Raro es el personaje de primera fila del cómic superheroico que no tiene algún tipo de obra contándonos con detalle sus orígenes. No hay que pensar mucho para que nos vengan a la cabeza Batman: Año uno, Superman: El hombre de acero, Green Lantern: Orígenes secretos o un puñado más de ellas. Hay una variante, menos frecuente pero que aún así podemos encontrar ejemplos, en la que no nos cuentan el origen del personaje sino el trasfondo del mundo del que viene. De este estilo son los varios Mundo de Krypton de Superman o las Crónicas de Atlantis de Aquaman. Y es exactamente a este segundo grupo al que pertenece la miniserie Black Label Wonder Woman Historia: Las amazonas, que recientemente ha reeditado ECC en un volumen integral.
Del origen de Wonder Woman se han contado innumerables versiones, pero la mayoría de ellas coincidían en lo esencial. Diana fue creada en Isla Paraíso como una figura de barro por su madre Hipólita, a la que las deidades del panteón griego insuflaron vida. Lo que no se ha explorado tan a menudo ni tan en profundidad es lo que pasó antes. Cuál es el origen de las Amazonas y cómo llegaron a Themyscira. Y precisamente ese es el pasaje del trasfondo del personaje que explora Kelly Sue DeConnick en Wonder Woman Historia.
Un detalle para los fanáticos de la continuidad: esta obra fue publicada originalmente bajo el sello Black Label, con lo que hay que tener en cuenta que la libertad creativa de los autores está por encima de la coherencia con los tebeos publicados en los últimos ochenta años. Y el resultado es exactamente lo esperado: una obra en la que las inquietudes artísticas, tanto gráficas como literarias, de los autores implicados es total, pero que no es totalmente compatible con ninguna de las versiones del trasfondo del personaje. Aunque, como decíamos antes, coincide en lo esencial.
Wonder Woman Historia fue publicado originalmente como una serie de tres tomos en formato álbum europeo, cada uno de los cuales se centraba en una idea y tenía un artista diferente, con la opresión sobre las mujeres como eje conceptual central en los tres. Si alguien no está interesado en historias con trasfondo feminista, no sólo es que no vaya a encontrar aquí una obra con la que vaya a encontrar vinculación intelectual, es que quizás Wonder Woman no sea un personaje en el que vaya a encontrar historias de su agrado.
En el primer acto, tenemos a un espectacular Phil Jiménez, al que ya tuvimos como autor completo al frente de la serie de Diana durante un par de años a principio de siglo. En esta primera parte, como ocurre en un buen número de historias de la mitología griega, tenemos el origen de todo lo que vamos a ver como una lucha de poder entre los dioses. En la Tierra, las mujeres son tratadas como personas de segunda clase. En el Olimpo, las diosas protestan a Zeus por esta situación y reciben un trato análogo al de sus contrapartidas mortales. Por ello, crean a las Amazonas a espaldas de su dios supremo, para corregir las ofensas que los hombres hacen sobre las mujeres. También se nos presenta a Hipólita, a la que encargan la tarea de deshacerse de una niña recién nacida por el hecho de haber nacido niña, momento en el que despierta la que acabará siendo Reina de las Amazonas.
Jiménez hace un trabajo tan espectacular como apabullante: todo su número está concebido como una sucesión de páginas dobles, y una buena parte de él transcurre en el Olimpo. La sensación de estar visualmente sobrepasados en las primeras páginas tiene un motivo: el lector es un mero humano contemplando la divinidad, y no estamos hechos para comprenderla. Cuando la historia baja a la Tierra, las páginas se vuelven mucho menos recargadas y con una narración mucho más convencional.
El segundo tomo, dibujado por Gene Ha, nos cuenta la creación de una séptima tribu de Amazonas, de origen terrenal y no divino. Tiene lugar principalmente de noche, puesto que el día pertenece a Apolo, que es un varón. Aquí iremos viendo cómo las Amazonas crecen tanto en número como en atrevimiento: toda mujer está protegida por ellas y el momento de la sumisión ha pasado. El trabajo de Ha es menos grandilocuente que el de Jiménez, con menos horror vacui y una narración más clara, pero también mucho más sutil. La presencia de las diosas sigue siendo palpable, apareciéndose ante las humanas tanto en forma reconocible, como siendo parte de la naturaleza en la que se mueven, como se puede apreciar en la viñeta de la derecha de la página que hay sobre estas líneas.
Terminamos con el número dibujado por Nicola Scott, en el que llegamos a la esperable conclusión de la trama. Teníamos por un lado un panteón encabezado por un Zeus que quiere mantener estable el patriarcado tanto en la sociedad humana como en el Olimpo. Por otro lado, unas Amazonas creadas a sus espaldas cada vez más osadas en su defensa de las mujeres. El conflicto era cuestión de tiempo, y es lo que vemos aquí, presenciando un punto de vista diferente del clásico enfrentamiento entre Heracles y las guerreras de Hipólita, y presentándonos una Isla quizás no tan Paraíso con un concepto muy diferente al tradicional. La dibujante italiana nos devuelve la historia a plena luz del día, y aunque nadie le puede negar su valor estético y sus brillantes composiciones de página, quizás sea esta tercera parte la que menos osada es con la narración.
Cuando nos cuentan una versión fuera de continuidad de una historia preexistente, lo ideal es que se haga para hacer algo diferente con ella. Para contarnos básicamente lo mismo con algún matiz puntual (esto es, lo que hizo Geoff Johns en Batman: Tierra Uno) no es necesario hacer una reinterpretación de una historia clásica. En cambio, lo que ha conseguido aquí Kelly Sue DeConnick es presentarnos una historia clásica con sabor nuevo, y con reflexiones sobre la opresión sobre las mujeres que aún a día de hoy siguen vigentes. Entre esta obra y el principio de la serie regular de Tom King, estamos viviendo un momento de gloria en los cómics de Wonder Woman que hace tiempo que no veíamos.
