Vamos a ponernos en situación.
En 2014, seis meses después de que terminara Infinito, el evento de Jonathan Hickman encuadrado dentro de su larga -y memorable- etapa en Los Vengadores, Marvel decidió lanzar una miniserie secuela del crossover en cuestión. Sin Jonathan Hickman. Publicada en Infinite, la línea de cómics digitales de la editorial, a la que tampoco dedicaba muchos esfuerzos por entonces. Y aunque el personaje que aparece en portada es Thanos, la historia se centra en Thane, el hijo del Titán que conocimos precisamente en Infinito. En su día, Panini ignoró esta serie, decidiendo no publicarla en el mercado español, pero ahora, cinco años después, ha decidido recuperarla. ¿Qué es lo que ha cambiado? Podemos imaginarnos que las dos recientes películas en las que Thanos tiene un papel fundamental, Infinity War y Endgame, han tenido algo que ver. Desde el estreno de la tercera película de los Vengadores, Panini ha estado reeditando prácticamente todo lo que había en los archivos de Marvel en lo que apareciera Thanos de Titán, con muy buen criterio como en el caso de la Saga de Thanos o casi todo el material incluido dentro de la Colección Jim Starlin. Pero llega un momento en el que ya se ha reeditado prácticamente todo lo reseñable, y toca empezar a escarbar. Y aparece esta miniserie olvidada de hace cinco años.
Con estos antecedentes, no tiene pinta de que El dios que nos escucha vaya a ser una lectura especialmente memorable, ¿verdad?
Pues la verdad es que decir que “no es especialmente memorable” es quedarse francamente corto. La historia se resume en dos líneas: Thane, que acaba de descubrir que es el hijo de Thanos, quiere saber más sobre quién es su padre, así que Fauces Negras, el miembro de la Orden Negra, le lleva a ver a un tipo que almacena la biografía del Titán en su ADN -ejem-, lo que le permitirá contemplar como si hubiera estado allí un enfrentamiento entre Thanos y Ego, el Planeta Viviente.
¿Y ya?
Sí, básicamente eso es todo. Tampoco es que la extensión diera para mucho más, seis números digitales que fueron editados en papel en cuatro grapas -repartidas entre tres dibujantes, con la consiguiente inestabilidad artística-, y tampoco es la escasa longitud de la historia el mayor problema que tiene. Lo que sí se le puede tirar en cara es que Rob Williams (2000AD, Star Wars) nos presenta una versión de Thanos totalmente descafeinada, sin el más mínimo interés. Ya hemos comentado en otras ocasiones que pocos autores además de Jim Starlin, su creador, han sido capaces de presentar una versión atrayente del Titán, pero desde luego la de Williams no está entre las más memorables. Y además, Thane tampoco consigue enganchar al lector en ningún momento.
¿Tiene algún tipo de interés este cómic, entonces? Bueno. Intentando sacar el lado positivo aunque cueste, podríamos decir que los fanáticos de la continuidad tienen aquí lo que ocurre con Thane entre el final de Infinito y el principio del crossover El vórtice negro. Y los completistas tienen un tomo más con la palabra “Thanos” que meter en la estantería. Pero, desde luego, virtudes como cómic tiene muy poquitas. Si habíamos pasado cinco años sin noticias de la existencia de esta obra, perfectamente podemos seguir así.
Como curiosidad, así es como se ve la lectura de los números digitales de esta obra.
