Como muchos de mi generación, conocí a Mongul con el primer número de Superman Especial de Ediciones Zinco, que incluía el legendario anual escrito por Alan Moore y dibujado por Dave Gibbons. Poco después volví a reencontrarme con él durante la época de Superman exiliado de la Tierra, ya en la continuidad post-Crisis en Tierras Infinitas, y consiguió convertirse en uno de mis villanos preferidos de la galería del Hombre de Acero. Ahora, aprovechando la reciente edición de Superman: Exilio y la importancia del personaje en la etapa de Philip Kennedy Johnson en la serie de Superman, ECC trae también Encuentros cósmicos, un tomo en el que recopila seis de las diez apariciones pre-Crisis del Señor de Mundoguerra.

A día de hoy, Mongul es un personaje de sobra conocido para todo lector con mínimos conocimientos del Universo DC. Su recreación post-Crisis a cargo de Jerry Ordway, George Pérez y Roger Stern durante la mencionada Saga del Exilio nos dio a un tirano intergaláctico, que fue uno de los más importantes villanos de Superman en sus correrías por el espacio exterior, aunque también tuvo una importancia clave en los sucesos de la Tierra durante los años 90: Mongul fue uno de los responsables de la destrucción de Coast City durante la Muerte de Superman. Este personaje, cocreado por Jim Starlin, está evidentemente inspirado en Darkseid, una de las grandes fascinaciones del creador de Thanos. De hecho, en la película animada de El reinado de los Superhombres, es sustituído por el Señor de Apokolips

En este volumen, ECC ha incluido todo el material del TPB americano Superman vs. Mongul, el grueso del cual está formado por números de la serie DC Comics Presents, al que ha añadido un par de números adicionales de la misma serie que sirven, tangencialmente, como introducciones y continuaciones de las historias en las que sí aparece Mongul. Esta serie era para Superman el equivalente de The Brave & The Bold para Batman, una sucesión de team-ups en la que el Hombre de Acero compartía protagonismo con personajes rotativos.

Tenemos en Encuentros Cósmicos todas las primeras apariciones de Mongul. Empieza con su presentación en DC Comics Presents nº 27, en un arco argumental de tres números en el que se hace con el control de Mundoguerra, con Supergirl y el Detective Marciano como estrellas invitadas. Aquí Mongul no es esa mole que sería capaz de darle problemas a Superman en un encuentro físico, es más bien un personaje manipulador. Tenemos después una historia de un número en la que Superman se une al Príncipe Gavyn, el tercer personaje en usar el nombre de Starman, después de Ted Knight y Mikaal Tomas, creado un año y medio antes de la publicación de este número por Paul Levitz y Steve Ditko para Adventure Comics. Aquí, Superman y Starman se unen para derrotar al enemigo común, que había matado a la hermana de Gavyn y llevaba tiempo resultando un incordio para Superman. Todo el material hasta este punto está dibujado -y coescrito en varios números- por Jim Starlin en la primera década de su carrera, uno de los primeros autores que nos vienen a la cabeza cuando pensamos en cómics de superhéroes con ambientación cósmica.

El penúltimo número del tomo trae del futuro a la Legión de Superhéroes para ayudar a Superman a combatir a la complicada alianza de Mongul con el Devorador de Soles. Cambiamos de dibujante y tenemos a Curt Swan, posiblemente el dibujante que más veces ha dibujado a Superman, en una historia escrita por Paul Levitz, que un año después de este número entraría como guionista regular de la serie de los Legionarios. Una historia simpática, sin demasiada profundidad, como es de esperar de un one shot de la Edad de Bronce.

Se cierra el tomo con el cómic más importante de todos en los que ha aparecido Mongul: Para el hombre que lo tiene todo, el anual nº11 de Superman, publicado en 1985 y en el que trabajan juntos por primera vez Alan Moore y Dave Gibbons, dos tercios del equipo creativo de Watchmen. Al color aquí tenemos a Tom Ziuko, en lugar de a John Higgins.

En esta historia, la Trinidad -y Robin acompañando a Batman- va a celebrar el cumpleaños de Superman en la Fortaleza de la Soledad, que ha abierto poco antes un regalo de remitente desconocido. La Piedad Negra es un parásito con forma de flor que le concede su mayor deseo mientras le absorbe su fuerza vital. En el caso de Superman, su mayor deseo es, evidentemente, que su planeta natal no hubiera sido destruido. Y eso es lo que le muestra la Piedad: cómo habría sido su vida en su planeta natal.

Alan Moore escribe las tres historias defininitvas del Superman pre-Crisis, Para el hombre que lo tiene todo, ¿Qué le sucedió al Hombre del Mañana? y La Jungla. En la que hoy nos ocupa, el eje de la historia gira alrededor de la idea de la contraposición entre naturaleza y crianza. Superman es biológicamente un alienígena, pero su educación es claramente terrícola, y es por ello que su fantasía no termina de funcionar. Krypton no es el mundo ideal para alguien que ha nacido y crecido en Kansas, y Kal se siente un extraño en el mundo que le vio nacer. Un hombre de dos mundos que realmente no pertenece a ninguno, con un marcado síndrome del superviviente, acrecentado por la pérdida de una familia que nunca ha llegado a tener al despertar de la ensoñación de la Piedad Negra. Quizás, el hecho de encontrarse con su padre involucrado en el ascenso del fascismo en Krypton con la Espada de Rao, una organización que añora el Krypton del pasado y tiene prejucios raciales y contra los inmigrantes, hace que desvincularse de esa fantasía sea algo más fácil.

En pocas palabras: Para el hombre que lo tiene todo, una historia publicada originalmente hace casi cuarenta años, sigue tan vigente hoy como entonces y es aún una de las mejores historias jamás publcadas del Hombre de Acero. No nos esperábamos menos de Alan Moore, que nos presenta una historia con múltiples lecturas y una profundidad psicológica de los personajes inusual para la época en tan solo cuarenta páginas. Normal que se haya editado ya seis veces en castellano.

Encuentros cósmicos es un tomo más que recomendable para los arqueólogos del Universo DC. Todo un detalle para los fans de la Edad de Bronce de DC, un patito feo injustamente olvidado en la edición de clásicos superheroicos en castellano, que la línea DC Icons viene a corregir. Quizás los lectores más apasionados de DC ya tengan alguna edición previa del anual de Alan Moore -tres, en mi caso- pero para los que no, es un motivo adicional para la compra de este volumen.