuevo personaje, Matanza Máxima. Y con ella, Spiderman entraba de lleno en los noventa tal y como los entendemos hoy en día.
En este volumen tenemos todo el material de The Amazing Spider-Man publicado entre agosto de 1992 y septiembre de 1993, junto con todos los anuales y números necesarios de otras series necesarios para comprender la historia, que son unos cuantos. Precisamente es en esta época donde empieza el cruce prácticamente contínuo entre las series del personaje que desembocaría en el nacimiento, ya en España, del añorado tomo mensual de Spiderman, que arranca con Amazing 389. Este tomo, por cierto, llega hasta el 380. Y del material aquí presentado, entre fill ins y anuales, podemos destacar tres historias y una trama de fondo presentada El nacimiento de Matanza.
Arrancamos con La invasión de los Mata-Arañas, una historia en seis partes a cargo del equipo regular por la época de Amazing Spider-Man, David Michelinie y Mark Bagley. En esta secuela de la historia original del Mata-Arañas de la época Ditko, tenemos de antagonista a Alistaire Smythe, el hijo del inventor responsable de la creación del primer Mata-Arañas, y al que presentaron varios años atrás, aún con John Romita Jr. de dibujante. En esta saga, tenemos durante seis números a Spiderman zurrándose con robots variopintos. ¿Da para tanto la historia? La verdad es que no. Pero uno de los grandes éxitos que ha tenido siempre Spiderman es que sus tebeos -los bien hechos, claro está- tienen un equilibrio bastante medido entre acción superheroica y vida personal del protagonista, lo que le ha dado una profundidad que ha convertido a Peter Parker en uno de los personajes más tridimensionales de la editorial. Y en este arco argumental tenemos una parte de su extensión dedicada a Spiderman dándose de tortas con los robots en cuestión, pero también hay una buena parte centrada en la antes mecionada trama de fondo, que viene arrastrada desde Amazing 365 y no es otra que la vuelta de Richard y Mary Parker, los padres de Peter, en una historia que aún nos acompañaría hasta el 388. La historia de Richard y Mary, según cuenta Julián M. Clemente en la introducción, fue una imposición del editor de la época, Danny Fingeroth, y el guionista de Amazing, David Michelinie, no sabía cuál iba a ser el destino de estos personajes hasta que el editor le fue contando sus planes para ellos. Vemos aquí que Fingeroth tuvo mucho más peso argumental en la serie que el que tuvo en su día Stan Lee y sólo era acreditado como editor. Vivir para ver.
Otro de los números importantes que tenemos en este tomo es el Amazing número 375, el especial en el que se celebra el trigésimo aniversario del trepamuros. En él, tenemos un punto de inflexión importante en la relación entre Spiderman y Veneno. Hasta ahora, Veneno había sido uno de los grandes enemigos de Spiderman, pero ese hueco queda ocupado por el mucho más violento, desquiciado y noventero recién llegado, Matanza. Así que Veneno queda despojado de su papel de némesis, con lo que firma una tensa tregua con Spiderman mientras sea consciente de que éste está dedicándose a proteger inocentes. Justo el mes antes de la publicación de este especial de aniversario vio la luz el primer número de Protector Letal, la primera miniserie protagonizada por Veneno en la que se certifica la conversión del simbionte de villano en antihéroe.
Y después llega Matanza Máxima. El legendario evento arácnido de 1993, publicado originalmente como una serie limitada por Fórum en 1994 y reeditado en 1996, casi inmediatamente, en la Colección Obras Maestras -ejem- y que no volvió a ser reeditado hasta más de veinte años después. Lo que solemos decir en estas ocasiones: por algo sería. La frase con la que arranca la introducción de J.M. DeMatteis, uno de los guionistas implicados en esta historia es muy significativa:
A decir verdad, no quería hacerlo.
Normal que no quisiera. Atentos al argumento: Matanza se escapa de Ravencroft y se lleva con él a Grito, una psicópata de piel blanquecina que estaba encerrada allí, creada a imagen y semejanza de Harley Quinn, aparecida por primera vez el año anterior. Y recluta otros villanos (el Spider-Doppelganger, Demoduende y Carroña) para salir por las calles de Nueva York a sembrar el caos. Ya. Nada más. Ninguna otra motivación. En el bando de en frente están Spiderman, Veneno, Capa y Puñal, la Gata Negra y Morbius, a los que se unirá alguno más por el camino y que están para parar los pies al grupo de villanos. Complejidad y profundidad en el lado de los buenos, más o menos la misma. Quizás algo más, que aquí está la duda entre si sólo detener a Matanza o ya que estamos, mejor matarlo. No habría pasado nada si esto hubiera sido una historia fillinera de un par de grapas, pero es que son nada más y nada menos que CATORCE números. Por citar otro evento de la época, Matanza Máxima tiene la misma extensión que La Canción del Verdugo incluyendo la serie limitada de Cable. Pero la diferencia de acontecimientos y de interés entre ambas es brutal.
Para lo que sí sirve Matanza Máxima es para tener una instantánea de cómo era Spiderman en 1993. Al ser una historia que pasó por las cuatro series del personaje, y por la quinta que arrancó especialmente para este evento, tenemos aquí una muestra de lo que hacian David Michelinie y Mark Bagley en Amazing, Terry Kavanagh y Alex Saviuk en Web, Michelinie de nuevo y Tom Lyle en Spider-Man, y J.M DeMatteis y Sal Buscema en Spectacular. En Unlimited, la serie trimestral en la que se publicaron los especiales de arranque y cierre, estaban Tom DeFalco y Ron Lim. El nivel es, como es de esperar, bastante irregular. El trabajo de Buscema es, como dice la serie que dibujaba, espectacular. Bagley siempre ha sido un dibujante correcto, no para tirar cohetes, pero cumpliendo de sobra. Lyle, que debuta en las series regulares del personaje precisamente en este evento, y Saviuk, que llevaba en Web desde 1988, hacen un trabajo de relleno, al que no se pueden encontrar grandes fallos pero tampoco ninguna virtud. Y Ron Lim… bueno, en la época tenía sus fans. Hoy en día cuesta entender un poco por qué.
Del trabajo de los guionistas implicados poco se puede decir. Estamos en una época, como ya hemos mencionado, en la que las injerencias editoriales no les dejaba desarrollar su trabajo, menos aún en un momento en el que tuvieron que poner en suspenso toda planificación que tuvieran para sacar a un puñado de personajes dándose sopapos durante tres meses. Suficiente hicieron con lo que tenían.
El resumen está claro: podemos decir sin ambages que Matanza Máxima es un mal tebeo. Que sólo tiene sentido hacerse con él si eres un completista de Spiderman -pobre de ti, tienes por delante Triunfo y Tragedia, la Saga del Clon y la época de Howard Mackie-, un fan de Matanza que se ha venido arriba con la película o alguien que tiene como placer culpable la lectura de eventos y crossovers varios. Si no te ves reflejado en ninguno de estos tres grupos, Matanza Máxima no es para ti.