Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.
-Friedrich Nietzsche

Desde su creación, allá por 1973, el concepto de Thanos ha ido de la mano de la idea del nihilismo, mal entendida, dicho sea de paso. El nihilismo, dicho en pocas palabras y de forma superficial, es una doctrina filosófica que niega que la existencia tenga ni sentido ni propósito. Como dijo el novelista ruso Ivan Turguénev en su obra Padres e hijos, “Nihilista es un hombre que no acata ninguna autoridad, que pone en duda y no acepta ningún principio, por muy respetable que sea”. La búsqueda de la aniquilación de la vida ya es un propósito y un objetivo en sí mismo, con lo que no podríamos catalogar a Thanos como un auténtico nihilista. Es más una personificación del Thanatos freudiano, la pulsión de muerte, la búsqueda de la muerte y la desaparición.

Uno de los primeros autores cuyo nombre nos viene a la cabeza cuando se habla de esta corriente filosófica es Friedrich Nietzsche. La palabra abismo en el título de una obra protagonizada por Thanos nos trae a la cabeza la conocida cita del autor alemán aparecida en su obra de 1886 Más allá del bien y del mal, y nos hace pensar que con este título volvemos a tener a Thanos implicado en una historia que gira alrededor del nihilismo. De lo que entiende por nihilismo Jim Starlin, vamos.

En 1994, no muchos meses después del final de La Cruzada del Infinito, Jim Starlin abandonó Marvel. No era la primera vez que dejaba la editorial en la que arrancó su carrera profesional, y tampoco sería la última. Tras una serie de discrepancias varias, Starlin dejó su puesto como escritor en Warlock y la Guardia del Infinito y se fue, buscando pastos más verdes, a fundar el sello Bravura para Malibu Comics junto a otros compañeros de profesión como Walter Simonson, Howard Chaykin o Marv Wolfman. Volvió de nuevo a la editorial en el 2000, para dibujar unos números del Capitán Marvel de Peter David. No era la primera vez que volvía. Tampoco sería la última. Y tomando contacto de nuevo con la parte cósmica del Universo Marvel, de la que Starlin es uno de los pilares fundamentales, se quedó una temporada por aquí, volviendo a sus creaciones y a todos aquellos personajes a los que dio una profundidad que antes de que pasaran por sus manos no tenían.

El abismo infinito es una historia autocontenida. Nada de grandes eventos, nada de tie ins a lo largo de todas las series de la editorial… sólo seis números, con una historia cerrada en sí misma y sin repercusiones fuera de ella. Starlin retoma a los personajes de la Guardia del Infinito -menos a Drax-, que tendrán que lidiar con las consecuencias de un experimento pasado de Thanos: los Thanosi, cinco seres creados a partir del ADN del Titán pero modificados para asemjarse a cinco personajes del Universo Marvel: el Profesor X, el Doctor Extraño, Iron Man, Gladiador, y un quinto personaje misterioso que se desvelará hacia el final de la serie.

Los Thanosi buscan, al igual que el Thanos de los primeros años, la destrucción del universo, en lo que llaman la “Cruzada Nihilista”. Pero Thanos ya ha dejado atrás sus ansias de aniquilación. A fin de cuentas, él también vive en este universo…

En esta serie, Starlin retoma a los personajes donde él mismo los dejó años atrás, ignorando lo que otros autores habían hecho con ellos. Intenta volver a las formas, al espíritu y la temática de sus obras iniciales, con conceptos más grandes que la existencia misma y omnipresentes cuadros de texto, con cubos de nada -en latín, nihil, insistiendo en la misma idea- que aparecen aquí y allá, y con unos invitados inusuales en sus previas entregas del Infinito. El primero es Genis Vell, el hijo del Capitán Marvel, el personaje en cuya serie este autor despegó. El segundo, el Doctor Extraño, quizás como versión original de uno de los Thanosi. Y el tercero, Spiderman. El amistoso vecino toma aquí el papel del hombre de a pie de calle que se encuentra con algo que le supera muy de largo.

Pocos autores han conseguido darle una voz a Thanos y a Adam Warlock como Jim Starlin. Cuando estos personajes estan en manos de este autor tienen algo especial, un punto de tridimensionalidad que en con otros autores les falta. El Thanos de Ron Marz o el de Jason Aaron, por poner un par de ejemplos, están notablemente por debajo de lo que hace con él su creador. Sin embargo, El abismo infinito, aunque tenga las versiones correctas de los personajes protagonistas, no es una historia que termine de funcionar. Por un lado, la idea de versiones malvadas de héroes ya la tuvimos en La Guerra del Infinito. En aquella historia, tuvimos a los dobles creados por el Magus con dientes oportunamente noventeros. Aquí tenemos a las versiones Thanos de otros personajes. Además, la idea del personaje de Atlez es tremendamente potente, pero se queda en un simple esbozo que ni siquiera el propio autor llega a desarrollar en historias posteriores, teniendo tan solo una aparición más en la serie limitada Marvel: The End.

Tengo que reconocer que los temas y modos de Jim Starlin son una pequeña obsesión personal para mí. Las grandes entidades cósmicas me parecen, de largo, lo más interesante que tiene Marvel, y Starlin es el autor que mejor las hace funcionar. Sin embargo, y aún habiéndola disfrutado razonablemente, hay que reconocer que El abismo infinito es una obra menor en la bibliografía de este autor. Los que se estén esperando una nueva entrega de la Trilogía del Infinito probablemente se sientan algo decepcionados. Los que, en cambio, como yo, sean capaces de disfrutar de un Starlin aunque no esté en sus mejores momentos, podrán sacarle algo de jugo a este tomo.