El futuro más o menos próximo del universo superheroico es un tema recurrente en Marvel. Desde hace varias décadas pululan por ahí la encarnación original de los Guardianes de la Galaxia, procedentes de un lejano (y alternativo) S.XXX. En los denostados años 90 se presentó un futuro también lejano pero no tanto, ambientado unos cien años después del presente (por entonces) del Universo Marvel: hablamos, por supuesto, de la línea 2099, en la que destacó especialmente la serie del Spiderman de finales del S.XXI, Miguel O’Hara, escrita por Peter David y dibujada en algo más de su primera mitad por Rick Leonardi. Y allá por 2002, la editorial lanzó The End, una serie de especiales y series limitadas dedicados a contar un final -fuera de continuidad, por supuesto- de sus personajes. Hubo números francamente inspirados, como los de Hulk de Peter David y Dale Keown o Punisher de Garth Ennis y Richard Corben. Otros, como los de la franquicia mutante, no tanto. Y el más difícil todavía lo trajo Jim Starlin con Thanos: El fin del Universo Marvel, donde acabó con… bueno, el universo completo.
La historia arranca con el ascenso a la divinidad del faraón Akenatón, figura histórica conocida por ser el impulsor del único culto monoteista del Antiguo Egipto, padre de Tutankamón y esposo de Nefertiti, partiendo del misterio de su no encontrada momia… cuando esta serie limitada fue publicada. Parece ser que en 2010, tras análisis genéticos varios, la momia de Akenatón fue identificada, pero eso ya es otra historia. El caso es que cada vez que Starlin le da la omnipotencia a algún personaje, sólo contempla dos posibilidades: la búsqueda de la aniquilación o la dominación absoluta. Y el caso de Akenatón no es diferente: regresado a la Tierra de principios del S.XXI -ubicado cronológicamente con la presencia de mandatarios del mundo real, como George W. Bush y su paquete de pretzels– con un poder cuasi divino, pretende retomar su papel de faraón… pero a nivel global.
Este planteamiento es interesante, no lo vamos a negar. El problema surge cuando a mitad de esta serie limitada de seis números la omnipotencia cambia de manos y acaba… de nuevo en Thanos. Así, de nuevo, tenemos a un Thanos supremo. De nuevo, tenemos a un colectivo de seres cósmicos que quieren pararle los pies al Titán Loco. De nuevo, tenemos una historia que recuerda poderosamente al Guantelete del Infinito, que ya recordaba a su vez a la historia de Thanos y el Cubo Cósmico en los 70.
¿Qué podríamos destacar de esta serie que fue publicada originalmente como Marvel: El fin? Bueno. Hay un par de puntos interesantes. Uno de ellos está en que la energía que va rastreando Thanos aquí ya es mencionada en el Abismo del Infinito, con lo que podríamos reconocer un cierto plan a largo plazo. El otro es que Akenatón no pretende ser un tirano malvado, sino un gobernante benévolo con un reinado próspero… al estilo de lo que estamos acostumbrados a ver en el Doctor Muerte, que además tiene un papel importante en esta historia. Se plantea, como ya ha ocurrido más veces en la historia de la editorial, la gran duda entre si es aceptable un dictador aunque acabe con el hambre en el mundo y consiga la paz mundial.
Ese es quizás el mayor problema que tiene El fin del Universo Marvel. Todo por aquí suena a historias ya vistas previamente. En prácticamente todos los temas que se tratan puedes trazar una línea que lleve a algún punto del pasado de Marvel en el que se planteen ideas similares, si no directamente idénticas. Podemos decir, de nuevo, lo mismo que ya dijimos en el Abismo: a quien le funcione la forma de contar historias de Jim Starlin -y su temática recurrente- le gustará este tomo. Pero quien se pase ocasionalmente por la parcela cósmica le parecerá que está ante un evento de segunda. Y aunque pueda parecer que es una historia dentro de continuidad, Tom Breevort dijo explícitamente en 2014 que esta historia, como todas las de The End, es no canónica y está fuera de continuidad. Supongo que la pretensión de dejar grabado en piedra el mandato de que la muerte de los personajes del Universo Marvel fuera permanente habrá jugado en su contra. Más aún en una temporada en la que las puertas giratorias del Más Allá van más rápido que nunca.