Hemos comentado alguna vez que Wonder Woman es un personaje difícil de escribir. Que hay que tener muy clara su personalidad, las virtudes que encarna y las fortalezas que representa, y el tipo de historias en las que tiene sentido su presencia. Quizás por ello, hemos visto en su serie a escritores de primera fila que han firmado etapas totalmente decepcionantes. En particular, llevábamos más de un lustro, quizás desde la época de Renacimiento en manos de Greg Rucka, en el que la serie de Diana de Themyscira no nos daba ninguna alegría. Quizás por ello, esta nueva etapa, firmada por dos autores del renombre de Tom King y Daniel Sampere y englobada dentro del relanzamiento El Amanecer de DC, nos ha hecho albergar una cierta esperanza.
Conocí a Tom King en Grayson, la serie en la que el ex pupilo de Batman se convirtió en el protagonista de un thriller de espías. Y gracias a esta serie, su nombre en la portada siempre ha sido un argumento para darle una oportunidad a cualquier cosa que haya escrito. Y así, nos hemos encontrado con obras maestras como Mister Milagro o Sheriff de Babilonia, otras que están francamente bien como Omega Men o Strange Adventures… y, por qué no decirlo, algún pinchazo como Héroes en Crisis. Nadie es perfecto. El caso es que King se desenvuelve mucho mejor en proyectos de extensión limitada y con personajes que no estén bajo los focos, y aunque nos haya dado una larga etapa de muy buen nivel en Batman, el interés de lo que hizo con el murciélago se fue diluyendo con el tiempo, además de no haberse metido en temas tan interesantes como los que ha tratado en otras series menores. Y quizás eso es lo que nos hacía tener un poco -solo un poco- de recelo ante lo que pudiera hacer con Wonder Woman.
Pero tras la lectura de este primer tomo hay que decir que todos los posibles miedos que se podían tener estaban -de momento- infundados. Sin saber aún la extensión que el autor tiene prevista para esta etapa, si es que la tiene siquiera decidida, el planteamiento de lo que vamos a ver es francamente interesante. Y, en contra de lo que se pudiera pensar al estar tratando con uno de los personajes más importantes de la editorial, King no se corta y nos presenta su vertiente más política… aunque él haya negado en alguna entrevista que esta serie tenga ningún contenido político.
La primera semilla de Proscrita, el arco argumental que abarca los primeros seis números de la nueva serie regular de Wonder Woman en El Amanecer de DC y se publica íntegro en este tomo, aparece en el número 800 del anterior volumen, final de la etapa de Becky Cloonan y Michael W. Conrad (una etapa que, por cierto, ECC ha dejado parcialmente inédita). En este número especial apareció una historia corta de complemento en la que King y Sampere debutan en la serie y presentan a un nuevo personaje, Elizabeth Marston Prince, Trinity. Reciclando ideas del 5G de Dan Didio y adaptándolas a la continuidad presente, Trinity es una hija futura de Diana -puede que no biológica- que tomará el nombre de Wonder Woman y liderará la Liga de la Justicia. Una Liga en la que Superman es Jon Kent y Batman es Damian Wayne. Y en ese futuro, vemos a Trinity hablando con un personaje que conoceremos como el Soberano, el rey secreto de Estados Unidos, al que en un momento indefinido derrotó Diana. Una derrota que procede a contar a Elizabeth, porque es la historia de su vida, y que iremos viendo en la serie regular.
El enfoque que hace Tom King de lo que representa Wonder Woman es inusual pero totalmente coherente con la historia del personaje. Sus compañeros de la Trinidad tienen un objetivo muy definido. Superman es el campeón de los desfavorecidos. Es el héroe que intenta ayudar a quien lo necesita dando todo lo que puede. Batman es más proactivo: combate al crimen con todos sus recursos, intentando cambiar lo que está mal en la sociedad, a través de sus fundaciones de día y con su identidad enmascarada de noche. Pero Wonder Woman, además de ser la representación viviente de la esperanza y la compasión, tiene una característica que la hace única: no ha sido criada ni educada dentro del sistema, con los valores de la Norteamérica capitalista. No considera que haya que mantener el sistema, o incluso corregirlo. Donde sus compañeros defienden el statu quo a toda costa, a Diana no le tiembla la voz para decir que si el sistema no funciona, habrá que cambiarlo. Y claro, eso no gusta a los poderes que gobiernan el mundo.
