No creo que a estas alturas de la película nadie vaya a negar que Grant Morrison es una de las mentes más brillantes que han pasado por el cómic norteamericano desde que el medio existe. El escritor escocés nos ha dado obras magistrales, tanto en el género superheroico, como sus etapas en Batman o Nuevos X-Men, como más personales como Animal Man o Los Invisibles. Es por ello que, aunque lleve unos años a un nivel un par de peldaños por debajo del que tuvo entre finales de los ochenta y mediados de los dosmildieces, se ha ganado de sobra la cortesía de darle una oportunidad a cualquier cosa que escriba. Si además va de la mano de una bestia parda de los lápices como es Mikel Janín, la duda sobre si acercarse a este Superman y Authority directamente ni se plantea.
Superman y Authority son dos series por las que ha pasado Grant Morrison por separado con desiguales resultados. En tres ocasiones ha escrito al Hombre de Acero, All-Star Superman, considerada unánimemente una de las mejores historias que se han escrito jamás del personaje, Superman Beyond, un memorablemente lisérgico tie-in de su Crisis Final, y una descafeinada etapa en Action Comics al principio de los Nuevos 52. En Authority sentó las bases de un relanzamiento del grupo a finales de 2006, pero dado que abandonó la serie tras su segundo número, no llegamos a saber dónde quería llegar con ella. Sea como sea, la posibilidad de tener algo a la altura de All-Star Superman era demasiado prometedora como para no leer este tomo. Más aún con ese Superman a lo Kingdom Come que aparece en la portada.
El gran pero que tiene esta obra es que quien se acerque a ella sin estar bien metido dentro de la continuidad actual de DC -bueno, de los últimos años- se puede esperar algo que no es lo que tiene entre manos. Ese Superman de sienes plateadas con un logo en el pecho que nos lleva directamente a uno de los Otros Mundos más populares de toda la línea nos hace pensar en una historia fuera de continuidad… y no lo es. De hecho, Superman y Authority termina en un continuará que nos dirige hacia La saga de Mundo Guerra, la historia con la que empieza la etapa de Philip Kennedy Johnson, publicada por ECC en la colección mensual del personaje a partir del número 111/1, de 2021, englobada dentro del relanzamiento Frontera Infinita y tras Estado Futuro.
Quizás ese sea el principal problema que tiene Superman y Authority. Es una historia hija de una época en la que la continuidad de la editorial estaba pegando unos bandazos que tenían francamente desconcertado al lector medio. Es la época en la que se había planteado el 5G de Dan Didio, que se descartó, y después se recuperó en parte (hablamos algo de ello aquí), sirviendo alguna de sus ideas como inspiración a alguna de las series de Estado Futuro, siendo la de Superman una de ellas. Una de las ideas del mencionado 5G era que el Universo DC había envejecido de forma natural desde su surgimiento en 1938. Por eso nos encontramos con un Superman envejecido con los poderes disminuidos, y en momentos del tiempo en los que no debería haber estado.
Pese al batiburrillo de continuidades que-son-y-luego-no-y-luego-yo-qué-sé, Morrison deja caer aquí alguna que otra idea interesante. Lo que pone los acontecimientos en marcha es el hecho de que Superman se ha dado cuenta de que la Liga de la Justicia ha fracasado en su misión. Que entre peleas superheroicas, muertes, renacimientos y crisis varias, habían perdido el punto de vista principal que deberían haber tenido, que era cambiar el mundo. Para conseguirlo en el tiempo que le queda, se pone a reclutar un equipo de acción directa al que llama Authority (cuya primera encarnación precisamente tenía como objetivo cambiar el mundo de forma proactiva), del que formarán parte Manchester Black, un personaje que surgió como crítica a la Authority original precisamente, Apollo y Midnighter, la Encantadora, Acero (Natasha Irons) y Lia Nelson, la Rayo de Luz de la breve línea Tangent que dio el salto a Tierra Prima en Death Metal. Juntos, se enfrentan a una especie de anti-Authority del Ultra Humanita antes de poner camino a Mundoguerra.
La versión de Superman que encontramos en este tomo es la de un autor que tiene una idea muy clara de lo que representa. Superman no sólo es el campeón de la humanidad, es también el espejo en el que ésta debe mirarse, el modelo al que aspirar, aunque quizás nos encontremos aquí con una versión desencantada, un tanto agria, del personaje. Es una lástima que esta historia haya sido desaprovechada como prólogo a una historia dentro de una serie mensual escrita por otro autor. Habría estado bien darle más independencia al autor… más aún teniendo en cuenta que éste ha sido el último cómic que ha escrito para DC (y quizás para las dos grandes) en una larga e indefinida temporada.