Desde que ECC se ha hecho con los derechos de la línea Young Adult de DC, estamos viendo obras de este sello con una regularidad que no había con la anterior licenciataria. Recientemente, hemos podido disfrutar de Yo no soy Starfire de Mariko Tamaki y Chico Bestia ama a Raven de Kami García, una de las autoras estrella de las obras juveniles de la editorial. No tardando demasiado, llegarán las reediciones de Raven y Superman contra el Klan. Y ahora tenemos entre manos Ilusiones distorsionadas, un cómic protagonizado por una versión adolescente del legendario John Constantine.

Todos los lectores veteranos conocemos a John Constantine. El cabrón preferido del Universo DC, surgido de la pluma de Alan Moore a mediados de los años 80, es uno de los personajes no superheroicos con una trayectoria editorial más amplia. Su serie más larga, Hellblazer, llegó a los trescientos números, pero entre series posteriores ha superado los cincuenta adicionales, sin tener en cuenta títulos que ha coprotagonizado como Liga de la Justicia Oscura. Entre su larga trayectoria en el medio impreso y sus adaptaciones al medio audiovisual, tanto en imagen real como en animación, en cine y televisión, podemos decir tranquilamente que Constantine se ha convertido en un icono popular.

Ilusiones distorsionadas es una obra fuera de todas las continuidades por las que ha pasado Constantine. En la línea de todos los Young Adult de DC, estamos ante una historia autoconclusiva con un personaje protagonista con ciertas similitudes con el que le inspira pero también con diferencias notables. Aquí, John Constantine es un chaval de dieciocho años hijo de padres divorciados. John tiene dos pasiones. Por un lado, la música. Y por otro lado, la magia, que también practican tanto su padre como la nueva pareja de su madre. Este último le manda a estudiar con una maga a Estados Unidos, donde aprovechará para tocar en un grupo punk llamado Membrana Mucosa.

El caso es que  este Constantine jovencito es igual de trepa y de imprudente que su versión clásica más madura. Así que aprovechando un grimorio que cae en sus manos, se dedica a lanzar hechizos indiscriminadamente para que las cosas salgan de forma que le beneficien. Spoiler: sale mal.

La diferencia principal entre el Constantine del Universo DC y esta versión Young Adult es la edad y la experiencia que viene asociada. La versión clásica del personaje es perro viejo, y conoce todos los trucos del sector mágico. Tiene a sus espaldas unos cuantos esqueletos en el armario, y para conseguir sus objetivos no duda en sacrificar a quien haga falta. La lista de amigos y familiares de John que ha sufrido por su implicación con lo oculto es kilométrica. El Constantine joven que vemos aquí está dando sus primeros pasos en lo oculto. Y aunque quizás tiene buenas intenciones, su chulería y su imprudencia empiezan a tener consecuencias para la gente que le rodea. Aún no tiene ninguna Astra en su historial, pero de seguir con esas formas, no es descartable que ese día vaya a llegar. No es que estemos ante un Constantine: Año uno, porque este cómic que tenemos entre manos transcurre en el presente y en una sociedad como la que vivimos actualmente, y el personaje clásico tuvo su juventud durante la explosión del punk inglés a finales de los 70. Pero podría ser una actualización de los orígenes del personaje, con una autora que tiene muy clara la esencia del mago inglés.

Al guion tenemos a Kami García, una de las autoras habituales dentro de la línea para lectores jóvenes de DC. Además de la antes mencionada Chico Bestia ama a Raven, tiene en su haber otras tres entregas de los Titanes Young Adult, una protagonizada por Chico Bestia, otra por Raven, y otra aún inédita en castellano sobre Robin. Su nombre en esta línea empieza a ser garantía de cómics hechos con oficio.

Dibuja Isaac Goodhart, al que ya vimos hace un par de años en Catwoman: Bajo la luna, pero con un trazo más depurado que en la anterior obra para esta línea. Su estilo se adapta bien a la demografía de esta obra, pero quizás sea el punto en el que más diverge con el Constantine clásico: los personajes de Goodhart son demasiado monos, demasiado guapos, demasiado jóvenes. El tono de suciedad y sordidez que había en Hellblazer aquí no está presente.

Aunque no estamos ante una historia de Hellblazer, la comprensión del personaje y de la serie clásica que muestra Kami García hace que no sólo los lectores jóvenes puedan disfrutar de esta obra, los más veteranos también quedarán satisfechos mientras tengan claro qué es lo que están leyendo. Esperemos que este tomo funcione bien y ECC se lance a editar The Mystery Of The Meanest Teacher, la otra obra Young Adult de Constantine, escrita en esta ocasión por Ryan North.