He caído en el lado oscuro. Tras leer (y disfrutar como un cochino en un lodazal) las series del reboot del Archieverso (el Archie de Mark Waid, Las escalofriantes aventuras de Sabrina, Jughead, Betty y Verónica…), he empezado a interesarme por las series clásicas. Me consta que son productos hijos de su época, tremendamente inocentes y sin profundidades ocultas ni dobles lecturas, y además son cómics para adolescentes de la Silver Age. Pero eh, para mí “Silver age” no son dos palabras que me echen para atrás, sino todo lo contrario. Así que un día, cuando ese demonio tentador llamado Amazon me ofreció un tomo con las primeras quinientas y pico páginas en inglés de Sabrina the teenage witch por unos siete euros, no me quedó más remedio que picar a ver qué tal.
Sabrina the teenage witch nº1, 1971
Sabrina The Teenage Witch
¿Hace falta a estas alturas decir quién es Sabrina Spellman? La bruja adolescente, conocida en España principalmente por su serie televisiva Sabrina, cosas de brujas, es un personaje creado en 1962 por George Gladir y Dan DeCarlo en una de las series periféricas de Archie Comics, con un aspecto que podría recordar al de una versión joven de Doris Day. Joven incluso para la época, quiero decir, que Doris Day tenía ya cuarenta años cuando Sabrina vio la luz por primera vez. Su primera época son, principalmente, historias cortas de enredo adolescente, y con el tiempo ha ido evolucionando hasta ser hoy en día la protagonista de uno de los cómics de terror más interesantes del momento y de una serie de próximo estreno en Netflix que está levantando un tremendo hype en propios y ajenos.
Complete Collection
Lo primero que llama la atención de este tomo es el formato. Nunca he sido especialmente fan de los formatos encogidos y de la eliminación del color, motivo por el cual en mi casa no hay ninguna Biblioteca Marvel y muy poquitos Clásicos DC a color y Extra Superhéroes, pero este tomo es exactamente eso: un tomo de bolsillo en blanco y negro. Superada la primera decepción, abres el tomo y te das cuenta de que no es un dibujo excesivamente detallado, no tiene una cantidad enorme de viñetas ni unos fondos recargados, con lo que la reducción de tamaño no le viene tan mal como, por ejemplo, a páginas de George Pérez en series grupales como Los Vengadores. Y el color… A ver, hay que dejar claro que esta obra fue concebida originalmente a color, y que la traslación a blanco y negro es una mutilación de la publicación original, pero también hay que reconocer que los colores originales eran, en su mayoría, masas planas que tampoco aportaban gran cosa a los lápices.
La primera aparición del personaje, en el Complete Collection y en su aparición original en Archie’s Mad House 22.
En este volumen tenemos lo que se estilaba en las publicaciones de la editorial en los años 60. Historias cortas, bastante tontorronas, de género humorístico. Además, en gran parte de las historias hay un deje moralista, con Sabrina intentando sacar beneficio de sus poderes mágicos y consiguiendo lo contrario a lo que pretendía al principio. Por otro lado, se nota que los autores son varones. Sabrina no se porta como una adolescente: es una interpretación un tanto sexista de un hombre adulto de lo que es una mujer adolescente. Vamos, nada que ver con el reciente relanzamiento de Roberto Aguirre-Sacasa.
Los autores
En la era clásica de Archie Comics, el estilo personal de cada autor era algo secundario. A diferencia de las publicaciones de Marvel de esta misma época, en la que era imposible confundir unos lápices de Steve Ditko con unos de Jack Kirby, en Archie había una guía de estilo que se seguía a rajatabla en todas sus series. Así, en este tomo hay nueve dibujantes y son prácticamente indistinguibles unos de otros.
Destaca por encima de todos ellos, quizás, la figura histórica de Dan DeCarlo, creador del personaje, responsable de la modernización de la imagen de las publicaciones de la editorial el el paso de la Golden Age a la Silver, creador de, además de Sabrina, Josie y las Pussycats y Cheryl Blossom, y el autor que dio un estilo propio a la colección de Marvel -por entonces, aún Atlas- Millie the model. Curiosamente, es el creador, junto a Stan Lee, de una tira sindicada sobre un cartero llamado Willie Lumpkin, personaje que Lee convertiría en un secundario recurrente dentro de la colección de los 4F, ya en la era Marvel.
En resumen…
¿Son los principios de Sabrina The Teenage Witch un buen cómic? Volvemos a lo que ocurre con una gran parte de los cómics de esta época. Hay que hacer un ejercicio de contextualización. Aunque haya cómics de los 60 que sigan hoy tan vigentes como cuando se hicieron, como la práctica totalidad de la obra de autores como Will Eisner o Jim Steranko, muchas de las publicaciones de la época no resisten el paso del tiempo. Pero comparando la obra no con el bagaje de lecturas de más de ochenta años de cómic americano, sino con lo que se hacía en la época, tenemos entre manos un cómic de lo más resultón. Para todo lector que disfrute la forma de hacer cómics de la Silver Age y sea capaz de rebajar sus pretensiones lectoras a un tebeo de historias cortas para adolescentes, y también para arqueólogos de la historia del cómic, Sabrina es una lectura más que recomendable.
