Llegó de las estrellas para ir a parar a una pequeña aldea de la tierra donde fue criado hasta convertirse en el héroe que su pueblo necesitaba. No era más rápido que una bala ni más poderoso que una locomotora, pero lo compensaba con puntería con el arco y determinación. No era un pájaro ni un avión. Era Thorgal.

Thorgal no se acaba pero no hay duda de que Thorgal integral 9 es un fin de ciclo. Tras el abandono de la serie por parte de Jean Van Hamme, su creador literario, en el tomo anterior, le llega el turno de despedirse a Grzegorz Rosinski con la historia que nos ocupa.

Thorgal integral 9 contiene lo que ha venido a llamarse la Saga de los magos rojos y supone un antes y un después. Thorgal volará solo fuera de las manos de sus padres a partir de aquí y en Francia ya se pueden leer cuatro nuevos álbumes de este nuevo ciclo, pero solo dos de los cuales han visto la luz en España aún. Tras Thorgal integral 9, no sabemos aún si Norma continuará la edición en integrales, pero incluso los spin offs de Los mundos de Thorgal se suspenden tras la partida de Rosinski, con lo que no hay duda de que este tomo marca el fin de un ciclo.

En lo que se refiere a esta suerte de conclusión que supone Thorgal integral 9 no podía ser más accidentada e irregular. Tenemos nada menos que tres guionistas para terminar una sola historia con resultados y sobre todo direcciones desiguales. Es como si esta Saga de los magos rojos fuesen en realidad tres sagas de los magos rojos cada una con su propio camino, no exentas de aciertos y patinazos cada una, pero aciertos y patinazos sin apenas punto alguno en común.

En el tomo anterior vimos cómo los magos rojos se llevaban a Aniel, quien haría posible la reencarnación de su maestro. Así pues, Thorgal se embarcará en El barco espada, un navío rompehielos en el que servirá con tal de que lo lleven a donde está su hijo y que resultará ser una embarcación esclavista. Tal vez es aquí el último álbum con ese Thorgal que por difíciles que estén las cosas siempre encuentra el modo de hacer lo correcto y también el último de un Rosinski al nivel excepcional al que lo habíamos visto desde que comenzó con el color directo en el integral anterior. Sin cambiar de técnica, veremos en sucesivos tomos a un Rosinski acercándose a los 80 años, que pese a que aún nos brindará algunas estampas apabullantes, no puede evitar acusar un cierto cansancio, que se hace más visible a medida que avanzamos.

A partir de aquí comenzará la gran saga de la ciudad de Bag Dadh en la que se nos contará la historia de los magos rojos y se nos sumergirá en un mar de intrigas que debían terminar en un gran apoteosis final mezclando la serie principal con las distintas ramas de Los mundos de Thorgal. Sin embargo, Yves Sente decide abandonar y su sucesor, el popular Xavier Dorison, parece tener otras ideas, tal vez demasiadas y confluyen de manera precipitada, pese a que el álbum titulado El fuego escarlata tiene algunas páginas extra. A la conclusión de una trama de por sí compleja, le añadimos la presencia de un trasunto de las cruzadas e incluso una no muy velada labor mesiánica para nuestro protagonista, pero nada termina de quedar correctamente perfilado.

Para el final nos queda el álbum que bajo el título de Aniel, cierra los últimos flecos y sirve de despedida y epílogo, pero también la solución resulta menos redonda de lo que cabría esperar y considerablemente menos emotiva que la despedida de Van Hamme. Para empezar, le daban las riendas a otro nuevo guionista, Yann Le Pennetier, que salvaba los trastos como podía tras la acelerada conclusión de Dorison, pero tal vez sin el margen de acción deseado. Por otro lado, un Rosinski con casi ochenta años no estaba para dar el do de pecho ni siquiera para su despedida y vemos un resultado mucho más caótico e inacabado que lo que diera en sus mejores tiempos, con lo que es inevitable un cierto regusto amargo al terminar.

Thorgal no ha acabado. Lo bueno de cuanto hicieron Van Hamme y Rosinski es que los trascendió a ellos mismos, les sobrevivirá a ambos y probablemente a nosotros. Pero ese Thorgal primigenio, ese Thorgal que daría lugar a la leyenda termina aquí. Larga vida a Thorgal.