Hace tiempo que los primeros números de Conan el Bárbaro cumplieron medio siglo. Aunque la Edad de Bronce, cuyo inicio se suele situar en torno a 1970, trajo una madurez al medio que no era tan frecuente en su plateada predecesora, en otras obras de la época es conveniente un ejercicio de contextualización para apreciar correctamente guion y dibujo. Muchas han quedado desfasadas, quizás no tanto como las de la Edad de Plata, pero la mayoría de los lectores actuales no habíamos nacido por entonces, y estamos acostumbrados a otra forma de contar las historias y a otro lenguaje. Sin embargo, en Biblioteca Conan el Bárbaro 3 nos encontramos con cinco tebeos publicados entre 1971 y 1972 que siguen siendo tan fascinantes hoy como lo fueron en su día.

Los cómics publicados en este tomo corresponden a una época en la que Marvel experimentó con extensión y precio de sus publicaciones: subieron el precio hasta 25 centavos desde los 15 que costaban los anteriores números, pero aumentando a 52 el número de páginas. La cosa no debió salir muy bien, y rápidamente dieron marcha atrás, volviendo a la extensión anterior, pero dejando el precio en 20 centavos. Eso permitió que se contaran historias más extensas, mejor definidas, como la que abre el tomo, Villanos en la casa, una adaptación de un relato de Howard y uno de los cómics más recordados de los primeros tiempos de Conan. Cierto es que tanto en el primer como en el segundo tomo nos encontramos con varios títulos muy recordados… ¡estos primeros tiempos del Bárbaro están llenos de clásicos! En particular, Villanos en la casa enfrenta a Conan con un sacerdote hechicero con un inhumano sirviente que nos recuerda a cierto relato de Edgar Allan Poe. El habitante de la oscuridad es, también, otro de los clásicos de la época, y los veteranos recordarán a la perfección la pelea con el pulpo gigante con rasgos humanoides. Este número tiene una historia de complemento que marca la primera colaboración de Gil Kane para la serie de Conan, pero no protagonizada por el personaje. La red del Dios-Araña nos deja claro desde el propio título a qué tipo de monstruo se va a tener que enfrentar Conan… y podemos asegurar que los que padezcan aracnofobia se van a sentir incómodos con esta historia.

Los dos últimos números de este tomo incluyen una rara avis, siendo una historia en dos partes en la que tenemos por primera vez un nombre adicional a Roy Thomas en la casilla de guionistas: nada menos que el mismísimo Michael Moorcock, que se trae a la Era Hyboria a su más conocida creación, Elric de Melniboné. Elric y Conan protagonizan un team-up con clásica estructura superheroica (encuentro, enfrentamiento inicial, aclaración y colaboración contra un enemigo común) en el que juntos hacen frente a Xiombarg, la Reina de las Espadas, Señora del Caos y adversaria de Arioch, deidad a la que sirve Elric. En estos dos números se recuperan a Zukala y su hija, a los que vimos en la primera entrega de esta serie, y se presenta a Kulan Gath, un hechicero que daría el salto al Universo Marvel pasando por series como Patrulla-X o Vengadores.

En el plano puramente artístico, se aprecia una espectacular evolución en el dibujo de Barry Windsor-Smith. Entre el primer número de la serie y El habitante de la oscuridad ha pasado tan solo poco más de un año, y se le nota mucho más asentado. Aún le debe mucho a Jack Kirby, pero ya se aprecia una personalidad propia, especialmente notable en los números en los que se entinta a sí mismo. Sal Buscema hace un trabajo innegablemente bueno, pero el Barry Smith autor completo está varios niveles por encima.

Al tener alguna historia de mayor extensión de lo habitual, el espacio disponible para la sección de extras queda limitado. En esta ocasión, tenemos la tradicional sección de correo de los lectores (entre los que se encuentran, entre el habitual lote de personas desconocidas, los nombres de Fred Hembeck y Tom Peyer, páginas a lápiz y tinta varias, y una interesante comparación entre viñetas antes y después de pasar por la censura del Comics Code.

Supuestamente, tras este número 15, Barry Smith abandonó la serie. Pero volvió rápidamente, tras tres números estaba otra vez de vuelta. Diría que todo lector del personaje debería seguir aquí toda la etapa del dibujante inglés, pero claro, tras él -dentro un par de tomos más en esta edición- llegó John Buscema. Dejémoslo en que esta serie va a ser imprescindible durante una larga temporada.