Y ese es el punto de partida de la serie. Tras una agresión de carácter sexual a una amazona en unos billares en territorio estadounidense, ésta se defiende y la cosa se sale de madre, acabando con diecinueve varones muertos. Evidentemente, no tardan en alzarse voces que dicen que ya están los inmigrantes haciendo lo que quieren en un país que no es el suyo (parece que lo que las amazonas deberían hacer es dejarse meter mano y callarse), que ya están las mujeres castrando metafóricamente a los hombres… los trumpistas de MAGA no pueden soportar la idea de una mujer fuerte y además extranjera. Todo lo que no sea varones heterosexuales blancos y americanos es inclusión forzada. Así, tenemos a Diana plantando cara a un sistema injusto. Injusto no por el gobierno, sino por los poderes de verdad, los que dan las órdenes en la sombra. En el cómic es el Soberano. En la realidad, son los lobbys, los bancos, las macrocorporaciones y las redes de influencia. Y ésta es una guerra que Diana va a luchar sin espada ni escudo. Pero el gobierno sí que va a sacar todo su arsenal a la calle, y en algún momento de este cómic nos acordaremos del pequeño Elian González.
No sabemos lo que va a durar Tom King en Wonder Woman, pero teniendo en cuenta que el prólogo nos cuenta que en un futuro no demasiado lejano el Soberano ha sido derrotado, y que la historia en el presente empieza con la presentación del nuevo gran villano, todo parece que se dirige hacia una historia muy contenida, y que podemos estar hablando de no más de cinco o seis tomos. Pero claro, es una historia en la que una sola persona derriba las estructuras de poder del país. Puede durar lo que el autor quiera que dure.
Hay que señalar las historias de complemento, en las que Tom King nos cuenta, acompañado de Belén Ortega a los lápices, la infancia y educación de Trinity, con un tono cómico que no le habíamos visto hasta ahora. Dicho sea de paso, Lizzie Prince es el nuevo personaje más adorable que hemos visto en el Universo DC en mucho tiempo, tanto en su versión adulta como en la más joven.
Por supuesto, la gran estrella y reclamo publicitario de este cómic es el guionista, pero no hay que olvidarse del dibujante: el barcelonés Daniel Sampere hace un trabajo espectacular. Visualmente impresionante, narrativamente impecable, y con una Diana fuerte. MUY fuerte. Cuando se mete en escenas de acción, apreciamos la violencia, no es una bella mujer posando con un fondo de batalla como lamentablemente ha ocurrido demasiado a menudo con el personaje. El nivel físico del personaje es comparable a lo que vimos años atrás con artistas como Cliff Chiang o John Byrne.
Hay que señalar que la edición de ECC tiene un fallo apreciable: hay varias páginas en las que la plancha del negro ha quedado desplazada respecto a todas las demás, aunque sólo es realmente molesto en las páginas 4 y 5. Cierto es que no debería haber ocurrido en ninguna, y menos aún en un tomo tan caro como este, de 25 euros por algo más de doscientas páginas en tapa blanda.
Un cómic nuevo de Tom King es, como decíamos, algo a lo que de serie le vamos a dar una oportunidad. Pero si además nos revitaliza un personaje que llevaba demasiados años languideciendo entre autores poco inspirados, no podemos sino aplaudir. Habrá que ver qué terminamos leyendo, pero lo que hemos visto en este primer tomo tiene potencial para ser una de las mejores etapas de la historia de Wonder Woman.